ARTE, CIUDAD Y SOCIEDAD
Con el post de hoy queremos, desde Stepienybarno, fundir tres temas que nos parecen que muchas veces se analizan por separado y, viéndolos en su conjunto y con las sinergias que se establecen entre ellos, tienen un interés especial.
A su vez, intentaremos rebobinar en el tiempo para ver dónde está el germen de todo ello y, desde ahí, poder tirar del hilo hasta el presente. Una vez, llegado a él, en el aquí y ahora, sería bueno ver por dónde pueden ir los tiros de un futuro inmediato.
Hace tiempo, en los cursos de doctorado, un buen profesor nos preguntaba a boca jarro, cuáles eran los principales hitos de la historia de la evolución y en qué fechas sucedieron. Como podéis suponer, el desastre en nuestras respuestas fue mayúsculo, dejándonos de citar momentos claves de esta evolución y, no dando palo al agua con las fechas. A partir de ahí, quizás por el sonrojo de la situación, poco a poco, fuimos investigando sobre el tema, hasta que nos dimos cuenta que al entender cómo había sido nuestro origen como especie, quizás, podríamos sacar algo en claro que nos sirviera para aplicar en el momento presente.
Por lo tanto, y con vuestro permiso, nos vamos a situar 30.000 años atrás. Pueden parecer muchos, pero si tenemos en cuenta que nuestra especie empezó a evolucionar hace unos 6 o 7 millones de años atrás, cuando habitaban el planeta tierra, en algún rincón de África los predecesores de los primeros Australopitecus, no son tantos.
La evolución del ser humano, ha sido lenta, y basada en pequeños grandes cambios, como el aumento progresivo y constante del cerebro, bajar de los árboles para comenzar a patear las sabanas, que las abuelas reconocieran a los hij@s de sus hijas como niet@s (el homo sapiens es la única especie que lo hace) o comenzar a utilizar piedras a modo de tecnología punta de la época. Así, y resumido de manera un tanto brusca, nos plantamos en un apasionante momento de la historia, en donde, en nuestra por entonces heladora Europa, convivían los Homo Sapiens Sapiens (comúnmente llamado hombre de Cro-magnon) y sus “primos” los Neardentales. Ambos, eran en apariencia muy parecidos a nosotros mismos; los Neardentales más robustos y los Cro-magnones algo más esbeltos y morenos, pero cualquiera de ellos bien aseado se podría pasear por nuestras calles tranquilamente.
Los dos grupos, tenían una tecnología muy similar y ya dabansepultura a sus muertos. También hay que destacar que los homo Sapiens Sapiens, recién llegados después de un trepidante y largísimo viaje que les sacó de su África natal y les llevó por Eurasia hasta desembarcar por estos lares, habían conseguido una mayor cohesión social.
A su vez, su cerebro estaba algo más evolucionado que el de los Neardentales que al parecer era una subespecie evolucionada del Homo Antecesor. Así, por primera vez en la historia de la humanidad, en varios puntos del mundo distantes en miles de kilómetros entre sí, el hombre comenzaba a realizar utensilios que escapaban de su mera cualidad utilitaria. Se trababa de unas pequeñas figurillas (Venus), cargadas de un fuerte poder simbólico, que se realizaron con mucho esmero y precisión, dando con ellas el comienzo del arte. Esta aparición fue por todo lo grande, retratando una sociedad que homenajeaba a la mujer y, sobre todo, a la fecundidad y fertilidad en sí mismas. De hecho, esta sociedad de carácter, eminentemente, matriarcal, simbolizaba, con estas representaciones, a la mujer como Diosa.
La Venus de Hohle Fels _ la representación artística más antigua del mundo, 35.000 años.
Como se puede ver en la imagen los atributos más femeninos están totalmente sobredimensionados, exaltando, con ello, el papel de la mujer, la sexualidad, la fecundidad y la fertilidad. Es decir, un auténtico culto a la maternidad.
Así, estas arcaicas pero bellísimas manifestaciones artísticas, en tres dimensiones dieron paso, 5.000 años después, al arte en dos dimisiones con diferentes representaciones en las paredes de numerosas cuevas. Por suerte, las entradas a algunas de estas cavidades se fueron cegando con el tiempo, conservando sus tesoros hasta nuestros días. Gracias a ello podemos entender un poco mejor cómo era la sociedad de esta época.
Ahora, ya no encontramos la misma simbología que veíamos en las Venus, sino que se puede observar una sociedad mucho más preocupada por asegurar el alimento para el clan que de enaltecer la maternidad. Y ¿por qué para el clan y no para cada individuo? porque en las representaciones de las escenas de caza, siempre, aparecen grandes animales (mamut, caballos…) perfectamente dibujados y unas figuras humanas, estilizadas y esbozadas de manera esquemática. De esta forma, con estas grandes piezas que, en muchas ocasiones, en las pinturas rupestres aparecen con saetas (lanzas) en sus corazones, se podía alimentar a todo el clan. El pensamiento era comunitario y las acciones siempre se llevaban a cabo en beneficio del grupo y no del individuo. Por lo tanto, la cohesión social del grupo era muy grande. A su vez, hay numerosas pruebas que documentan cómo cuando un miembro del clan quedaba indefenso o malherido el resto del grupo se encargaba de ayudarle y asegurar su supervivencia.
