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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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PROFESORES DE ARQUITECTURA

catalizador

Sobre lo que han sido, son y pueden ser los profesores de arquitectura va la entrada de hoy.

No es la primera vez, ni será la última, que tocamos tan peliagudo tema y siempre que nos animamos a pensar en voz alta sobre el mismo, se genera un buen debate.

¿Te animas a acompañarnos?

1_ UN MUNDO 2.0

Hace diez años estábamos saliendo de las aulas con la sensación de que habían sido unos años tan fascinantes como intensos. Si algo tiene la carrera de arquitectura es que, a pesar de su dureza, si te gusta de verdad, se pasa en un Jesús.

También es cierto que, la otra sensación con la que salíamos es que no se había hecho especial hincapié en prepararnos para la dura realidad laboral que nos esperaba a la vuelta de la esquina.

Esta impresión se corroboraba al primer asalto con el mundo exterior y los resultados eran los que eran. Mirando para atrás, cuesta creer que sacásemos adelante los proyectos que hemos hecho y que no nos hayamos arruinado por el camino. Es decir la preparación, a nivel empresarial, fue casi nula, y el destino quiso ser benévolo con quienes escriben estas líneas.

Así, ahora que nos toca volver a las aulas a dar cursos y charlas, vemos que nuestras Universidades no han cambiado tanto (salvo excepciones como pudimos comprobar hace poco: URJC –ver aquí-).

A la anteriormente citada desconexión con la realidad laboral, ahora hay que sumar la casi nula adaptación de nuestras escuelas al mundo hiper-conectado que nos toca vivir. Tener un blog de la asignatura no es adaptarse a estos nuevos tiempos; es mejor que nada pero no es lo que toca.

Una buena universidad de arquitectura, debiera tener una correcta presencia en la red, por dos motivos principales: por un lado, por respeto a sus clientes, los alumnos, y, por otro, porque estando bien la red, alcanzan más visibilidad, mejorarán su reputación digital y, en consecuencia, tendrán más opciones de que los alumnos quieran matricularse. No parece tontería tomarse este tema más en serio; más aún, viendo que los recursos, de todo tipo, que se necesitan para conseguirlo son mínimos.

1. empresa y gestion

Pantallazo de programa docente en la URJC.

Si trasteas por su web verás muchas asignaturas de gestión que normalmente no suelen darse en otras facultades.

Sin embargo, más allá de ciertas escaramuzas, cuesta mucho ver a las Escuelas de arquitectura tomarse este tema en serio, y, curiosamente, tienen que ser algunos de sus profesores, quienes por su cuenta y riesgo, se ponen las pilas y extienden sus aulas al mundo 2.0. La educación expandida ya ha llegado, pero solo algunos se han enterado.

¿Algunos de ellos? Pues, los más relevantes ahora mismo pueden estar siendo Santiago de Molina (blog) y Miguel Ángel Díaz Camacho (blog). En sus publicaciones digitales, tenemos multitud de post que son escritos al calor de las aulas, pero es fuera de ellas cuando llegan a su sentido máximo.

Porque tener una buena presencia en la red, no es algo tan complicado; se trata de tener buen contenido que ofrecer, ser generosos e interactuar con la gente. ¡Está en la mano de tod@s!

2_PROFESORES COMO FACILITADORES O CATALIZADORES.

Pero centrando la reflexión en los propios profesores, nos gustaría pensar en voz alta algunas cuestiones.

Tanto la etimología de la raíz latina de la palabra educar, “educare”, como la palabra griega “pedagogo”, tienen el mismo significado: guiar o conducir.

Sin embargo, la tradición de la educación ha situado al maestro como el gran sabio que debía transmitir conocimiento a sus alumnos.

Hoy, con la Nueva Era Digital que vivimos, esta idea pierde fuerza en favor de un profesor que sea capaz de acompañar al alumno para que encuentre su propio camino de conocimiento.

En este sentido, como bien comentaba hace un tiempo Miguel Ángel Díaz Camacho en un post para Fundación Arquia:

“(…) Cualquier metodología para la enseñanza de la arquitectura ha de estimular los muy diversos intereses de un alumnado cada vez más diversificado y precoz en el abordaje del mundo profesional: tecnología, moda, investigación, cooperación, docencia, marketing, comunicación, ingeniería, diseño, programación, gestión o mediación, los límites de la arquitectura se amplían y ramifican en un proceso expansivo sin precedentes. Debería ayudar el actual sistema de grados (ciclo genérico) y máster (especialización), un sistema pactado en Bolonia y que al margen de la inevitable polémica, habilita múltiples perfiles híbridos y transversales en un escenario profesional complejo, global, diverso y competitivo”

Si llevamos esta idea a las aulas de arquitectura, tenemos como ventaja que la docencia en proyectos de arquitectura ya iba encaminada por estos derroteros y la desventaja que el ego de muchos profesores suele estar más inflado de la cuenta y, por lo tanto, les sigue gustando demasiado el aplauso fácil.

