ESTUDIOS DE ARQUITECTURA, COMPETITIVIDAD, ESTRATEGIA Y COMUNICACIÓN.
Últimamente aparecen siempre dos extremos en cuanto al tema laboral; por un lado, el mundo del emprendimiento cada vez tiene más auge y parece que quien no emprende es porque no quiere (obviando que el 80% de los nuevos negocios naufragan al poco tiempo) y, por otro, la crisis es tan brutal que deja sin aliento cualquier tipo de iniciativa.
Entre estas dos orillas fluye el río de la vida y las oportunidades, y, nos guste o no, hay que tomar decisiones de partida que nos hagan pensar en cómo nos ganamos los garbanzos en el mundo de los arquitectos.
Sobre todo esto y mucho más, va la entrada de hoy.
Ya hemos hablado muchas veces de la situación del sector y de cómo, incluso antes de la crisis, nuestro entorno laboral tenía mucho de pandereta y poco de una visión profesional a nivel empresarial. Con la llegada de la crisis todas las profesiones se han visto sacudidas con la diferencia de que unas tienen más cintura y, de una forma u otra, reaccionan y otras, como la nuestra, se quedan en estado de shock.
A la crisis, es cierto que, hay que sumar que a nuestros representantes colegiales les ha desbordado la situación, que las escuelas de arquitectura, en general, siguen haciendo como si no pasará nada y que la sociedad nos sigue viendo como bichos raros, divinos y casi nunca como nada bueno.
Ante este desolador panorama ¿qué se puede hacer? Pues, hacer, hacer… seguramente, no mucho. Si los arquitectos queremos seguir haciendo proyectos a la antigua usanza, mal vamos; no hay que recordar que, donde antes había 10 ahora hay uno y en vez de ser diez, somos veinte para ese uno.
De todas formas, antes de entrar en materia hay que puntualizar que, el colectivo de arquitectos, hasta hace cuatro días manejaba unas tarifas de honorarios mínimas y temas como publicitarse, no es que estuvieran mal vistos, estaban prohibidos.
Así, el gremio se acostumbró a una realidad que no nos hizo entrenarnos en el cuerpo a cuerpo del mercado laboral tal como hacían otras profesiones. Aun así, también nosotros pensamos que ojalá hubiera tarifas mínimas para que no nos diésemos navajazos por las migajas del pastel, pero no las hay. Y ojalá no hubiera habido una caída de proyectos tan espectacular, pero la realidad manda.
¿Significa esto que no tiene que haber estudios de arquitectura que se dediquen a hacer proyectos al uso? Nada más lejos de la realidad. ¿Significa que en las escuelas no se tiene que seguir enseñando con rigor la materia de proyectos? pues, por supuesto que no, es importantísimo que se enseñe; pero, igualmente, fundamental, a día de hoy, es que materias de orden empresarial y de comunicación entren en el corazón de los programas universitarios de nuestras facultades. No nos podemos permitir que el alumno emplee cinco años de su vida y que la única opción sea irse a Brasil o China. Es una irresponsabilidad no formar a los chavales para minimizar el desembarco en la realidad.
Así, la mayoría de los estudios de arquitectura lo que han hecho ha sido menguar hasta limites insospechados e intentar competir bajando precios para conseguir algún trabajillo.
Esta estrategia no deja de ser la peor de todas; cada uno por su lado, a modo de llanero solitario, y bajándonos los pantalones por cuatro duros. Todo esto, como decimos, si abrimos al azar cualquier manual de marketing veremos que no es otra cosa que asegurar el suicidio colectivo. De los concursos de arquitectura también hemos hablado mucho y ya no vale la pena seguir haciéndolo, pero, en nuestra opinión, han sido, y son, la puntilla para la profesión.
Ah!! y sí, sí, habéis leído bien, ¡marketing!! Hemos pronunciado la palabra maldita y aunque a más de uno le parezca mentira que te pueda interesar la arquitectura y el marketing, sí que es posible. De hecho, estamos convencidos que, es la única manera de que, en un futuro cercano, podamos seguir pensando los arquitectos en hacer arquitectura.
De todas formas, ya sabemos que hay palabras malditas para los arquitectos y ésta es una de ellas; así que, si os parece bien, le podemos llamar estrategia empresarial o, todavía más sencillo, estrategia de estudio. Lo que os de la gana; pero la realidad es que el marketing es lo que salva la distancia que hay entre vuestros servicios y el cliente.
