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FERNANDO HIGUERAS, el arquitecto de la abundancia

FERNANDO HIGUERAS es uno de los arquitectos más potentes que hemos tenido en España y siempre vale la pena darle un repasito.

¿Nos acompañas?

Conviene dejar claro que para nada nos consideramos expertos en la obra de Fernando Higueras (Madrid 1930-2008); pero, entendemos que ello no es óbice para que podamos compartir contigo nuestras impresiones sobre su obra y su potente figura.

Como verás es un texto hasta cierto punto elaborado y documentado, pero que tampoco pretende sentar cátedra en ninguno de sus puntos.

1  POLARIDADES EN LA OBRA DE FERNANDO HIGUERAS

Así, este texto lo vamos a organizar en función de tres polaridades que nos parecen relevantes en su trayectoria profesional.

RACIONALIDAD Y EMOCIÓN.

Hay muchos arquitectos que apuestan por la razón como mecanismo principal a la hora de proyectar. El resultado suele ser arquitectura muy lógica, pero un tanto aséptica. En determinados momentos incluso fría. Arquitectos como John Pawson, maravilloso por otro lado,  podrían entrar en esta categoría.

Sin embargo, la obra de Higueras es tremendamente racional, pero, a su vez, tiene una carga emocional de primer orden. La expresividad que transmite su obra, es acorde a visceralidad de su autor.

Desde el proyecto de refugio de alta montaña (1958) que realiza en segundo de carrera –recordando una tienda de campaña-, hasta la torre horizontal de un concurso en china (2005) -casi 50 años después-, la lógica y la geometría mandan en sus propuestas. También, muchas veces la modulación, pero más como un medio para conseguir un fin que porque sea un elemento de lenguaje en su obra.

Como se puede ver en toda su obra la obsesión por la estructura es constante; en este sentido, Manuel Ocaña matiza que lo que en realidad es clave en su obra son las líneas de fuerza de la cargas.

Refugio de alta montaña, 1958  / Torre horizontal de un concurso en China, 2005

 

En este juego entre lo visceral y lo mental, su obra termina siendo muy reconocible en todas sus etapas, pero a la vez no queda presa de un lenguaje formal como le ocurre a otros arquitectos. Destaca una cualidad personal por encima de todas, y que por lo que sabemos arrastra desde su más tierna infancia: la observación. Tanto si su respuesta arquitectónica es desde la contextualización, como si es desde una arquitectura con más impacto, siempre es resultado directo de una observación extrema a los factores iniciales del proyecto.

Podemos afirmar que, esta primera polaridad que estamos analizando, lo icónico frente a la arquitectura comedida, pensamos que tiene una relación estrecha en el talante de nuestro protagonista. Nosotros no le conocimos, pero, por lo que escuchamos a colegas suyos como Andrés Perea, Iñaki Ábalos o Juan Herreros, se trata de un hombre con una inteligencia espectacular y de una gran humanidad, muy amigo de sus amigos y, por lo que parece, muy generoso. De trato cercano con todos los agentes de la obra, supo dar un lugar de igual a igual a su socio de los años sesenta, Antonio Miró -sin duda, su etapa más brillante- y siempre reconoció la labor de colaboradores o de los ingenieros que participaron en sus proyectos.

A su vez, está claro que era un hombre valiente, nuevamente como su arquitectura, y sin pelos en la lengua.

El título de este post no es casual y, en realidad, proviene de su rechazo al famoso axioma de Mies de “menos es más”. Para Fernando siempre “menos es menos”.

También, podríamos destacar que, en muchas ocasiones, reparte estopa a diestro y siniestro, llevándose, por ejemplo, Rafael Moneo varias collejas. A otros arquitectos intocables, como Oiza o Alejandro de la Sota, también dedicó más de una perla.

En realidad, con un carácter tan fuerte se labró tantos enemigos como amigos.

 

Colegio Estudio en Aravaca, 1962-1963

En fin, que estamos hablando de una arquitectura con una obsesión por la racionalidad estructural, una ausencia total de elementos superfluos y que sabe usar la vegetación tanto dentro de sus edificios como en sus fachadas como nadie.

