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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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CAMBIAR LA EDUCACIÓN PARA CAMBIAR LA CIUDAD _ Parte 3/3

Si algo caracteriza la educación que podamos dar hoy a nuestr@s alumn@s es la incertidumbre. Estos tiempos líquidos que nos hizo ver Bauman, se ha convertido en gaseosos. Enseñar como si no hubiera pasado nada cada día es más un acto de irresponsabilidad. Sin embargo, muchas de nuestras Escuelas de arquitectura siguen su hoja de ruta obviando que todos sus alumnos son nativos digitales o que la formación online ha de convivir con la presencia sí o sí. 

Son muchos los aspectos que nos tenemos que plantear y el armazón de dinosaurio académico muchas veces no está listo para adaptarse a estos nuevos tiempos.

Sobre todo esto y mucho más va el post de hoy. ¿Te vienes con nosotros?

1 Tiempos gasesos para la enseñanza de arquitectura

Como decimos, vivimos tiempos claves en el mundo de la docencia. Las cada vez más evidentes posibilidades del mundo 2.0 se juntan con todos los movimientos que ha generado la aparición del Covid-19. Los últimos meses  han sido de una intensidad increíble y muchas veces a marchas forzadas se han ido dando pasos de gigante. Las bondades del teletrabajo y la educación online se han tenido que incorporar de manera demasiado brusca.

En nuestro caso, nos ha tocado comunicar un maravilloso congreso, ARQUITECTURA Y PERSONA, que se ha hecho de forma hibridada y ha puesto el foco en una nueva forma de enseñanza (ver aquí). Además predicando con el ejemplo.

También, tenemos la suerte de coordinar el blog de Escuela de arquitectura (https://escuelaarquitectura.es/). Por ahí, podéis leer muchos post que los profes de la escuela de arquitectura de UFV han publicado y que tienen mucho que ver con lo que hablamos en este post.

Con todo ello, nuestro mundillo arquitectónico no resulta ajeno a todos estos vaivenes y  avances.

Cada vez es más importante que nos podamos parar para analizar los nuevos caminos que vamos tomando y podamos aprender de manera colaborativa.

Aquí te dejamos un pequeño adelanto del post:

A pesar de que nos vamos a explayar con muchos temas, somos conscientes de que no podemos profundizar en todos los aspectos como nos gustaría y en muchos casos, os vamos dejando enlaces por el texto para que puedas ampliar la mirada sobre cada punto.

Uno de los temas que se nos queda cortos en el texto es de cómo la llegada del Covid19 ha cambiado de manera drástica la forma de enseñar. En este sentido, tienes este post del incombustible Enrique Parra que te puede gustar mucho: Un curso extrañamente inolvidable (ver aquí).

De todas formas, te animamos a que te pongas un cafetillo y te tomes tu tiempo para leer el post. No es un artículo rápido que se lee en 5 minutos. Somos conscientes de que el post podría haber “partido” en varios y tendrían más visitas; pero, en este caso, priorizamos el que quien quiera meterse en harina lo pueda hacer con comodidad.

1.1 UN POCO DE HISTORIA

1.1.3 Aprendiendo de nuestros antepasados

Cada vez todo es más incierto y, de alguna forma, inestable. Lo que hoy existe en pocos años se transformará y aparecerán nuevas maneras de hacer las cosas. Estamos en una época líquida y convine adaptarnos a este nuevo entorno que nos toca vivir. Pero para prepararnos para el futuro, nada mejor que echar un vistazo atrás.

La evolución de las especies, aparentemente, se ha basado en la supervivencia de las más competitivas; es decir, en la ley del más fuerte. Pero en realidad no es exactamente así: han sido las especies que mejor han garantizado su reproducción las que han ido evolucionando, mientras que el resto se fueron quedando por el camino.

De esta forma, con el paso del tiempo, aparecieron nuestros primeros antepasados, los Homo Habilis, que además de manejar conscientemente ciertas herramientas, comenzaron, por primera vez en la historia de los homínidos, a cooperar entre ellos. Así, esta pequeña cohesión social se fue desarrollando hasta convertirse en la clave de que hoy sea el Homo Sapiens el que esté aquí y no otros primos cercanos como los Paranthropus o el Homo Erectus.

De hecho, cuando hace unos 50.000 años nuestra especie llegó a Europa, vía Eurasia, se encontraron con un clima extremo y otra especie, cercana pero distinta, totalmente adaptada a su entorno: los Neardentales. Nuevamente, no fueron las armas ni el poderío físico lo que hizo que los Sapiens prevalecieran como dueños y señores del continente, sino su capacidad de cooperar entre ellos, según indican los últimos estudios sobre el tema. Ni más ni menos.

