¿QUÉ QUEDA DE LA CASA GUZMÁN?
Uno de los alumnos de la última edición de nuestro curso de Identidad Digital para arquitectos, Diego Palomares, nos hace llegar este texto que puede ser de vuestro interés.
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Nos despertamos una mañana y la casa Guzmán[1] ya no estaba allí. La noticia nos sacudió a todos porque parecía que la casa había encontrado su sitio para siempre, que estaba anclada al mundo y que nada se la llevaría. Pero nos equivocamos. El hombre, hay que reconocer, es animal de equivocarse.
Cualquiera que nos viera podría haberse preguntado que a cuento de qué venía tanto revuelo. Que qué es esto de lamentarse por que suceda algo así. Y puede que tuvieran razón. ¿Se habría sorprendido también Alejandro de la Sota de la desaparición de la casa?
Posiblemente no, o no tanto. O mucho más que nosotros. Aunque solo sea porque acostumbraba a adelantarse a lo extraño y a superarlo. Pero sobre todo porque pensaba que la casa tenía que estar íntimamente ligada a la vida, al tiempo, y luego a todo lo demás. Y en ese juego de filósofos[2], la primera ley es que lo material se va y la idea queda.
Sota quiso que la casa estuviera viva[3]. La dejó siempre en un temblor. En un vaivén, un subibaja. En un equilibrio poco estable y complejo. Más parecido al equilibrio de un móvil de Calder que al de una balanza romana de un solo brazo.
José Manuel López-Peláez[4], en una conferencia reciente, contaba cómo para Alejandro de la Sota este equilibrio frágil es un rasgo propio de la arquitectura moderna, que no es arquitectura para perdurar físicamente en el tiempo, aunque la sobrevivan las ideas que la generaron.
Entonces, ¿de la casa Guzmán qué queda? ¿Su idea? Pues sí y no. O no sólo eso. De la casa Guzmán quedan sus ideas y cientos de huellas del proceso: planos, escritos, fotos que se conservan en su Fundación [1] y en varias publicaciones.
Afortunadamente queda también la casa Domínguez[5], La Caeyra, en Poio, como huella muy aproximada del primero de los tres proyectos que Sota propone para la casa de Algete. Los Guzmán-Sagarminaga lo rechazaron con delicadeza y Sota lo guardó en un cajón hasta que se dieron las condiciones.
Queda la casa del rector del Colegio Mayor César Carlos, que es la vivienda que sirvió, después de varias aproximaciones fallidas y de una visita, como modelo para la casa que finalmente se construyó.
Quedan recuerdos de quienes vivieron la casa, oyeron sus historias o de quienes pudimos visitarla y salíamos de allí sin saber qué era más extraordinario, la casa o sus habitantes.
Podría ser peor. Podría no quedar nada. Pero los restos del desastre nos hacen preguntarnos si no existe alguna manera de encontrar un acuerdo entre la condición caduca de la arquitectura moderna y nuestra necesidad de su preservación física en el tiempo. Querríamos encontrarla.
Cuenta Ricardo Aroca[6] cómo Ramón Vázquez Molezún, amigo de Alejandro de la Sota, tenía una barquita en su casa de Bueu, en Pontevedra: La Roiba. No lejos de la casa Domínguez. Cada año, el temporal dañaba la barquita y Molezún, muy mañoso, la reparaba sustituyendo las tablillas peor tratadas por el mar. “Yo creo –decía con los años- que ya no queda ni una madera original, pero es la misma barca”.
Tal vez sea un camino. Advirtiendo que para que algo así ocurra tiene que producirse antes lo extraordinario: que se establezca una relación de afecto, un compromiso, un acuerdo muy íntimo, entre quien quiere conservar y lo preservado.
[o] Croquis de la Casa Guzmán. Fuente: Fundación Alejandro de la Sota
[1][bit.ly/ArchivoFundacionAS_CG] Casa Guzmán. Archivo original. Fundación Alejandro de la Sota
[2] En una entrevista al Sr.Guzmán, publicada en una revista suiza con motivo del fallecimiento del arquitecto, decía de su amigo Alejandro que era un “filósofo de la arquitectura”. A lo mejor se refería a cosas como estas.
[bit.ly/WBW_EG] Werk, Bauen+Wohnen. Zürich, Verlegergemeinschaft Werk, Bauen+Wohnen, Mayo 1997, número 5
[3][bit.ly/ArchivoFundacionAS_CG_Tx] Casa Guzmán. Memoria. Archivo original. Fundación Alejandro de la Sota
[4][bit.ly/presencias_intensas_jmlp] Conferencia. “Presencias Intensas.Tenacidad poética en la obra de Alejandro de la Sota”. José Manuel López-Peláez en la ETSA da Coruña. Enero de 2017
[5][bit.ly/ArchivoFundacionAS_CD] Casa Domínguez. La Caeyra. Archivo original. Fundación Alejandro de la Sota
[6][ bit.ly/arquitecturayestructura_raroca] Conferencia. “Arquitectura y estructura”. Ricardo Aroca en la ETSA de Madrid. Septiembre de 2015
Autor del texto: Diego Palomares
Edición del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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