En nuestros tiempos de estudiantes, todavía había arquitectos desfasados dando clase. Estos “profesores”, más allá de sus también dudosas cualidades como arquitectos, se dedicaban a machacar todos los proyectos que se les ponían delante de la mesa. Hemos visto, en vivo y en directo, correcciones muy crueles, propias de gente con muy pocos escrúpulos. Hacer llorar a un alumno en una corrección de proyectos debiera ser motivo de la expulsión inmediata del profesor de la escuela.

Otras actitudes, aparentemente menos agresivas, como después de una superficial mirada del proyecto no querer corregirlo o la típica frasecita de: “qué haces estudiando arquitectura, porque no te cambias de carrera cuanto antes!”, han hecho más daño psicológico del que pudiera parecer.

Ahora, unos cuantos años después, por lo que nos cuentan los propios alumnos, el profesorado de otros tiempos está algo más respetuoso, y la entrada de profesores jóvenes hace que este tipo de prácticas sean menos habituales.

En cualquier caso, son muchas las escuelas que manejan un sistema de puntuación en que los alumnos valoran del 0 al 5, al docente.

¿Adivinas quiénes son los que peor puntuación reciben? Efectivamente, las viejas glorias suelen dar notas que si las dieran los nuevos profesores estarían de patitas en la calle.

Con todo ello,  otro de los problemas principales es que los dinosaurios que controlan las cátedras de las escuelas se lo ponen bien difícil a los nuevos profesores.

Cuando sale en juego una plaza de rector de universidad, aparte de haber navajazos por un chandal, os podeis imaginar la medida de edad de los candidatos.

Así, solo decimos que las generaciones anteriores, en muchos casos, señoritos de bien que no se imaginan más realidad que la suya propia, no están demasiado adaptados a sociedad que vivimos. Algunos sí, pero muchos no, y, por tanto, la enseñanza que reciben nuestro@ nativ@s digitales no es la que se merecen, ni esperan.

Tampoco parece que temas importantísimos como los proyectos fin de carrera o fin de grado, vayan demasiado encauzado. Hace no mucho, Veronica Sánchez de n´UNDO (que sabe un rato de estos temas) reflexionaba sobre ello comentando que,

“(…) las carpetas de ejercicios calificados con sobresaliente – que pueden consultarse en algunas bibliotecas de las escuelas de Madrid- contienen resultados de muy distinto valor y contenido. Muchos lamentablemente tan fantásticos como ininteligibles, insustanciales o superficiales. Otros brillantes, impecables, reveladores. Pero lo más importante: todos ellos realizados por estudiantes que entendieron y aceptaron las reglas del juego y dedicaron eternas horas a su consecución, independientemente de creer en el sistema.

El alumnado está produciendo lo que se valora como acto de supervivencia, y se está valorando en gran medida lo más superficial: hoy la forma prevalece frente al fondo, la sugerencia está cegando a la evidencia y olvidamos la esencia frente a la apariencia.” (ver aquí el post completo).

A su vez, la mayoría de profesores jóvenes que acceden a la enseñanza de arquitectura, a pesar de dar mil vueltas a la vieja escuela, tienen que estar en condiciones precarias, metiendo miles de horas por un salario de risa.

En este sentido, hay mucho que hacer, y también en mejorar todo lo que tiene que ver con el mundo de la investigación en la arquitectura. Las becas son escasas y los grupos de investigación justo tienen dinero para fotocopias (literal).

Cuando los viejos profesores ven que los nuevos ya no necesitan la fuerza bruta para imponer sus ideas y que apuestan por ser catalizadores de lo que pasa en las aulas, ven amenazada su zona de confort y eso, en general, da miedo.

Aun así, por no arremeter contra todos por igual, hay profesores de cierta edad como es el caso de José Fariña al que no se le puede hacer ni un solo reproche de los aquí manifestados; muy por el contrario, a pesar de sus más de sesenta años, es un profesor adorado por todas las generaciones, que trata a los alumnos con respeto esquisto y que encima tiene un blog maravilloso (aquí) que nace con la pretensión de ser un canal más de comunicación entre él y sus doctorandos.