1.1.2 Malas praxis en la docencia de arquitectura.

Por desgracia, en nuestra sociedad moderna, la cooperación siempre ha sido la prima pobre de la competitividad. De hecho, nuestro actual sistema educativo no se basa, generalmente, en formar personas, ni en desarrollar su humanidad o creatividad; se basa, tristemente, en garantizar la acumulación de información, inculcando como valor estrella la competitividad.

En este sentido, Eduardo Punset, en su libro “El viaje a la felicidad”, comenta: “este modelo educativo crea, inevitablemente, condiciones competitivas extremas. Los niños se comparan constantemente unos con otros. No aprenden a apoyarse, a colaborar ni a dividirse las tareas. Todos sirven para lo mismo, llevan a cabo tareas idénticas; no aportan nada específico al grupo, ni desarrollan sus cualidades personales, ni valoran su propio aprendizaje, y compiten por la atención del mismo profesor. Si se pretende formar adultos que sepan colaborar, éste es el peor sistema posible”.

Así es como, pasados los años,  los alumnos llegan a las Escuelas de Arquitectura y, a diferencia de en otras disciplinas, donde quizás  pueda mitigarse esta colección de errores, en la enseñanza de arquitectura lo normal es que, muchos de ellos, se enfaticen. Estamos, en muchos casos, en las antípodas de una enseñanza líquida de arquitectura. Muchos programas son heredados de los de hace 30 años y los lavados de cara no son demasiado eficientes.

Todos conocemos muchos profesores de arquitectura que se empeñan en potenciar el espíritu de ser el mejor a toda costa en los alumnos. Incluso la propia institución puede validar esta errónea idea. Profesores que se atrincheran detrás de un atril y siguen leyendo sus propios apuntes de hace mil años. Profesores sin capacidad docente que por ser arquitectos se les supone que explicarán bien. Sobre este tema, Felipe Samarán Saló, el director de la Escuela de arquitectura de UFV, tiene un estupendo post el blog de Escuela de arquitectura: ¿MAESTRO APISONADORA O RAYO DE LUZ? (ver aquí)

Evidentemente, en muchos casos su arquitectura ha sido de primer nivel, en otros no tanto, pero este no es el quid de la cuestión. La clave está en pararnos a pensar qué aptitudes didácticas adquiere un arquitecto por el hecho de construir. Y la respuesta está clara: ninguna. También es cierto que, si un profesor de proyectos en el aula enseña una cosa y fuera de ella no predica con el ejemplo, mal vamos. La realidad es que, construir bien ayuda a ser buen profesor de arquitectura, pero sólo eso. Es mucho más decisiva la capacidad del docente de poner al alumno en el centro de toda la experiencia docente. Las emociones y experiencias vitales que el alumno vivirá en su transcurrir académico son mucho más importantes que la información en sí misma.

Profesores que tratan a patadas a los alumnos. Profesores que, hasta hace cuatro días, eran capaces de hacerles llorar en clases. Hemos visto, en vivo y en directo, correcciones muy crueles, propias de gente con muy pocos escrúpulos. Hacer llorar a un estudiante en una corrección debiera ser motivo de la expulsión inmediata del profesor de la Universidad. Estas situaciones, que serían impensables en otras disciplinas, creemos que han sido una práctica extendida en muchas universidades.

Es evidente que estamos generalizando y en muchos casos sí nos hemos encontrado con profesores con gran vocación (ver aquí). Seguramente, cada vez tenemos menos de estos especímenes docentes que viven sumidos en una forma de docencia indecente.

Una manera de hacer que, a día de hoy,  sigue potenciando la figura del arquitecto estrella. En muchos casos, se sigue inculcando al alumno la idea de que, como si por arte de magia, nada más salir de la carrera fuera a construir edificios fantásticos al más puro estilo del movimiento moderno.  La realidad es que, hace muchos años que, el mercado no demanda este tipo de profesionales. Por ello, la enseñanza, como en su día explicamos (ver aquí), ha de estar enfocada en desarrollar las habilidades blandas del alumnado. Entre ellas, la de la cooperación.

La imagen del arquitecto egoico de la escena de Howard Roark en  El manantial   ha hecho más daño del que pudiera parecer.

En fin, que es una pena que no se tenga claro que, en los tiempos que corren, el profesor tendrían que ser muy diferente a lo que nosotros vivimos en nuestros tiempos universitarios. Tampoco, es un buen plan la cantidad de horas que cada docente ha de “perder” en temas administrativos y de puntuación para poder seguir en su puesto de trabajo.

La mayoría tienen que estar pendientes de los caprichos de los criterios de evaluación -antigua Aneca-  y si quieren prosperar en el mundo académico han de pasar por el aro de perder mucho tiempo publicando en revistas de índice de impacto (ver aquí) y tener la boca más bien cerrada.