Pero más allá de estos chascarrillos, lo importante en este apartado es recalcar la importancia que cobra en la obra de Higueras el manejo de la luz y que, como bien dice Campo Baeza, se convierte en un material más de construcción.

En prácticamente todos sus proyectos la luz tiene un papel protagonista que se puede ver claramente en intervenciones como  Las lomas del Marbella club, Málaga de 1983 e incluso en otros  no  construidos como la biblioteca en Fuencarral, 1980.

Las lomas del Marbella club, Málaga de 1983

Desde aquí se puede entender la vitalidad de su obra que no es otra cosa que la síntesis perfecta entre emoción y razón. Tan fácil de decir, tan complicado de hacer.

CONTEXTUALIDAD E ICONICIDAD.

Iconicidad es una palabra que lo mismo ni existe y que tampoco pensamos que le interesase especialmente a Higueras. Sin embargo, algunas de sus principales obras son auténticos iconos de la arquitectura de los años sesenta y setenta.

Proyectos como las Viviendas para el patronato de casas militares  son de una valentía admirable para la época.

Como puede leerse en este estupendo post de José María de Churtichaga en la de la revista redfundamentos,

“(…) Introduce con convicción y contundencia el hormigón armado en un casco histórico, contradice el reparo a lo vegetal por parte del movimiento moderno con plantas colgantes por doquier, abre las ventanas, más bien las niega con enormes terrazas, introduce el sol por donde puede con astuta y expresiva geometría, construye los locales más fabulosos de Madrid adelantados a su tiempo y sólo recientemente entendidos, eleva y separa las cotas de relación y circulación, combina la estricta obediencia a la calle de la trama histórica con una geometría leal y desertora a la vez, en este ejercicio que es todavía el más utópicamente logrado del centro de Madrid. Y todo ello, además, con la perspectiva de cuarenta años, años en los que otros experimentos madrileños se han ido degradando, arruinando, ajando, y en los que, sin embargo, San Bernardo emerge digno y vigente como nunca, intemporal y poderoso, apabullante y amable, brutal y hedonista.”

Viviendas para el patronato de casas militares, 1973

Su edificio más emblemático, la denominada Corona de espinas (Premio Nacional de Arquitectura en 1961), se termina en 1985 después de 15 años de haber hecho el proyecto. Por desgracia, la obra tuvo un parón larguísimo una vez comenzadas las obras.

En cualquier caso,  es, sin duda, un ejemplo de cómo se puede hacer arquitectura icónica de primera calidad.

Se trata de una obra realizada en colaboración con Rafael Moneo (aunque Higueras dice que no está de acuerdo en compartir autoría con él) y Luis Roig d’Alós. Un proyecto que nace con una geometría circular en planta y se genera un edificio entorno a un gran vacío. En el centro del mismo emerge con naturalidad un óculo que permite bañar de luz una maravillosa biblioteca. Aquí, nuevamente, las referencias clásicas son bastante evidentes.

El volumen principal del edificio se termina definiendo por la sustracción de un “gajo”. Esta operación  sirve para marcar la entrada al edificio y, de paso, garantizar la orientación de los usuarios en todo momento.

Corona de espinas o  Instituto del Patrimonio Cultural de España, antes Centro de Restauraciones Artísticas.
Foto: Rocío Pina
El proyecto fue catalogado BIC (bien de Interés cultural) en el 2001.

Está claro que, lo malo no es la arquitectura icónica en sí misma, sino despropósitos como los de Santiago Calatrava -que por cierto, trabajó por un tiempo con Fernando Higueras-.

Sin embargo, otros arquitectos con más talento, supieron recoger mucho mejor la esencia de su obra como el gran Enric Miralles quien también generó profunda admiración en el propio Higueras.

Fernando Higueras + Enric Miralles

 

En muchos de las propuestas de Fernando Higueras pareciera que la mano del arquitecto no se viera y su apuesta por cuidar el terreno y ser respetuoso con la tradición estaban siempre presentes.

En todas sus viviendas unifamiliares llevó esta idea al extremo. César Manrique, propietario de una de las casas,  afirmó:

“Esta vivienda está perfectamente adaptada al medio y siguiendo las esencias más características de la arquitectura popular. (…) En mi casa he respirado siempre la alegría y el confort y no por tratarse precisamente de materiales de lujo, sino por la sencillez empleada y por el tratamiento de humildes materiales empleados con talento.”

