ARQUITECTURAS PARA LA MEMORIA
Por Diego Peris
Desde D2 Arquitectos
“Desde siempre el hombre ha querido recordar a aquellos que han fallecido para honrar su actividad y mantener vivo su recuerdo, construyendo arquitecturas para esa memoria. Muchos de los monumentos de la antigüedad son de carácter funerario. La sociedad actual, ha perdido la relación que la arquitectura ha mantenido a lo largo del tiempo con la muerte. El cementerio, tal como hoy lo conocemos, tiene un origen relativamente reciente. Desde el siglo V hasta finales del siglo XVIII, las iglesias eran los espacios para los muertos, que se inhumaban bajo su amparo de forma anónima, exceptuando los personajes ilustres. Con diferentes formas de vivirlo, la muerte convivía, en los espacios religiosos, con la actividad litúrgica.
A llegar el siglo XVIII con el pensamiento romántico, los principios de la Ilustración, y sobre todo la presencia de las ideas higienistas y avances en las ciencias, comenzó a denunciarse, en toda Europa, la situación insalubre de las iglesias, iniciándose lo que se ha llamado “el exilio de los muertos”. Había que proyectar cementerios fuera de la ciudad, con unas premisas de partida totalmente distintas a las anteriores y sin tener referencias de cómo hacerlo. Por un lado se inicia la búsqueda de una nueva tipología y por otro se constata la importancia que adquiere la tumba privada como lugar de memoria y conmemoración. Lugares de enterramiento donde eran manifiestas las diferencias sociales, con una situación especial para el clero y la aristocracia, multiplicándose la construcción de panteones y tumbas con arquitecturas eclécticas e historicistas. Por eso dice Oriol Bohigas que los cementerios son como catálogos de arquitectura.
El siglo XX con sus dos guerras mundiales, planteó cambios importantes en esta relación con la muerte. La expansión demográfica y el crecimiento urbano plantearon nuevos problemas. En los países protestantes, donde existía el cementerio jardín, surge, el cementerio paisaje, con grandes espacios libres y una ausencia evidente de símbolos. Sin embargo en la Europa católica, los cementerios aparecen con otras formas, con las tumbas y la presencia de los nichos para mejorar el aprovechamiento del espacio (…)”
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Noticia seleccionada por el Canal de arquitectura STEPIENYBARNO.
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