Muchas de estas publicaciones académicas están obsoletas y son un mero reparto de citas y certificados para bien de unos pocos. Mientras tanto,  publicar en el mundo digital, independientemente del medio que sea, sigue sin tener ningún valor académico.

Por suerte, van apareciendo nuevos valientes proyectos editoriales dentro del mundo de la investigación de arquitectura pero que parten de premisas muy diferentes. Un buen ejemplo es la revista VAD (ver aquí).

En este sentido, hay mucho que hacer, y también en mejorar todo lo que tiene que ver con el mundo de la investigación en la arquitectura. Las becas son escasas y los grupos de investigación justo tienen dinero para fotocopias (literal).

Sobre todo esto y mucho más, nuestros amigos, y recientes doctores, Beatriz Villanueva y Francisco Javier Casas Cobo de bRijUNi architects apuntaban en su primer post para el blog de Fundación Arquia  “(…)Aunque la crítica en las revistas de arquitectura, como ya se ha hablado tantas veces, hace tiempo que abandonó cualquier atisbo de posicionarse críticamente (más allá de esa mera selección sólo de lo bueno que se justifica débilmente con la necesidad de no perder el tiempo con lo errado o lo insustancial) queremos señalar aquí el hecho de que ni la crítica de cine ni la de literatura hayan optado por caminos tan poco comprometidos.” (ver aquí)

Con todo ello, vemos que ser profesor a día de hoy, seguramente, tiene demasiados condicionantes que se valoran más allá de la propia capacidad docente del profesor. De hecho, ésta en sí misma no se tiene demasiado en cuenta. Mucho menos su capacidad de ilusionar al alumnado con lo que transmite. Así, poco hacemos con alguien que ha publicado en varias revisas de alto impacto académico, pero su forma de tratar a sus alumnos tiene cero impacto en sus vidas. Necesitamos más empatía y menos papeleo, más amor por la enseñanza y menos ganas de seguir perpetuando la figura del arquitecto egoico. Ser profesor de arquitectura es, a nuestro parecer, una de las profesiones más bonitas que hay; pero también es cierto que, en general, el clima de las escuelas de Arquitectura no es el mejor. Departamentos enfrentados a cuchillo, los de urbanismo pensando que los de proyectos son unos prepotentes y los de proyectos pensando que no se les valora lo suficiente.  También es cierto que quizás estos enfrentamientos tienen que ver más con la vieja escuela que con Universidades más modernas.

¡Ah!! Y no olvidarnos que  tenemos en nuestra propia casa un buen sistema de enseñanza que es la forma en la que siempre se han enseñado proyectos. En algunas Escuelas incluso con talleres verticales, que es una idea estupenda para crear lazos y motivaciones entre estudiantes de distintas edades. Esta forma de enseñar se ha llevado a otros ámbitos con éxito y nosotros no somos capaces de valorar lo que tenemos.

1.1.3 Buenas praxis en la docencia de arquitectura

Estamos hablando de que sólo una parte de los profesores de arquitectura se pueden seguir reflejando en esta descripción un tanto tétrica de la profesión de la docencia de arquitectura. Por suerte, nosotros mismos, pudimos conocer a otros profesores (ver aquí) que nada tienen que ver con este despropósito.

Por lo que vamos viendo, cada vez hay más escuelas que apuestan por una forma de tratar al alumno muy diferente a lo que venimos hablando en este post. Universidades, como la Escuela de arquitectura UFV, con profesores que son capaces de poner en centro a la persona y otras, como la Escuela de arquitectura de URJC,  que los preparan para la vida real de arquitecto .

También vemos, desde hace muchos años a los propios alumnos cogiendo las riendas de sus aprendizaje como en la FETSAC (Ver aquí su fantástico canal de youtube).

Si analizamos lo que es la docencia de arquitectura en España a lo largo de las últimas décadas, lo mismo que vemos sombras también podemos ver mucha luz.

Por un lado, el propio método de la enseñanza de proyectos es algo muy avanzado a nivel docente y para nada habitual en otras disciplinas o carreras. Nos hemos habituado a una forma de “aprender haciendo” que tiene muchas bondades y que, seguramente, no hemos valorado lo suficiente.