 

Vivienda de César Manrique en Camorritos, Madrid, 1962.

Leyendo las memorias de los proyectos también destaca el control del tema económico y cómo éste termina siendo un material de primer orden a la hora de entender sus obras.

Siguiendo esta línea, nos encontramos proyectos totalmente integrados en el paisaje como la casa que proyecta para el artista Lucio Muñoz. Un proyecto contextual al máximo, metido en terreno (literal) que aprovecha las tejas de viejas edificaciones y se construye con piedra local. Eso sí, a estos elementos tan vernaculares (sabiduría popular) se unen gestos mucho más modernos como unas vigas enormes de hormigón blanco que provocan vuelos espectaculares. Nuevamente, sobre las vigas se posan viguetas sin revestimiento (ni bovedillas) que conforman una apariencia muy potente al proyecto.

Sin ir más lejos, el terreno de la propia Casa Lucio Muñoz (ver vídeo aquí) costaba 28 pesetas el m2, frente a las 100 que costaban las parcelas colindantes. Sin embargo, Fernando aprovechó este hecho, para que la casa quedase semienterrada. Con ello, es uno de los proyectos más respetuoso con el lugar de toda su trayectoria, pudiendo recordar en algún momento la arquitectura más organicista de Frank Lloyd Wright.

En este caso, incluso la tierra que se extrae en la excavación simplemente es movida hacía otra zona que venga bien. Se respeta toda la vegetación, quedando la casa hiper-integrada en el lugar como se puede ver en la foto que viene a continuación.

 

Casa Lucio Muñoz, 1962.
En este proyecto el sistema estructura cobra todavía más importancia de lo habitual, llevando al extremo ideas de otros proyectos.
Este año, 2019, se ha declarado BIC (bien de Interés cultural)
No hemos podido evitar traer esta imagen de uno de los primeros proyectos de Álvaro Siza (1959-63), Boa Nova y que pensamos que tiene bastante que ver con el proyecto de Casa Lucio Muñoz. Además, prácticamente coinciden en año de ejecución, por lo que no es probable que ninguno de los dos conociera el proyecto del otro.

Uno de los proyectos más interesantes y contextuales de los primeros años son sus 10 residencias de artistas. Puedes escuchar el vídeo (aquí) en el que cuenta con detalle este proyecto y es una lección en toda regla de su pensamiento arquitectónico.

10 residencias de artistas, 1960.

También, hemos de decir que otros proyectos menos preocupados por una escala más comedida pueden resultar bien dudosos. En los años noventa tiene varias propuestas para proyectos en Emiratos Árabes. Un buen ejemplo es este conjunto de edificios, con aires piramidales, que propuso para Abu Dahbi. Finalmente, no se construyó, seguramente por suerte.

 

Proyecto en Abu Dhabi

En el extremo opuesto nos podemos encontrar los dos bloques lineales para Unidad Vecinal de Absorción de Hortaleza que se agrupan bajo una tradicional cubierta inclinada. Este proyecto, de escala muy contenida, y con mucho cuidado del detalle, dispone de ingeniosos espacios exteriores. A pesar de austeridad de su planteamiento terminó siendo ensalzado por el mismo Le Corbusier en la X edición de la U.I.A de Buenos Aires de 1969, destacando de entre los más de 2.000 proyectos presentados.

Unidad Vecinal de Absorción de Hortaleza,1963

Como vemos la parte racional convive en perfecta armonía con su mundo emocional. Como bien comenta Pedro Torrijos,

“(…) Higueras era un personaje explosivo, un toro bramante que defendía sus ideas sobre arquitectura enfrentándose a quien fuese o a lo que fuese; y también que, en un país que ya había dejado atrás la autarquía cultural nacionalcatólica, Higueras abrazó con jolgorio todas esas experiencias que le habían estado prohibidas. Reales o sociales. Desde el propio Estado o autoimpuestas. Realizó viajes iniciáticos cuasirreligiosos por Canarias en la década de los sesenta de la mano de Manrique; danzó con las drogas en primeros escarceos durante los setenta; abusó de la cocaína y practicó con el cine porno (si bien de manera amateur) en los años ochenta y la mitad de los noventa.