3_ EL RELEVO YA ESTÁ AQUÍ

Ser profesor de arquitectura es, a nuestro parecer, una de las profesiones más bonitas que hay; pero también es cierto que, en general, el clima de las escuelas no es el mejor. Departamentos enfrentados a cuchillo, los de urbanismo pensando que los de proyectos son unos prepotentes y los de proyectos pensando que no se les valora lo sufriente y, por desgracia, en más de un caso, pensando que los demás son profesores de segunda división.

Aquí también, es un buen terreno de juego para sacar los egos a pasear. Resulta cuando menos sorprendente que un mismo proyecto en una cátedra puede ser un 9 y en otra se mueren de risa con él.

Porque esta es otra… los arquitectos tenemos una tendencia bien fea a despreciar el trabajo de otros compañeros; la crítica fácil está a la orden del día -tanto dentro de las aulas como fuera-. Tan difícil será, que un profesor de arquitectura vea más allá de sus obsesiones y lenguaje propio y entienda que hay vida (y arquitectura) más allá de su minúsculo mundo.

Por mucho que les siga volviendo locos lo blanquito y puro, no es de recibo que solo vean con las gafas del pasado; el esfuerzo que se hace desde muchos profesores es nulo a la hora de entender proyectos que no les entren por los ojos o por la razón.

El papel de estos profesores es el de situarse por encima del bien y del mal; una especie de oráculos andantes sobre lo que es arquitectura y lo que no. Y no, no es lo que toca, y seguramente no es lo que nunca debió tocar. Son tiempos de guiar, de facilitar, de ser catalizadores; no de imponer porque yo lo valgo.

En este sentido, Santiago de Molina afirma que,

“Ejercitar el pensamiento crítico, las dotes para comunicar ideas por los medios que sean, la resolución de problemas que requieran de enfoques creativos y el propio sistema de autoaprendizaje, son tareas que exigennuevos modos de docencia. Fomentar el aprendizaje interactivo, el aprendizaje experiencial, puede conducir a esa profundización tanto como ejercitarse en la práctica del hacer proyectos como un sustrato formativo elemental.” (Leer más aquí).

Queremos profesores que ilusionen, que hagan al alumno volverse loco con su idea (la del alumno, evidentemente), que les transmitan entusiasmo y, sobre todo, que no cosifiquen al estudiante.

La única razón de que el profesor tenga sentido es en función de su capacidad de sacar lo mejor de sus alumnos. Sin embargo, muchos piensan justo al revés, que los estudiantes tienen sentido para que ellos puedan seguir en el estrado. Profesores serios, hiper-exigentes y desactualizados debieran ser un recuerdo del pasado.

Con todo esto, sería bueno ver qué profesores tienen verdadera formación para poder enseñar, pues ni siquiera ser buen arquitecto, garantiza para nada ser buen docente. Si a esto unimos que lo suyo es que un profesor tenga verdadera vocación, la cosa se complica.

Son muchos aspectos los que hoy hacen falta para ser un buen docente, de arquitectura o de lo que sea, y no es de recibo que los arquitectos queramos seguir enseñando en un formato vertical, en el que alguien se sube a la tarima y lo que dice va a misa. Tampoco está ni medio bien que se sigan proponiendo enunciados que bien podrían ser de hace 20 años.

En fin, muchos temas importantes que hay que tener en cuenta y que, en demasiadas ocasiones, se obvian. La sociedad no necesita más arquitectos egocéntricos que se crean en posesión de la verdad. El mundo necesita arquitectos que sean capaces de facilitar procesos y para eso necesitamos Escuelas que sepan formar a estos nuevos profesionales.

Pero bueno, esto son solo pensamientos en voz alta, desde quienes a pesar de nuestro interés en la docencia de arquitectura, estamos fuera de ella.

Así que, como siempre, serán bienvenidas vuestras opiniones que puede que sean mucho más certeras que la nuestra. Adelante!!

Autores: Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

 

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ARQUITECTURA Y EDUCACIÓN #EDUARQ

https://stepienybarno.es/blog/2014/12/27/arquitectura-y-educacion-eduarq/

 

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13 COMENTARIOS
  1. StepienyBarno

    Hola Miguel. Gracias por tus palabras.