Como apuntaba, la doctora arquitecta  Blanca Espigares Rooney (ver su nuevo proyecto personal por aquí) en este mismo blog:

“Las Escuelas de Arquitectura se han caracterizado por impartir docencia en “taller”, un  sistema de enseñanza heredado de las antiguas formas de aprendizaje con maestro. Es un espacio donde no existe estrado ni clases magistrales, donde se integra la teoría y la práctica y el profesor comparte mesa con los estudiantes; la enseñanza se fundamenta en la investigación, se enfatiza en la búsqueda de soluciones al problema planteado y se construye con la interacción de los asistentes.  La duración del proyecto propuesto es de unos meses, así que los estudiantes muestran sus avances cada semana mientras son comentados por parte de todos en un coloquio en el que el profesor actúa más de catalizador que de docente de clases magistrales. El estudiante aprende mediante la comparación de procesos de trabajo, del suyo propio y de sus compañeros, con los comentarios, ejemplos y guía del profesor. El taller es un método adoptado por las nuevas corrientes pedagógicas que buscan responder de esta forma a la era de la información y nuevas tecnologías.”  (ver aquí)

Imagen de Taller de proyectos de Arquitectura en San Jorge

De hecho, esto tiene mucho que ver con todo lo que todos nosotros hemos aprendido en los pasillos de las Escuelas. Poco se habla de la importancia que tienen las relaciones que se fraguan a lo largo de los años de la carrera. Por ello, hace un tiempo preguntamos a varios amigos arquitectos por sus recuerdos de la carrera y esto fue lo que nos contaron:

 

A su vez, no podemos dejar de destacar que la formación del arquitecto en España tiene una carga técnica mucho mayor que en la mayoría de países. En nuestro caso, que habíamos estudiado Ingeniera Civil (Agnieszka) y Aparejador (Lorenzo) es algo que, desde el principio, agradecimos. Como todo en la vida, es importante aprender a volar, pero si por el camino nadie te enseña a echar raíces, el vuelo puede ser bien peligroso. En esta línea, el joven arquitecto Manuel Saga, escribe en uno de sus precisos post del blog de Fundación Arquia:

“En 2020, la duración de los estudios de arquitectura en España sigue siendo un tema de conversación común entre estudiantes y arquitectos. Hasta hace algunos años la carrera era larga, mucho más que lo que programaban los planes de estudio, y finalizada en un Proyecto Fin de Carrera que a menudo pecaba de inconsistencias académicas y logísticas. Hoy en día el PFC es apenas un rumor susurrado por los pasillos como si de una historia de terror se tratase. Aun así, merece la pena preguntarse una vez más: ¿estudiar arquitectura en España sigue siendo estudiar dos veces? (ver aquí)

Por Alejandro de la Sota.

Por Alejandro de la Sota.

Ciertamente, nuestra profesión tiene unos componentes más humanistas y artísticos y otros más técnicos. Es algo evidente, pero que muchas veces se olvida. Obviar lo obvio es más habitual de lo que parece, sobre todo cuando leemos ciertos discursos que hacen un uso del lenguaje totalmente fuera de lugar (ver aquí). Arquitectos que toman al personal por idiota y disfrazan sus carencias con teorías retorcidas.

Por contra, otros arquitectos con los pies en el suelo, como nuestro admirado José Ramón Hernández Correa, afirmaba hace un tiempo en nuestro propio blog:

“Los arquitectos, una vez más, nos defendemos enarbolando nuestra supuesta “poesía” (habría que verlo) y dando a menudo soluciones poco prácticas, mal mamadas desde la escuela. Nos negamos a estabular a las personas detrás de ventanas con rayitas, pero pocas veces somos capaces de defender que nuestras rayitas sean mejores. Nuestra formación es muy buena, y es una pena que muchos no sepan apreciarla. Pero le falta un detalle: Convencer, lo primero a los estudiantes, y desde el primer día de escuela, de que nuestras soluciones no son caprichos poéticos ni suspiros melifluos; sino que, además de dar más calidad de vida, funcionan mejor y son más económicas y prácticas. Si no lo hacemos estamos perdidos, y la formación de arquitecto verdaderamente no servirá para nada.” (ver aquí)

Por otro lado, no podemos seguir hablando de la importancia de aprender arquitectura sin valorar la inmensidad de libros buenísimos que, por suerte, se han publicado en nuestra disciplina.  Libros que no están en la red y que, en muchos casos, son material imprescindible para entender de verdad lo que significa ser arquitecto. Por mucho  que nosotros hablemos de las bondades del mundo 2.0, a día de hoy, leer libros de arquitectura nos sigue pareciendo imprescindible.

Lo mismo que por muchos proyectos que podamos disfrutar en la red, nada es comparable a visitar la buena arquitectura en vivo y en directo.

Pantallazo de una de las páginas del libro que el maravilloso Fisac dedicó a sus sobrinos.

Acceso al libro (en la mayoría de los sitios está descatalogado):

CARTA A MIS SOBRINOS (ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA)

MIGUEL FISAC

1.2 LA IMPORTANCIA DEL MUNDO DIGITAL

Cuando nosotros salíamos de la carrera el principal problema que nos encontrábamos era que más allá de lo mucho que habíamos aprendido de arquitectura, cuando dábamos el salto al mundo real del día a día de los arquitectos, nuestra formación en áreas más administrativas o de gestión de un estudio de arquitectura eran mínimas.

