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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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Los aburridos arquitectos.

La arquitectura rodea la vida de la gente. Pocas cosas están más presentes en su día a día que nuestra amada arquitectura.

Sin embargo, la mayoría de la gente no conoce casi nada de lo que entendemos por buena arquitectura y se limitan, en el mejor de los casos, a decir si les gusta algo o no.

Esto no es una crítica a los “no arquitectos” sino a nuestro colectivo de arquitectos que, durante años y años, no hemos sabido explicar a la sociedad ni para qué servimos ni qué es, en realidad, la arquitectura.

Sobre todo esto y mucho más va el post de hoy ¿Nos acompañas?

1 Comunicar arquitectura

Hace poco hablábamos con una periodista que suele escribir sobre arquitectura y nos comentaba que comenzó a hacerlo pues a ella, de partida,  sí que le interesaba la arquitectura; pero, le parecía que cuando los arquitectos hablaban de ella eran muy aburridos.

Comentaba que renombrados arquitectos, con una obra exquisita, daban sus charlas ante la mirada exclusiva de otros arquitectos que enamorados de la obra y el personaje disfrutaban de la misma. 

Sin embargo, este mismo discurso expuesto a personas menos entusiastas con su obra, no calaba para nada. 

Y sí, seguramente nuestra soporífera  y floja comunicación  es uno de los problemas de la profesión.

Nos hemos enamorado tanto de nuestro bebé que damos por hecho que se cuente como se cuente todo mundo lo apreciará. Algunos, los más optimistas, siempre han creído que incluso la arquitectura es algo tan maravilloso que cuando está bien hecha habla por sí sola. 

O que bastante hacemos con construir algo que está bien como para que nos molestemos en contarlo para que se entienda. 

Y no,  la arquitectura en sí misma no habla demasiado y de hecho, muchas veces, por la complejidad de nuestros proyectos pueden causar rechazo entre la mayoría de la población.

Que, por ejemplo, hoy en día una casa con cubierta plana pueda resultar algo extraño para el ojo del común de los mortales es un problema de la profesión.

Por un lado, no hemos hecho el esfuerzo suficiente explicando para qué servimos y tampoco hemos sabido trasladar al nuestro público objetivo las bondades de una buena arquitectura. 

Quizás hubo un tiempo, cuando los arquitectos se consideraban una especie de dioses del olimpo en que esto no hacía falta: pero, hoy en día, es imprescindible.

Seguir anclados en lo de siempre, por no poner en marcha los recursos suficientes para el cambio es un peaje demasiado caro.

 

2 Tomar ejemplo de los que sí lo hacen bien

Sin embargo, otras industrias como las automovilísticas han adaptado perfectamente sus diseños -a cada cual más moderno- al ojo de sus potenciales compradores. De hecho, no tardaremos en ver coches autónomos en nuestras ciudades y lo que hace poco parecía ciencia ficción, dentro de nada será lo habitual. En San Francisco ya hoy, en este 2023, el 10% de los taxis van sin conductor. 

El futuro está aquí, nos guste o no.

 

Sin embargo, a día de hoy, la mayoría de las propuestas que haríamos como arquitectos a nuestros clientes caerían en saco roto si propusiéramos el mejor proyecto que sabemos hacer.

Más allá de que a algún estudio de arquitectura le pueda entusiasmar hacer balaustradas, la mayoría es perfectamente solvente para hacer buena arquitectura si el cliente así lo permite o siente que necesita.

Si esto no fuera cierto, nuestras ciudades y pueblos no estarían llenos de arquitectura que es más una eficiente construcción que lo que entendemos por arquitectura con mayúsculas. 

Nuevamente esto no es una crítica a los proyectistas de estas viviendas, que hacen lo que pueden con lo que hay; sino a que, como colectivo, no hemos causado el interés necesario para que esto no sea así.

 

Si echamos un ojo a otros sectores como por ejemplo la ciencia, vemos que Instagram y youtube están plagados de fascinantes divulgadores.

Estos cracks de la comunicación no están pensando: “como la ciencia ya es tan interesante en sí misma la contamos tal cual y listo”. No, por el contrario, se esfuerzan en que su mensaje sea claro, ameno y divertido. Usan un tono coloquial y con mucho humor. ¿Ejemplos? Muchos, por ejemplo este de Javier Santaolalla (Date un voltio  @DateunVoltio).

 

3 Usar un lenguaje más sencillo

Sobre el tema en concreto del lenguaje que usamos ya hablamos en su día por aquí.

 

Con todo ello vemos que, los arquitectos, desde la propia escuela, nos hemos acostumbrado a hablar de que nuestro proyecto dialoga con el entorno, hablamos de la escala del proyecto o de alguna metáfora más o menos real. Cosas de arquitectos que solo importan a arquitectos. 

Todo esto sin contar que unos pocos arquitectos  rizan el rizo y consiguen hablar de metalenguajes de una arquitectura política que lo que consiguen que ni siquiera los propios arquitectos les sigan el rollo. 

 

Todo este exceso de palabrería y discursos vacíos es un despropósito al que hay que poner freno. Sería bueno entrenarnos en el noble arte de comunicar con cierta soltura lo que hacemos para que nos entienda quien va a disfrutar de nuestra arquitectura.

Todos tenemos responsabilidad, pero quizás más nuestros colegios de arquitectos e incluso Escuelas de arquitectura. También, los medios de comunicación que nos dedicamos a hablar sobre arquitectura. 

 

Por suerte, mientras la mayoría seguimos hablando en arquitecto, unos cuantos como Pedro Torrijos (#LaBrasaTorrijos)  Escala Humana TV o Jordi Martí (ver aquí entrevista) se esfuerzan por ser amenos y entretenidos para el gran público.

 

Quizás no seamos objetivos y la realidad no sea tan tremenda como la hemos pintado. !¡Ya nos contarás cómo lo ves tú!

 

Autores del post: Stepienybarno

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IDENTIDAD DIGITAL y PRODUCTIVIDAD / entrevista en ComunicARQ

arquitectos comunicacion

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