    En realidad, hablamos de lo mismo. Tú comentas que en tus feedback hay cariño y respeto sincero y eso es mucho.
    Desde luego, nosotros no vemos ningún cariño en la mayoría de las devoluciones de los profesores (sobre todo de proyectos) a los que nos referimos en el post.
    El ego de muchos arquitectos, más allá de sus dudosas aptitudes pedagógicas, ha hecho muchos daño en alumnos de arquitectura.
    Esta terrible situación, por suerte, parece que va cambiando, lo cual es más que necesario.

  2. Miguel Villegas

    Interesantísimo el planteamiento, aunque creo que estoy en desacuerdo en muchos puntos.
    El que más me toca, personal y profundamente, es el de la exigencia y el «respeto».
    Sin duda por mi terrible carácter, peores maneras y escasa paciencia, pero creo que «la demanda» de respeto es una muletilla que aporta bien poco.

    Nunca, nunca, nunca he faltado al respeto a mis alumnos, por mucho que ellos hayan creído lo contrario, y comentarios de muchos de ellos, de más edad que la media, así me lo han confirmado, pero la posición victimista de algunos me hace pensar muchas veces que, si no están preparados para aguantar «una contestación» de alguien como yo, que les tiene cariño y respeto sincero, cuando como profesionales se enfrenten a un «cliente» desabrido, faltón o abusón de verdad (que los hay) ¿qué harán?

    A los docentes se nos pide ya todo lo que ha mencionado Rodrigo, un esfuerzo titánico. Añadir además habilidades pedagógicas-sociales-maternales me parece confundir los términos. De hecho (todavía) para la docencia universitaria no se exige el CAP ¿no?

  3. Francisco Xavier Melo Trigo

    Interesante los comentarios que se han manifestado, pienso que uno como docente debe estimular y permitir que los estudiantes de Arquitectura se apasionen por tan bella, difícil y comprometida profesión; pienso que muchos de nuestros colegas lo que se afanan es en llenar sus arcas monetarias, y si me permiten y con mucho respeto diría que lo importante es afianzar un conocimiento y un proceso que permita esa inserción e inclusión social con todos los Seres Humanos que ocupan un territorio, ya sea en su aspecto Rural y/o Urbano; pero a muchos los estratos menos desfavorecidos poco les interesa, y pienso que es ahí donde debe estar esa labor ética, profesional y humana para poder discernir todo ese conocimiento y capacidad creativa que se tiene como profesional de Arquitectura. Afortunadamente conté con importantes docentes, los cuales me llevaron a una reflexión critica, ética y social; recuerdo sus cátedras emitidas en la Escuela Politécnica de Madrid, y a esos grandes maestros de la Arq. como fueron. Antonio Fernandez de Alba, Francisco Javier Saenz de Oiza, Juan Carlos Pergolis. Mario Mañana. Jose Luis Marcantoni entre otros. Para terminar solo me basta expresar una bella reflexión emitida en su momento por el maestro y gran arquitecto Le-Corbusier.»EL BUEN ARQUITECTO ENTIENDE QUE AUNQUE TE GRADUES NUNCA DEJARÁS DE ESTUDIAR».

  4. Manuel Saga

    En respuesta al comentario de Rodrigo, que en Fb vino justo después del mío y hace alusión a profesores jóvenes, voy a darme por aludido y contestar.

    La verdad es que estoy totalmente de acuerdo con lo que comentas. Todos estos son indicadores medibles de la calidad de un profesor de arquitectura, y no basta con disfrazarse de blogger para ser bueno. Mi corta experiencia me da para señalar dos matices muy específicos:

    1- En los dos años y pico que llevo trabajando con universidades colombianas serias (aquí hace falta indicarlo >_<), me he encontrado con que la figura de profesor tiempo completo (entiendo que a esto te refieres con funcionario) está muy asentada. La mayoría de estos profesores provienen del mundo profesional y están viéndoselas y deseándoselas para cumplir los estándares de producción científica e impacto investigador, aunque claro tienen toda la experiencia en obra y proyecto que quieras pedirles. La verdad es que 8 horas al día difícilmente dan para elevar todos estos indicadores. Hablamos de dedicación real ya que sus contratos directamente impiden cualquier otro tipo de vinculación laboral, todos tienen oficina en el Departamento en la que no toca fichar pero no somos tantos como para que no se perciba su ausencia. El caso es que el profesor maduro, con trayectoria, a menudo no encuentra la manera de sacar adelante tanta trinchera al mismo tiempo, algo que creo es totalmente comprensible. Por hacer un símil tonto, es difícil ser como los de artes en docencia e intentar cumplir al tiempo los estándares de los de ingeniería en investigación. Creo que todos los frentes son necesarios, pero sin dosificación nos encontramos todo el día corriendo como pollo sin cabeza, sin pensar, "apagando incendios" como escribían Lorenzo y Agnieszka en alguna ocasión.