De hecho, en toda la carrera prácticamente nadie nos habló de que había algo llamado cliente que, curiosamente, es fundamental para desarrollar nuestra profesión. Es más, como hemos explicado en otros post, entendemos que es lo que da sentido a nuestro servicio (ver aquí).

Posteriormente, desde esta misma plataforma digital, hemos hablado de la necesidad de formar a los alumnos en materias como Identidad Digital o productividad. De hecho, ante la inexistencia de esta formación en las Escuelas de Arquitectura, son más de ocho años desde que hacemos nuestros cursos online sobre estos temas (aquí y aquí).

Mirando para atrás, cuesta creer que sacásemos adelante los proyectos de arquitectura que hemos hecho y que !no nos hayamos arruinado por el camino! Es decir, la preparación que tuvimos, a nivel empresarial, fue casi nula y el destino quiso ser benévolo con quienes escriben estas líneas. Lo peor de todo (¿lo mejor?) es que por aquel entonces no éramos nada conscientes de nuestras nulas dotes empresariales. La ignorancia es atrevida. Tenemos tendencia a pintar la vida de color de rosa y eso, a veces, te hace tirar del carro sin ser muy conscientes de la realidad. Cuando sale bien dices: “mira que bien que somos tan optimistas”; pero, cuando sale mal, te lamentas de lo lindo. Con los años, parece que vamos encontrando un curioso término medio entre ambos extremos o por lo menos lo intentamos.

Con todo ello, aunque nuestro blog de Stepienybarno no es una publicación digital que se centre en el tema de la enseñanza, es cierto que, cuando hemos publicado sobre el tema a nuestros lectores les ha gustado mucho.

Es más, dos de las cartas de un estudiante (ver aquí y aquí) son dos de los artículos que más impacto tuvieron en su día. También, la serie #Educarq tuvo una acogida excelente.

En cualquier caso, desde aquí es natural llegar al concepto de Educación expandida (en la segunda parte del post lo desarrollamos –ver aquí-).

1.3 NUEVOS TIEMPOS

Con todo ello, vemos que, han llegado nuevos tiempos en los que el papel del alumno y del profesor, ha cambiado y conviene replantearnos de manera radical qué podemos hacer a día de hoy para que nuestros alumnos tengan la mejor formación posible.

En este sentido el profesor, Miguel Herranz Llorente, apunta:

“El papel del docente cambia de ser un mero transmisor de contenidos de aprendizaje a ser facilitador de lo que aprenden los estudiantes. Se da más importancia al proceso, y los alumnos se responsabilizan de los propios aprendizajes. Se busca trabajo en grupos heterogéneos para aumentar la riqueza de las propuestas y de los intercambios del propio alumnado.

El papel del alumno, por tanto, adquiere más autonomía, lo que supone un mayor compromiso y siguiendo a Biggs (2006) ello supone una mayor motivación, lo cual provoca una mejora de la calidad de la docencia. Se les prepara para que sean capaces de adaptarse a la Modernidad líquida, donde deben superar el modelo individual buscando apoyarse en comunidades de aprendizaje.”

Así, debiéramos exigir a los profesores una enseñanza que se adapte, por un lado, a la realidad que nos toca vivir y, por otro, al mundo digital. A su vez, si no hay pasión y se va a cumplir el expediente, el profesor no sirve para su tarea; de hecho, ser capaces de enamorar al estudiante, más allá de si la asignatura es mecánica del suelo o legal, debiera ser requisito imprescindible para ser docente.

A su vez, sería bueno ver qué profesores tienen verdadera formación para poder enseñar, pues ni siquiera ser buen arquitecto, te garantiza para nada ser buen profesor. Si a esto unimos que lo suyo es que un profesor tenga verdaderas dotes de comunicación, la cosa se complica.

Son muchos aspectos los que hoy hacen falta para ser un buen docente de arquitectura o de lo que sea, y no es de recibo que los arquitectos queramos seguir enseñando en un formato vertical, en el que alguien se sube a la tarima y lo que dice va a misa. Tampoco está ni medio bien que se sigan proponiendo de manera sistemática enunciados para proyectos que bien podrían ser de hace 20 años.

Así, como vemos a lo largo de este post, estamos hablando de palabras mayores. De un cambio que ha venido para quedarse y de poner en valor los buenos pilares que siempre ha tenido la propia enseñanza de arquitectura. Los que hemos pasado por una escuela de arquitectura, sabemos que estudiar arquitectura es mucho más que una carrera. El profesor Necdet Teymur  afirma: “La educación es una de las maneras más nobles de ocuparse, y la práctica educativa en cualquier área tiene una responsabilidad irrevocable hacia la humanidad, la sociedad y el conocimiento. La educación en arquitectura, además, tiene la responsabilidad de producir no solamente los futuros diseñadores del mundo construido, sino también de producir su conocimiento. Investigar y discutir la educación, por lo tanto, debe hacerse con una motivación más allá de lo pragmático. Es una educación en sí. Al estudiar la educación de arquitectos no solamente se llega a entender mejor la práctica educativa, sino que también se comprende mejor la arquitectura y el mundo.” (ver aquí)

https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.18389/dearq9.2011.03

En fin, muchos temas importantes que hay que tener en cuenta y que, en demasiadas ocasiones, se obvian. La sociedad no necesita más arquitectos egocéntricos que se crean en posesión de la verdad. El mundo necesita arquitectos que sean capaces de facilitar procesos y para ello es imprescindible que nuestras Escuelas sepan formar a estos nuevos profesionales.