Se diría que Higueras fue el perfecto artista underground. El que envuelve su obra en un espectro de malditismo romántico y maleable según se cuente la historia desde fuera o esté uno involucrado en todo lo que sucedió. Porque sí, lo que sucedió era cierto, pero Fernando Higueras no fue un arquitecto underground, porque la arquitectura underground no existe.”

Como vemos, estas palabras ratifican la personalidad intensa a más no poder que vamos señalando en el post.

Nosotros no entramos a juzgar si esto es bueno o malo, ¡faltaría más!, lo que sí que afirmamos es que esta vitalidad personal va de la mano de una forma de proyectar y construir muy particular.

 TIERRA Y AIRE

Por último, nos gustaría volver a destacar otra aparente polaridad: la necesidad de una arquitectura muy tectónica, con mucha materialidad y con el “elemento tierra” como estandarte.

Arquitectura que parece emerger del terreno y que, como en el proyecto para un banquero de la Casa Wutrich de  Lanzarote, en 1962, cada parte del proyecto parece estar en su lugar exacto.

La forma de proyectar de Higueras no es inmediata, no es de mecha corta. Él va dando vueltas y vueltas a una idea inicial hasta que termina puliendo el proyecto y dejarlo niquelado.

La aparente sencillez de algunas de su formas es resultado de un pensamiento complejo que se esfuerza en hacer fácil lo difícil. Seguramente, este tipo de talento es privilegio de unos pocos genios entre los que se encuentra Fernando Higueras.

Casa Wutrich de  Lanzarote, en 1962
Para este proyecto maneja un presupuesto mucho mayor de lo habitual, pero la forma de proyectar no se distorsiona por ello.

Esta arquitectura, cercana en ocasiones al brutalismo, choca de frete con otros proyectos que tienen, como elemento principal el aire y que se organizan, en muchos casos, usando sucesivos retranqueos que van provocando, a su vez, vuelos importantes -pero perfectamente integrados en la estructura y lógica del edificio-.

Impresiona sobremanera la ejecución del hormigón en sus obras, pues, como bien dice Andrés Perea, “Fernando es ante todo y además de todo, un constructor”. Es decir, proyecta y mientras lo hace pasa rápidamente del mundo de las ideas, a un futuro construido.

Curiosamente, a pesar de esta potencia que destacamos, los proyectos no tienen un aire prepotente ni llaman la atención más de lo necesario, por lo menos en la arquitectura que hace hasta los años noventa. De hecho, ocurre todo lo contrario, por ejemplo en el proyecto del Hotel Las salinas. Se trata un obra realizada en su querida Lanzarote y que a pesar de estar en primera línea de playa queda muy bien integrado en el paisaje y lleva al extremo este tándem de retranqueo-voladizo que tan buen resultado le da. Eso sí, esta sinergia no quedaría completa sin la presencia siempre constante de una abundante y cuidada vegetación.

En cualquier caso, en el Hotel, organizado en forma de Y con todas las habitaciones mirando al mar, destaca sobre manera el patio central, con una exquisita luz natural como protagonista principal y unos preciosos recorridos como actor secundario. En este caso, nuevamente, el “espacio intermedio” campa a sus anchas.

Fernando Higueras y sus hijos en el Hotel Las salinas, 1973-77.
Durante esta etapa colaboró en bastantes proyectos con Jorge Manrique en la isla de Lanzarote.

Así, en palabras del propio arquitecto, en muchos proyectos destaca el “voladizo va, voladizo viene”, que nos lleva su obsesión por el espacio intermedio.

Por aquí, y también por más de un óculo de luz en las entradas de los proyectos de Higueras, nos viene a la mente nuestro admirado Alvar Aalto (ver post del espacio Intermedio en su obra).

A todo ello hay que añadir su interés por la arquitectura japonesa, el gusto por lo vernacular y el cuidado en el detalle, aspectos que sitúan la obra del madrileño muy cerca del arquitecto finlandés.