    2- En el otro lado de la balanza estamos los jóvenes, aquellos que "no han firmado ni 5 obras o ganado ni 1 concurso de entidad". Efectivamente si lo hiciéramos seríamos mejores arquitectos, docentes y probablemente personas, eso no lo dudo. Lo que no se puede hacer es poner este tema sobre la mesa como algo "natural", por varias razones. Una es que fuera de España, muy a menudo somos los arquitectos los que nos encargamos de áreas de docencia de las que normalmente no nos hemos encargado los arquitectos, los Departamentos de Arquitectura son únicos y no hay profesores de planta de otras disciplinas, encontramos por ejemplo "historiadores de la arquitectura" sin obra construida o sin mucho interés que incluso han llegado a ganar medallas de la RIBA antes que la difunta Hadid. Este perfil existe, es útil, reconocido, y no somos pocos los que quisiéramos seguirlo. Otra razón es que la situación económica actual hace que sea difícil trabajar proyectando a cuenta de otro arquitecto, no digamos ya firmar proyectos por uno mismo, por lo que los jóvenes profesores nos acabamos especializando precisamente en esas áreas en las que nuestros mentores, nacidos de lo profesional, no pudieron formarse. Ya me gustaría a mi tener un hermano fotógrafo que quisiera casas estudio con las que estrenarme.

    En resumen… creo que el tema es complejo. Todos tenemos ese dilema interno del equilibrio entre lo profesional y lo académico. Todos queremos producir arquitectura y conocimiento al mismo tiempo, y ojalá fuera así, pero ganar bienales con proyectos construidos y de investigación al mismo tiempo no parece algo que pueda hacer una misma persona, al igual que es poco probable que un experto cirujano practicante descubra la cura del cáncer. Casos hay… quizás porque una de esas dos facetas mantiene económicamente a la otra, porque hay ayuda adicional (hola Denise), porque siempre habrá genios, y porque también los habrá tramposos. Eso da para otra cerveza. Ala!

    Pd: #congresoarchicañas

  5. Ignacio V.-Sandoval

    Me interesa mucho la visión de Rodrigo Almonacid.

    Pero sigo teniendo muchas dudas respecto a la relación entre investigación y docencia en las universidades. Cada día que pasa constato que son cosas que, aunque convivan bajo el mismo techo, tienen un cierto grado de separación. Mi hincapie está siempre del lado de la profesión, de la búsqueda de una cercania mayor entre lo que se enseña y lo que después se profesa. Investigar es algo que después servirá a todos (docentes, alumnos y profesionales) pero puede que el profesor universitario no deba de ser, tal y como auspicia nuestros sistema, un ser dual que tenga obligatoriedad de prácticar en ambos campos.

    Fichar: todos. Sin duda. En la URJC nos han puesto detectores de huella digital para registro cada 2h (por si alguien tuviera 6h en un día y se escaqueara). en breve retina y análisis de orina.

  6. Ignacio V.-Sandoval

    La primera va de agradecimiento por destacar nuestro trabajo en la URJC.
    La segunda es breve: la transmisión de ilusión como docentes. Creo que no hay otra clave. Es la única manera de tratar temas como la empresa, la gestión en arquitectura y lograr el objetivo final, que los alumnos descubran esa misma ilusión y la apliquen a su desarrollo profesional.

    Los docentes debemos de proporcionar capacidades, no solo herramientas (que es la formula que nos ha venido bien durante años), prefiero hablar de una capacidad para que ellos desarrollen sus herramientas y busquen su camino de manera más personal.

    Aun a riesgo de parecer excesivamente pragmático: una universidad forma para una profesión, no para una conciencia social (lo digo sabiendo que hay trabajos en esa linea desarrollados por profesores nuestros), máxime si es pública. Cómo los alumnos quieran ejercer esa profesión: trabajando para un fondo de inversión buitre o remodelando un país en desarrollo tiene que caer sobre su propia conciencia ya que desde un aula no creo que debamos adoctrinar en un sentido único.

    Nuestro objetivo docente se basa (entre otras cosas) en la diversidad de una profesión completa y compleja.

    El camino tiene que ser luego de especialización por libre elección.

  7. Miguel Martín Heredia

    Una estupenda reflexión Lorenzo, porque además la arquitectura es un oficio de largo recorrido, no olvidare a D. Antonio Fernández Alba del que aprendí a pensar en arquitectura y a tener una visión critica de mi trabajo, también hubo otros.