2 ENSEÑAR A PENSAR EN PROCESOS

Necesitamos afinar bien la nueva enseñanza de arquitectura que podemos y debemos exigir. Ha de ser algo acorde a los tiempos que corren y que evite, en la medida de lo posible, las sombras del pasado.

Para dar forma a esta nueva docencia, en nuestra opinión, conviene tener muy presente el concepto de Educación Expandida.

En general, a la desconexión con la realidad laboral que históricamente han hecho gala nuestras escuelas de arquitectura, ahora hay que sumar la casi nula adaptación a la Nueva Era Digital (por cierto, cada vez menos nueva y más digital) que nos toca vivir.

Adaptarse al mundo 2.0, va de saber aprovechar todo el potencial de la red y esto es algo mucho más complejo de lo que pudiera parecer.

Además, esto de la educación expandida, es un trabajo de ida y vuelta; por un lado, se trata de expandir las aulas hacia el mundo digital y, por otro, traer a un entorno físico parte del mundo pixelizado. Una especie de sístole y diástole que ha de funcionar de manera constante y no de forma puntual como muchos pretenden.

2.1 PROFESORES CATALIZADORES.

la mayoría de las Escuelas de arquitectura siguen con temarios de otros tiempos, fabricando arquitectos que no necesita está sociedad y que con el título en la mano verán que sus opciones laborales, después de años de muchos esfuerzo, son mínimas y otros países, con más petróleo bajo sus pies, se los llevarán aprovechándose nuestra precaria situación.

Todo esto además de generar cierta tristeza, pues son muchos los amigos que se han tenido que ir lejos por no encontrar en España un entorno mínimamente estable, también nos da rabia y bastante impotencia.

Han de llegar tiempos en los que los estudiantes dejen de ser alumnos aplicados que dicen sí amen y pasen a tomar el mando de operaciones. Así, se convertirán en participantes, creadores de su propia educación, siendo el profesor más un catalizador o facilitador de proyectos que un gurú que lo sabe todo.

Como bien apuntaba, el profesor Miguel Ángel Díaz Camacho en un post para el blog de Fundación Arquia,

“(…) El alumno actual presenta dos características propias de su tiempo: verdadera vocación y destreza para con lo digital. Malgastar su talento en la copia de textos al dictado no tiene ningún sentido: los temarios y las bibliografías están en su poder. El encuentro presencial debe ser revalorizado como una oportunidad para la exploración y el trabajo conjunto en la resolución de problemas o la manifestación de conflictos. El alumno conectado puede aprender y conocer; el alumno en el aula debe encontrar motivación para explorar y pensar (5). Muchas son las técnicas a nuestra disposición para fomentar la creatividad desde condiciones de entorno: proyectos participados, maquetas colectivas,  flipped classes o las conocidas maniobras  TGT (De Vries y Edwards, 1973). Los resultados son positivos.” (ver aquí)

2.2 ALUMNOS NATIVOS DIGITALES

Todo este nuevo mundo ya no tiene marcha atrás y los nativos digitales van a demandar cada vez más que lo que se enseñe en las aulas les atrape desde la emoción, pues el conocimiento en sí mismo está a mares en la red. Es más no tardará en llegar el momento en que cualquiera de nosotros lleve unas lentillas en las que con un simple pestañeo vea toda la información que necesite. Esto sin hablar del BIG DATA y todo el potencial que tiene. No se tratará de acumular conocimiento, ni siquiera conocer a la persona que más sabe; el futuro parará por saber gestionar y conectar esta información y la cantidad ingente de datos que vamos a generar.

Y así, teniendo bien claros estos conceptos, este profesor -convertido en persona de confianza-, será quien al participante de sus clases en el complejo camino del aprendizaje. Veremos una demanda cada vez más palpable de una educación hecha casi a medida, donde este facilitador / profesor tendrán que ayudar al alumnos a diseñar su propio itinerario formativo.

Será importante no confundir autoridad con autoritarismo para que ni el alumno se suba al a las barbas del docente, ni el profesor no sepa mantener su lugar.