También con Luis Kahn se podría buscar cierta afinidad, pero, en este caso, por calidades opuestas y que tienen que ver con una cierta monumentalidad que, como decíamos en el apartado anterior se respira en varios proyectos de Higueras.

¡Ahhh! y a buen seguro que Higueras conocía bien los proyectos de otro arquitecto outsider de la arquitectura: Antoní Gaudí. En este sentido, la siempre precisa Anatxu Zabalbeascoa, apunta que,

“(…) Como Gaudí, para ser originales y más seguros de lo que hacemos Higueras proponía “volver al origen”. (…) Todo un pionero en el hacer, en el no hacer.”

En esta línea de proyectos que rompen con lo establecido, la iglesia Santa María de Cana, está construida ladrillo a ladrillo y como lo había hecho con otros materiales, lleva su puesta en obra a su máxima expresión -asumiendo todos los riesgos que hagan falta-.

En este caso, nos conecta directamente con arquitecturas árabes y una apuesta por la lógica material que le lleva al proyecto a tener una materialidad suprema, frente a la ligereza de otras obras.

 

Iglesia Santa María de Cana, Pozuelo 1995-1999

Pero no podíamos cerrar esta reflexión sin traer a primer plano su famoso Rascainfiernos, una cueva de dimensión 9×9 en planta. Un refugio enterrado que, se organiza en torno a un espacio central a doble altura (7 metros enterrado) iluminado por cuatro ClaraPollas * y que la luz Genital* garantiza un aire zen de primer orden. En él tuvo su estudio y su vivienda.

Es un proyecto que sin calefacción ni aire acondicionado, mantiene los 20 grados en invierno y no sube de los 23 en verano. Es decir, que mucho antes de que se hablase de sostenibilidad este hombre ya estaba en la vanguardia del tema.

 

Imagen del Rascainfiernos (1972) que un año antes de su muerte se convertiría en la Fundación Fernando Higueras.

Pero este no es el único proyecto en el que el concepto de cueva se pone en marcha. Nos parece muy interesante su propuesta para la “Ciudad de las gaviotas” que en palabras del propio arquitecto:

«Allí pensamos, también con idea de respetar el paisaje, crear unas bandejas informales y escalonadas, excavadas en el terreno, poco antes de llegar al borde del precipicio, instalando en ellas unos jardines y piscinas hundidos para, desde ellos, abrir unas perforaciones verticales que llegaran hasta la base del risco, a nivel de la playa. Calando a distintas alturas galerías horizontales que se asomaran al acantilado, quedaría sorprendido el visitante que creyera estar bajando hacia el centro de la tierra».

Ciudad de las gaviotas

Post sobre el proyecto de la historiadora Arminda Arteta,

 

Otros proyectos, como lagunas de sus casas funcionan con voladizos lo suficientemente grandes para no dejar entrar el sol en verano y dejar que se cuele en invierno.

Si a ello sumamos, además de todo lo que hemos ido hablando en el post, el tema de la ventilación cruzada, tenemos bastantes elementos básicos de lo que luego se llamaría arquitectura ecológica o incluso bioconstrucción en sus proyectos (recordamos que también en varias ocasiones usa la madera como material principal incluso a nivel estructural).

Con todo ello, estamos frente a una arquitectura que tiene el don de saber hacer lo justo con los recursos que dispone. En varios proyectos del arquitecto madrileño podemos comprobar esta obsesión por la coherencia y el rigor.

También es bonito escuchar a una de sus clientes, la actriz Núria Espert hablando de su casa en Alcocéber, Castellón. Comenta, con nostalgia y entusiasmo, que gracias a la paz que pudo vivir en la casa seguramente se ahorró muchas sesiones de terapia.

Además, está claro el cariño que surgió entre el Fernando y Núria, lo cual vuelve a dar muestras de la puesta de juego de la parte más humana y cercana del arquitecto.

Según la actriz su “guarida” es la «casa más bella del mediterráneo, la más bella del mundo». Aun así, por lo que vemos parece que cambio de propietario y ahora se encuentra a la venta por casi un millón de euros.

 

Casa para Núria Espert, 1968.
Proyecto realizado en colaboración con Antonio Miró.