Cueva de los caballos de La Valltorta, Castellón.
Escenas de caza, en las que, por un lado se representa la cotidianidad del día a día y, por otro, con estas representaciones parece que se buscaban atraer los buenos augurios para las próximas cacerías.
Al llegar a este punto, nos permitimos dar un pequeño salto en el tiempo y plantarnos en otro momento clave de la historia de la humanidad; estamos hablando del año 10.000 antes de nuestra era. Y ¿por qué es tan importante esta fecha? Porque el ser humano, por primera vez, comienza a tener un pensamiento abstracto más complejo y es capaz de imaginar lo que ocurrirá dentro de unos meses. Gracias a ello, comienza, por un lado, a domesticar animales y, por otro, a plantar semillas para tener, al cabo de un tiempo, el alimento necesario para alimentar a sus familias.
Con ello, aparecen un montón de conceptos nuevos y fascinantes: la familia, la agricultura, la ganadería, sistemas defensivos, y, por fin, los primeros asentamientos que serán el germen de la ciudad.
Pero, vayamos por partes; como podéis apreciar, ahora ya no hablamos de clan sino que, con el abandono del nomadismo por una gran parte de esta sociedad y la aparición del sedentarismo, tenemos encima de la mesa la idea de familia. Es decir, nuestros antepasados se agrupaban de forma muy diferente, en parte debido a la aparición del concepto de monogamia. Por lo tanto, cada familia construía su propia casa, de unos 40-50 metros, dentro del poblado y comenzaban las primeras relaciones entre las familias y, por supuesto, entre las propias edificaciones.
Catal Huyuk (6500-5500)
Considerada como la primera ciudad. En ella las viviendas se agrupaban unas junto a otras sin calles entre ellas. Por motivos defensivos y para evitar las crecidas del río no tenían puertas en las paredes sino que entraban a las edificaciones por las cubiertas.
Nuestros antepasados cercanos dieron a luz, hace la friolera de 35.000 años, a las primeras representaciones artísticas en forma de Venus. Éstas daban fe de una sociedad matriarcal en el que el papel de la mujer y el hombre era idéntico. Así, con la bandera de la fertilidad y fecundidad como atributos más preciados se creó una civilización de gran éxito. De hecho, al contrario de lo que se suele creer, no es la adaptación de las especies al medio lo que ha asegurado su éxito evolutivo, sino su capacidad de asegurar la descendencia de generación en generación.
Skara Brae
La aldea neolítica mejor conservada de nuestros días _ patrimonio de la humanidad.
Año 3.100 a.c – 2.500 a.c
Sin embargo, cuando la sociedad se hizo sedentaria instalándose en los primeros poblados, con el comienzo de la ganadería y agricultura, comenzó a sufrir grandes cambios que hicieron que todo evolucionase por otros derroteros. De repente, había seres humanos que, por un lado, tenían más alimento del que podían consumir y, por otro, había otros, que seguían siendo nómadas y no tenían tanto éxito en su búsqueda del alimento.
De esta forma, nació el comercio y, un primer esbozo de lo que luego serían nuestras hoy rescatadas entidades bancarias. Cuando un agricultor tenía más alimentos de los que podía consumir, los excedentes los depositaba en una especie de granero, en el que el regente (“el banquero”) custodiaba la mercancía hasta que otros la necesitaban y podían ofrecer, igualmente, sus excedentes. Poco más adelante, además de alimentos se comenzaron a intercambiar objetos y uno de los más preciados era la obsidiana que, curiosamente, represaba tanto el amor como la guerra. Según se tallaba este “cristal volcánico” servía como pieza de joyería o como punta de lanza.
Puntas de lanza de obsidiana
De esta manera, a través del más genuino trueque de mercancías dio comienzo lo que hoy conocemos como comercio.
A su vez, como ya hemos apuntado, quienes todavía vagaban por el territorio, y veían con codiciosos ojos los excedentes de estos primeros moradores, buscaban la manera de atacarles y apoderarse de sus alimentos. Así, estas primeras poblaciones, normalmente, levantadas cerca de ríos, al abrigo de vientos y en lo alto de cerros, comenzaban a cercarse y a organizarse para defenderse de los ataques. Por lo tanto, aquella sociedad, que durante milenios tuvo como máxima preocupación y ocupación asegurar la descendencia, tenía, ahora, nuevas tareas mucho más belicosas con las que lidiar. De alguna forma, con todo ello, daba comienzo la sociedad patriarcal.
Grabado en Roca que representa la estructura social del poblado.
VAL CAMONICA _ Fecha: 10.000 a.c.
Sobre esta evolución y el momento presente que nos toca vivir, el psiquiatra y gran pensador chileno, Claudio Naranjo, afirma que “la sociedad patriarcal existe en interdependencia con la mente patriarcal: una forma de organización psíquica que refleja y perpetúa el dominio masculino en la sociedad, con su énfasis en la agresión sobre la ternura, la competición sobre la colaboración, la explotación sobre el cultivo, y en la que milenios de dominio del padre en la familia ha resultado en el reemplazo de los sanos vínculos fraternales por vínculos de obediencia y dependencia por parte de personas crónicamente infantilizadas.”