  8. Joan Pascual Ubalde

    Bueno, eso de que la carrera pasaba en un Jesús, diría que los que la tuvimos que hacer trabajando 8h/dia, como mínimo en un Jesús y María, un año proyectos y urbanismo y al siguiente, las “Marías”. En las Marías había profesores buenos y malos, era una suerte que te tocara uno bueno, puesto que si te gustaban las clases de “proyectos” estos eran los que eran capaces de integrar su enseñanza en los mismos. Yendo al grano, acabo de leer un artículo de Santiago de Molina, al que aprovecho la oportunidad para felicitarlo, en el que habla precisamente de las correcciones en clase de proyectos. Hay cátedras que funcionan y otras que no, también hay profesores buenos y otros no tanto, más aun si no tienen experiencia constructiva, son estas deficiencias las que suelen ocultarse con discursos teóricos y las menos veces, con actitud castradora. No creo en el profesor sentado en una mesa donde van circulando alumnos a corregir su proyecto, mientras los otros escuchan durante media hora y luego poco a poco todos van desapareciendo. Eso se puede hacer una vez al mes. Lo que sí que creo que funciona, son los talleres donde todo el mundo trabaja y el profesor o profesores van pasando constantemente por cada una de las mesas ( hay pocos con esa actitud ). Tampoco entiendo porqué no se construyen los proyectos en la escuela , empezando por los más sencillos hasta llegar a los de un cierto grado de complejidad. Al menos, durante este trabajo, vendrá un día ese profesor, al que admiras, porque en su trabajo hay poesía, filosofía, imaginación y seguramente oficio, el oficio es un imán que atrae indefectiblemente estas materias para su enriquecimiento. Ah! en el claustro, los profesores tienen que poner nota a su trabajo a partir de los logros de sus alumnos. Todo lo demás viene por añadidura…

  9. Rodrigo Almonacid

    Está bien que un profesor resulte comunicativo y comprensivo, nadie lo discute. Pero no basta con tener un blog o pasearse por las redes sociales para «modernizar» su imagen o su supuesta innovación docente. Hacen falta muchas más cosas para garantizar la calidad del profesorado. Cito algunas:
    – Calidad real (no impacto «indexado») de sus artículos de investigación o libros (os sorprendería conocer cuántos profesores nunca han aportado nada en investigación «reciente», lo cual es índice de obsolescencia y baja calidad «teórica»).
    – Calidad de sus Proyectos, especialmente los que vinculan su actividad académica (área de conocimiento) y profesional (lo digo porque hay mayoría de jóvenes profesores de arquitectura que no han firmado ni 5 obras o ganado ni 1 concurso de entidad, y eso es otro posible índice de calidad de su faceta «práctica»).
    – Participación en actividades relacionadas con la Innovación Docente, lo que es un índice de su interés por la pedagogía (habitualmente muy escasa o nula).
    – Gestión y organización de equipos para desarrollar Proyectos de Investigación con financiación, cada vez más infrecuentes en las ETSAs.
    – Participación y colaboración en la difusión de sus conocimientos a escala social por vías offline (exposiciones, eventos, congresos, cursos, charlas) y online (repositorios web, blogs, slideshares o similares).

    Un último detalle «sin importancia» 😉 : al menos los profesores-funcionarios (Catedràticos+Titulares) deberían tener un control de dedicación, deberían «fichar», sí, «fichar», y así veríamos todos su DEDICACIÓN REAL (al menos teóricamente) en su puesto de trabajo en la Universidad que les paga un holgado salario por su dedicación exclusiva, de al menos 8h. diarias (ejem…) cosa que sí rige al resto de funcionarios de Estado.

    No me extiendo más, pero el debate tiene muchas líneas críticas por donde ser abordado. Enhorabuena por este post a sus autores y gracias por fomentar estos debates en la red, pues en las universidades son imposibles como es sabido.

    ( @ro_almonacid )

  10. Manuel Saga

    «Con todo ello, otro de los problemas principales es que **** se lo ponen bien difícil a los nuevos profesores.» Complicadillo entrar a saco desde el principio, todo toca con paciencia y saliva…

  11. Francisco Javier Moreno

    Nunca mas de acuerdo con el articulo. Estoy en contacto con la ETSA de Malaga y Sevilla y hay muchos compañeros contratados que no llegan a trasmitir ni enseñar. Es una pena que aún no haya coherencia en este sentido.

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