Resulta fundamental que el profesor se aleje de los formatos en los que se le atribuía el poder y apueste por ser un catalizador. Desde ahí, se podrá sacar lo mejor de  sus pupilos. En este sentido, el arquitecto y profesor, Manuel Saga, afirma:

“(…) Recomiendo un acto de libertad: dejar de lado el chip de maestro y adoptar el de facilitador. El diseño de programas y planes docentes resulta toda una aventura cuando se piensa como una comunicación de doble sentido en la que el profesor facilita técnicas para que el estudiante genere su propio conocimiento, que el profesor recibe de vuelta.

La expresión gráfica quizás sea el mejor ejemplo de ello, una materia en la que el docente espera que gracias a unos instrumentos básicos, pero precisos, su estudiante le sorprenda con un ejercicio de rigor absoluto. Un profesor sorprendido es un profesor satisfecho.” (ver aquí)

2.3 DOCENCIA DE DOBLE VÍA.

Sin lugar a dudas, la capacidad de relacionarse a nivel personal entre el alumnado y el profesorado debiera ser uno de los requisitos más valorados. Esta relación no puede quedarse sólo en las aulas, ha de ser una comunicación bidireccional y 2.0.

En esta línea, hace un tiempo leíamos una entrevista al famoso profesor Gerald Conti, en la que anunciaba su retirada del mundo docente, y decía,  “Para mí la educación debe centrarse en lo cualitativo y no en lo cuantitativo. La docencia no deja de basarse en las relaciones personales y en fomentar la curiosidad de los estudiantes. Una visión que he tratado de llevar a la práctica durante toda mi carrera profesional”.

Con ello, no tiene sentido seguir acudiendo a clase para soltar el rollo de la historia de la arquitectura o cualquier asignatura teórica. Desde hace muchos años, hay MOOCs buenísimos donde la teoría está explicada.

Algunas escuelas como la UFV se están poniendo las pilas con estos temas y el verano pasado ya hicieron íntegramente online su tradicional curso de verano SAW. El resultado, por lo que sabemos, fue un éxito rotundo.

Por otro lado, es evidente que no todo lo que hay que explicar en las aulas de arquitectura se puede encontrar en la red. Esto lejos de ser un problema es una excelente oportunidad para grabarlo y que el alumno pueda verlo tranquilamente antes de ir a clases.

Ver aquí varios canales de Youtube que nos pueden interesar dentro de la docencia de arquitectura.

Una vez en el aula, nos encontraremos con alumnos que ya se saben la lección, pero que pueden profundizar con debates. En este punto, la labor del profesor de arquitectura será más semejante a la de un guía o facilitador. En este espacio se trata de solucionar dudas y abrir nuevas vías de investigación. Es un cambio radical y está en la mano de cualquiera. De hecho, en nuestra humilde escala de Stepienybarno es lo que venimos haciendo desde hace años en nuestros cursos online. Y si lo podemos hacer nosotros que somos algo minúsculo en comparación a cualquier Escuela, ¡!qué no podrán hacer desde allí!!

3 SER COMO JUNCOS

Todo está por hacer. Los nuevos tiempos generarán profesiones que hoy no tienen nombre. Necesitamos una educación flexible y adaptable. No podemos preparar a los alumnos para lo que harán dentro de 10 años; pero sí les podemos ayudar a adquirir habilidades blandas para que hagan lo que hagan, les vaya bien.

En este sentido Santiago de Molina, apunta: “Decir que las profesiones del futuro no están aún inventadas resulta un cliché ocioso. Su posible enumeración es todavía imprecisa y en su mayor parte se encuentra orientada a campos tecno-futuristas: asesores de privacidad, especialistas en agricultura urbana, ingenieros de control del clima, fabricante de partes del cuerpo personalizadas, ingenieros de transporte inteligente, diseñadores de avatares holográficos, guías de turismo espacial, cultivadores de especies extintas, operadores de gusanos de vertedero… Sin embargo y entre todas esas labores de futuro, a menudo se olvida que una de las más arriesgadas y necesarias tal vez sea, (y como puede comprenderse se trata de una apuesta), la de la arquitectura.”

Pero más allá de todo ello, la red ofrece múltiples posibilidades y, desde hace más de 10 años, ya son más de uno los profesores que apuestan por una enseñanza expandida de arquitectura (ver el blog del profesor Santiago de Molina o el de José Fariña). Docentes que son capaces de contagiar su amor por la arquitectura y adaptarse a los tiempos que les toca vivir. Si la mayoría de los alumnos googlean sin parar y están en Instagram de manera natural ¿Qué sentido tiene que la propia Universidad siga en su cueva 1.0?