Esta sustitución de valores, creemos que es la clave de todo el desaguisado. La evolución de aquellos primeros trueques, con el paso de los siglos, evolucionó hasta el actual consumismo.
De esta forma, la sociedad del siglo XX, una vez superadas las utopías e ideales de mediados de centuria, se convirtió al dios del materialismo. Así, por desgracia, la arquitectura y el urbanismo no fueron otra cosa que el fiel reflejo de todo ello. Como bien se encargó de recordarnos Octavio Paz, “la arquitectura es el testigo insobornable de la historia”.
Aunque, si os parece bien, sobre este tema no seguimos profundizando pues ya lo hicimos en artículos como ¿Ciudades para todos? o La ciudad del miedo
Sanchinarro, todo un ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas.
Igualmente interesante nos resulta el papel que juega, o puede jugar, el arte dentro del espacio urbano.
Está claro que los espacios públicos creados por el urbanismo que citábamos líneas más arriba no tienen el más mínimo interés y, en la mayoría de los casos, se ha limitado a ser el vacío que queda entre dos edificaciones pensadas desde su valor inmobiliario. A su vez, muchos de nuestros centros históricos en el mismo momento que se ha decidido preservar su valor y “dejarlos bonitos” para que el turismo de masas pueda disfrutar de ellos, han perdido gran parte de su magia y, por lo tanto, se han convertido en trozos de ciudad museificada, nuevamente, sin ningún valor. La cultura de llegar, bajarse del bus, hacer la foto y subirse al bus ha hecho más daño del que pudiera parecer.
Astistas: Dre Urhahn y Jeroen Koolhaas / Favela Painting
Pero es aquí, donde vemos que el arte urbano tiene mucho que decir; desde actuaciones en zonas marginales, como favela Painting, hasta actuaciones en plenos centros urbanos, donde el arte actúa como catalizador de la cohesión social. Es decir que, lejos de resultar al superfluo e inecesario, el arte, desde su perspectiva social y de protesta que trasciende lo meramente estético, se convierte en el elemento principal para que el maltrecho espacio público gane enteros y pueda dar cobijo a espacios de convivencia.
Es decir, que lo que la arquitectura ni el urbanismo, con todos los medios de que han dispuesto, no han conseguido, los artistas urbanos, muchas veces desde la más absoluta clandestinidad y precariedad, son capaces de conseguir.
Éstos, al igual que hicieran aquellos primeros pintores del paleolítico, reflejan en paredes la sociedad que les toca vivir. En este caso, nos interesa especialmente la mirada de gente como Banksi, Sam3 o Blu, por citar algún ejemplo, ya que con sus acciones ponen en evidencia esta sociedad patriarcal de la que hablábamos al principio del artículo.
Blu
Banksi
A su vez, es interesante ver un fenómeno que ocurre, en paralelo, y no es otro que la fagocitación de algunos de estos artistas por el propio sistema. No es raro ver el caso del político de turno que ve en ellos un nuevo reclamo mediático y que en un acto de populismo barato les da un lugar para que actúen en su ciudad, mientras al resto de ellos siguen relegados a la clandestinidad.
Es decir, seguimos viviendo bajo el miedo y el control, sin aceptar lo diferente, y lo que transgrede el orden establecido es perseguido. La ciudad crea normas y leyes para castrar cualquier atisbo que nos recuerde que una sociedad matriarcal también pudiera ser posible. La censura y la represión están al orden del día para cualquier artista callejero, sobre todo, si es capaz de hacer un poco de ruido y remover alguna conciencia. Seguimos velando o, mejor dicho, unos pocos siguen velando para que todo esté en un aparente orden y la soñada ciudad de los niños de Tonucci sea solo un espejismo que podemos reconocer de manera autentica en muy poco lugares.
El orden impuesto en nuestras urbes sólo es una mutilación de cohesión social. No dar valor a la civitas por encima de la urbis, genera un urbanismo frío y deshumanizado que no aporta nada para que nuestras ciudades sean un poquito más habitables.
Barbie _ año 2.000 / Venus de Willendorf _ año 20.000 a.c
Con todo ello, al igual que antropólogos como Lévi Strauss, rompemos una lanza a favor de lo primitivo, de lo salvaje y de lo va contra lo establecido. Las culturas matriarcales que han llegado hasta nuestros días con muchos puntos en común con aquellos primeros homo sapiens sapiens que protagonizaban nuestro anterior post, no son culturas menos evolucionadas que la nuestra. Ellos, sin tanta “evolución”, son capaces de predecir terremotos, de tener una gran cohesión social, de ver planetas sin telescopios o de vivir en armonía con la naturaleza; mientras que nosotros, los países del supuesto primer mundo, pensamos que hay que rescatar a los “salvajes” de su ignorancia.
Post publicado originalmente en la Plataforma de La Ciudad Viva.
Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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