Y ya para terminar con este apartado, nuevamente, nos atrevemos a ver una metáfora entre esta dualidad tectónica–aire de su obra con su propia personalidad. Sus rasgos de carácter más potentes y confrontativos -muy en la línea, en palabras de José María de Churtichaga, de Jorge Oteiza- irían de la mano de lo tectónico.

Sin embargo, su facilidad para la creatividad, no sólo en el campo de la arquitectura (era fotógrafo, un músico excelente y buen artista), tendría que ver con la parte más “aire” de u obra.

Acceder al libro de Fernando Higueras en ArquiRegalos.

2 LA ABUNDANCIA EN LA OBRA DE FERNANDO HIGUERAS

Esperamos haberte transmitido la idea de que la obra de Fernando Higueras no escatima en medios ni recursos para nadar en la abundancia. No estamos hablando de recursos económicos, ni tan siquiera materiales, estamos hablando de recursos proyectuales.

Espacios generosos, buena luz a raudales, vegetación a lo bestia y un uso de los materiales que encuentran su verdadera esencia en cada proyecto de Fernando Higueras.

 

Da gusto, ver cómo una obra clara y directa puede funcionar exquisitamente sin necesidad de elucubraciones mentales que, muchas veces, lo único que hacen es esconder la sensación de inferioridad de algunos arquitectos -disfrazando su discurso con palabrería barata-.

 

Colegio Estudio en Aravaca, 1962-1963

 

También, seguramente, te puedes estar preguntando por qué este arquitecto con tantas bondades no ha sido más reconocido y la respuesta tampoco es tan clara.

Una opción puede ser su renuncia a intelectualizar sus proyectos. Esta renuncia voluntaria a dotar de un discurso a su obra, no ayuda a la transmisión de la misma. A cambio, es una actitud totalmente consecuente pues él está convencido de que quien tiene que hablar es la propia arquitectura.

Por otro lado, este carácter tan particular, muy alejado a la diplomacia habitual, tampoco le ayudó a popularizar su obra. Vaya… que no se casa con nadie ni ha estado a expensas de caer en gracia a los difusores de la arquitectura de los años sesenta y setenta.

A su vez, el deporte nacional de este país es la envidia y si un genio destaca, pues a otros muchos más mediocres les hace demasiada sombra; así que, muchas veces si obvia lo que más resplandece.

En cualquier caso, como comentábamos al comienzo de esta reflexión también la eclosión de las redes sociales ha jugado a favor de traer a primer plano su polémica figura. En palabras de Ianko López,

“(…) Empezando por esta exposición y continuando por el modo en que ha logrado conectar con las nuevas generaciones de aficionados a la arquitectura. O no tanto: cualquier instagramer o madrileño de nivel medio, por ejemplo, es perfectamente consciente del imán de likes que suponen edificios como las viviendas militares de San Bernardo o «la corona de espinas» (proyectado como Centro de Restauraciones Artísticas) de la Ciudad Universitaria, dos de sus obras más difundidas en las redes sociales.”

Así que, si te ha gustado el post o te ha sido de utilidad, te animamos a escribir en los comentarios y compartirlo en las redes. Si ves que se nos ha ido la olla, pues también está bien escuchar otros puntos de vista. Lo mismo nos hemos venido demasiado arriba ensalzando la figura de este iconoclasta y polifacético arquitecto.

En cualquier caso, y más allá de nuestras teorías, lo que sí que te volvemos aconsejamos es ir a la exposición (hasta el 19 de mayo) y ojalá la obra de este arquitecto, durante tanto tiempo ninguneado, pase a ocupar el lugar que se merece en la historia de la arquitectura española y, por qué no, mundial.

Lo dicho: Fernando Higueras, cuando más es más en arquitectura.

3 FERNANDO HIGUERAS conferencia

 

Autores: Agnieszka y Lorenzo (Stepienybarno)

Te gustará:
FERNANDO HIGUERAS, CUANDO MÁS ES MÁS EN ARQUITECTURA.

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Fernando Higueras – Casa Lucio Muñoz. 1962

Fernando Higueras – Casa Lucio Muñoz. 1962

Según Oscar Tusquets

FERNANDO HIGUERAS, el arquitecto

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