Para estar encima de la tarima hay que tener un alto  conocimiento sobre la materia a tratar, y haberlo preparado expresamente para la asignatura en cuestión. Parece evidente que un “maestro” no puede seguir en pleno siglo XXI sentando cátedra desde un púlpito inaccesible.  Lo malo no es que lo haga, sino cómo lo hace. Ya no son de recibo horas y horas de monólogo arquitectónico sobre el tema que interesa al profesor, en vez de pensar en lo que puede interesar al alumno.

Necesitamos profesores que sean capaces de dejar descansar su ego y que se pongan las pilas en nuevos métodos docentes. Profesores que no olviden que sus alumnos son nativos digitales y que hay que tratarlos como tales. Si los tiempos son líquidos y maleables, no podemos seguir con técnicas del pasado. Toca apostar por métodos docentes cercanos al mundo lean/agile. Si no somos como juncos, nuestros días estarán contados. Desde aquí sí que podremos soñar con alumnos bien formados que cuando desembarquen en la realidad de la profesión no sufran más de lo necesario.

Llegado este punto conviene rescatar las palabras del inventor del concepto de  “tiempos líquidos”, Zygmunt Bauman:

“Se ve a la educación más como un producto que como un proceso. Así la educación parece abandonar la noción de conocimiento útil para toda la vida para sustituirla por la noción de conocimiento de usar y tirar. Esa concepción es uno de los retos a vencer. La educación debería ser una acción continua de la vida y no dedicarse únicamente al fomento de las habilidades técnicas. Lo importante es formar ciudadanos que recuperen el espacio público de diálogo y sus derechos democráticos, para así ser capaces de controlar el futuro de su entorno y el suyo propio. Cuando el mundo se encuentra en constante cambio, la educación debería ser lo bastante rápida para agregarse a éste. Estamos ante la educación líquida”.

Así, debemos apostar por una Escuela de arquitectura que se baje del pedestal e intente hablar con sus clientes, l@s alumn@s, de tú a tú. Que no trate a los alumnos como si fueran seres indefensos a los que llenar de datos. La mayoría de la información ya está accesible en la red y de lo que se trata es de enseñar a aprender a los alumnos.

¿Cómo enseñar a aprender?

En este sentido, es muy pertinente el post de Enrique Parra publicado en el blog de Fundación Arquia: Preguntas que todo estudiante de arquitectura te hará, si le das la oportunidad (ver aquí).

Es importante que la universidad y sus estudiantes se encuentren lo más cómodos posibles. Por ello, si los estuantes de arquitectura son ya todos nativos digitales, poco sentido tendrá que los profesores no se pongan al día con el mundo 2.0.

Desde Stepienybarno ya hemos dado tres cursos para profesores (uno online para La Unviersidad de México, otros dos presenciales en la Universidad de arquitectura Francisco de Vitoria y en Escuela de arquitectura de Pamplona)  y creemos que hay mucha tarea que hacer por ahí.

Nuestra experiencia ha sido positiva y todo lo que sea acercar el mundo de los estudiantes a los profesores está muy bien.

“(…) La Universidad es una paradoja en sí misma: tan lenta en sus reacciones ante la realidad que es anacrónica, y tan rica que de su seno (estudiantes e investigación) surgen las ideas e inventos que encauzan el futuro. Debido a esto, se espera que ante la rapidez de los acontecimientos sean sus integrantes, su comunidad, tanto de profesorado como de matriculados, la que se mueva y así la lenta maquinaria universitaria llegue a cambiar. Lo triste es que no sucede así, es más, se castiga y se maltrata esos movimientos. Lo vemos con la lenta implantación de realidades tan asentadas ya en la sociedad como las nuevas tecnologías o las redes sociales, que apenas se tienen en cuenta en docencia ni, por supuesto, en difusión de resultados de investigación.”  Comentaba en un viejo post la arquitecta Blanca Espigares (ver aquí).

Así, mientras nos ponemos las pilas en nuevos modelos educativos y en aprender a sacar todo el potencia de la red, sería bueno no olvidar que los algoritmos cada vez son más potentes. En muchas Escuelas Online hay aplicaciones que te ayudan a diseñar el sendero educativo del alumno. Por todo ello, los profesores tienen que saber ocupar sus lugar y ayudar a que la tecnología no termine creando robots. Cada vez será más necesaria la presencia humana para dar calor y cariño a un mundo 2.0 que puede resultar demasiado frío y aséptico.

Necesitamos marcar un nuevo rumbo educativo de la arquitectura. Un nuevo paradigma en el que las Escuelas de arquitectura sean fundamentales entendiendo que ya no se puede hacer docencia sólo 1.0. La clave está en no perder la cabeza con lo digital y no anclarse a lo de siempre. Nos toca vivir un mundo hibridado y la reducción de arquitectura ha de respirar de esta sinergia que se puede (y debe) dar entre lo digital y analógico.

¿Vamos a ello?

Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

Imagen de portada: Bruno Barnó Stepien (9 años)

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