Llamada a la reflexión: el ciclo de vida de los materiales de construcción
El miércoles pasado, día 20 de enero del 2021, todos nos sorprendíamos al mediodía por la tremenda explosión que se produjo en la Calle Toledo 98 de Madrid. De la que nos encontramos que casi las tres plantas superiores han desaparecido por la explosión de gas. Una reflexión sobre el ciclo de la vida de los materiales de construcción.
Autores del Post: Carlota González y Darío Núñez
Como podemos ver en los extractos periodísticos que adjuntamos este drama nos da para distintas reflexiones:
“¿Es el gas de nuestras casas un motivo de alarma después del accidente de la Calle Toledo de Madrid? «Yo no diría tanto pero, si lo pienso, no me parece muy normal que en 2021 consigamos el calor por el método de hacer una pequeña fogata, que, en el fondo, es lo que es una caldera», responde Manuel Rodríguez, doctor arquitecto y profesor de Instalaciones en la Escuela de Arquitectura de la UPM. «Hay sistemas eficientes y más seguros, pero que el mercado no asume porque es el que es». Ojo: según Rodríguez, el punto débil no está en las calderas, sino en los conductos “
Extracto del articulo de El Mundo del Jueves 21 de Enero de 2020 (Artículo completo)
“Los mayores de la residencia fueron evacuados con ayuda de vecinos. Todos se resguardaron en un hotel cercano durante las primeras horas. Después, fueron trasladados por el Samur a la residencia Pontones, en la calle de Cobos de Segovia, propiedad del grupo Los Nogales. A los familiares se les está indicando que acudan a este lugar para encontrarse con los mayores afectados.
Al lado del edificio de la explosión también se encuentra el colegio concertado La Salle-La Paloma. Los 200 menores que estudian en el centro regresaban a las clases después de una semana sin colegio por la borrasca Filomena. Se salvaron porque no salieron al patio, sepultado por la nieve. Solo un niño sufrió una brecha leve en la cabeza, según la Consejería de Educación. El colegio ha sido inspeccionado por los técnicos del Ayuntamiento de Madrid. Los alumnos continuarán esta semana con clases telemáticas hasta que puedan evaluarse los daños estructurales.”
Extracto del articulo del El País del Jueves 20 de Enero de 2020 (Artículo completo)
¿Qué se va a hacer con el edificio?
Y nosotros nos preguntamos ¿Qué se va a hacer con el edificio?
Los residuos de construcción y demolición (RCDs) son susceptibles de su reciclaje y reutilización, parte importante del concepto de economía circular. Realmente, a día de hoy, sólo sólo alcanzamos un 15% de circularidad, por falta de planificación , entre otras cosas en la separación de materiales.
Los RCDs suponen un tercio de los residuos totales generados por la Unión Europea , como el hormigón, ladrillos, yeso, madera, vidrio, metales, plásticos…
Pongamos algunos ejemplos de materiales que se pueden reutilizar:
- Acero: este componente se puede volver a usar sin perder sus propiedades y con un consumo de energía notablemente menor que el empleado en una nueva producción.
- Madera: la madera bien tratada y cuidada se puede volver a utilizar. Otra salida, si dicha madera no es apta, se puede derivar en la creación de biomasa.
- Hormigón: puede ser reutilizado en gran medida a través de áridos reciclados y agregados, procedentes de la trituración de residuos de hormigón
- Yeso: el yeso reciclado conserva las mismas características físicas y mecánicas que el yeso convencional a un costo relativamente bajo. si se hace de manera inadecuada, puede emitir sulfuro de hidrógeno inflamable y altamente tóxico.
Correcta separación de materiales y reciclaje
Pero, lo que nos interesa ahora es considerar el después, considerar la consecuencia de la entropía irreversible que nos deja una arquitectura devastada, toneladas de pedazos y una energía que se desvanece con la explosión. El ciclo de la vida de los materiales de construcción.
Un desafortunado suceso que nos permite, como arquitectos, dar visibilidad a la necesaria recirculación de esos pedazos en base a una correcta separación de los materiales dispersos y su reciclaje. Que nos obliga a valorar el tamaño de la huella de carbono resultante de desperdiciar toda esa cantidad de material, como si de un borrón y cuenta nueva se tratara, frente a la resultante de aplicar los medios necesarios para recircular la mayor parte de material posible, para poder, en última instancia, dar un valor económico coherente medioambientalmente a este tipo de prácticas.
Tomemos este desafortunado suceso como punto de encuentro para la reflexión.
Autores del Post:
Carlota González y Darío Núñez de SF23 Arquitectos desde Segovia
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