Por ello, es fundamental entender que no podemos seguir haciendo todos lo mismo; que ser buenos arquitectos, que saber de sostenibilidad, no es ningún valor especial; lo que tenemos qué saber es qué es lo que aportamos al mercado para ser útiles a la sociedad. Y sí, los clientes son mercado y nosotros, los arquitectos, somos empresarios. Tener miedo a llamar a las cosas por su nombre no es más que un reflejo del ego altivo del arquitecto, a modo de un ser superior desconectado del día a día del mundanal ruido.
A su vez, entender que eso tan especial que sabemos hacer tan bien, y que de alguna forma nos hace ser únicos, tiene que ser comprado por un cliente y no todo el planeta es nuestro potencial cliente. Es importante segmentar el mercado y buscar nichos de oportunidad. ¿A quién nos queremos mostrar para que nos contrate? poner nombres y apellidos a nuestros potenciales clientes es algo más que saludable.
Y por supuesto, aunque es algo obvio, los clientes ya no van a venir a llamar a nuestra puerta; que no, que eso era antes y solo en algunos estudios. Ahora, hay que ver los canales para llegar a ellos o para que te encuentren. Aquí la red puede jugar un papel decisivo pero los arquitectos nos seguimos empeñando en tener, en el mejor de los casos, una web y poco más. ¡Saber un poquito de comunicación online no nos puede hacer tanto daño! Eso sí, lo que tenemos suelen ser webs (muy de arquitectos) que harían tirarse de los pelos a cualquier departamento de marketing y, por supuesto, con una usabilidad nefasta. Pero bueno, sobre este tema ya entraremos a saco otro día.
Por último, aunque sea de pasada, quisiéramos insistir en que, hay que saber de números; pero no de las medidas de la arquitectura de la que tanto habla Campo Baeza, que también. Hay que saber de costes y de beneficios. No basta con hacer en un papelito la lista con lo que cuesta Asemas, Hna y demás y en otra columna poner como beneficios: 10% de PEM. Este asunto es muy serio y hace falta hilar muy fino. Sin embargo, los arquitectos en general, hemos pasado bastante de estos berenjenales, cuando son parte crucial para cuadrar cuentas a fin de mes.
Y hasta aquí podemos leer, para dejar los temas lo suficientemente abiertos para que alguno piense que estos Stepienybarno se han vuelto unos fríos empresarios y otros, quizás, vean en esta reflexión ideas de las que tirar del hilo para tener más posibilidades de sobrevivir en el tormentoso panorama laboral que nos asola.
Autores del artículo: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
Foto de portada: Francesc Catalá-Roca
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2 COMENTARIOS
María_www.ficherotecnia.com
17/10/2014La liberación de los precios de encargos en este sector es un tema candente, la opinión está muy dividida y más ahora.
La ley de la oferta y la demanda, cuando ha llegado una época de crisis los precios se han desplomado al haber mucha más oferta que demanda eso es igual en cualquier tipo de mercado.
Ahora bien, como dice el post, yo no creo que el problema esté en la liberalización sino en que el sector de la arquitectura no tiene una rápida respuesta para superar épocas de crisis, no está preparado ni entrenado para estas situaciones por la idiosincrasia desde la formación inicial del arquitecto.
De hecho los arquitectos técnicos también atraviesan una fuerte crisis, pero quizás su formación más «todoterreno» les ha hecho adaptarse mejor.
Por tanto es ahí en la formación en la universidad dónde hay que inculcar la adaptación al medio el saber venderse al mundo.
Totalmente de acuerdo.
Bixente Maisterrena
16/10/2014Otro gran problema de bajar los precios es que «no se pueden dar duros por pesetas», es decir, si un arquitecto baja sus honorarios de manera notable, en la misma proporción tiene que bajar la calidad de sus servicios.
Al final el gran perjudicado es el consumidor final.
La liberalización del sector no ha traído mas que problemas (en el mío también). Antes, con los honorarios estipulados para todo el colectivo, los arquitectos competían y se diferenciaban entre ellos, por la calidad de sus servicios. Ahora es por el precio y en consecuencia baja la calidad porque «no se pueden dar duros por pesetas».
En mi sector todavía es más sangrante ya que cualquier individuo sin conocimiento ni formación específica en el sector inmobiliario puede intervenir, de tal modo que la especulación descontrolada por mal asesoramiento ha tenido vía libre hasta el peligroso nivel de la burbuja inmobiliaria.
Un saludo