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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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CARTA DE UNA ARQUITECTA MUY CABREADA #8DEMARZO

Como no podía ser de otra forma, para unos días tan señalado como estos, os tenemos preparado un texto que viene cargadito.

Quizás levante ampollas porque nuestra protagonista no tiene pelos en la lengua.

Así que, os dejamos con una nueva entrega de nuestra sección “carta de…”.

…………………………………………….

Hola.

Mi nombre no tiene demasiada importancia; digamos que soy una más de las arquitectas de este país que se sienten tratadas injustamente por el simple hecho de ser mujer. Y no sólo eso, sino que mis opciones laborales son menores que la de la mayoría de los hombres.

Así que, digamos, represento a la mayoría de las arquitectas de este país y seguramente de muchos otros.

Y alguno ya estará pensando, pues vaya prepotente de sentirse con este derecho. Pues sí, es lo mínimo que puedo hacer ante las situaciones que me ha tocado vivir. Lo “bueno” de la historia que os voy a relatar es que, en realidad, no tienen nada de anormal; todo es según lo habitual. Lo malo es que lo habitual es mucho más triste de lo que pudiera parecer.

 

!Ahhh!! y no soy una loca que piensa que el mundo es una conspiración de un heteropatriacarcado capitalista y malévolo. No, soy muy consciente de que vivimos en una sociedad patriarcal, del que todos y todas somos culpables; pero de ahí a sentirme una víctima del sistema hay un trecho. Es más, aunque hoy no te lo parecerá, en general, soy una persona optimista y que intenta ver el lado positivo de las cosas.

Pero, si os digo la verdad estoy hasta el coño de ser buena, de poner la otra mejilla y de hacer como que no pasa nada. Y sí pasa y, además, las mujeres arquitectas hemos estado silenciadas  desde el comienzo. Si te apetece saber más sobre este ninguneo, en este post, Zaida Muxi lo deja bien clarito.

La historia de la arquitectura, escrita siempre por hombres, no es tal como nos la han contado; el papel de la mujer, aun con todo, ha sido mucho más importante de lo que ha quedado escrito en los libros. Por suerte, en la actualidad, más allá del papel tenemos el mundo digital y blogs maravillosos como el de Un día una arquitecta que ayuda a hacer justicia, trayendo a primer plano a muchas arquitectas.

Y para ser justa, he de reconocer que en muchos blogs de arquitectura, sin ser necesariamente comandados por mujeres, se hacen reflexiones muy acertadas. ¿Un ejemplo? Pues estas palabras de José María Echarte, pueden servir:

“(…) Una profesión que debe valorar a las trabajadoras y que debe aprender que lo que “siempre ha sido así”, debe dejar de serlo ya. Una profesión donde los términos baja por maternidad, contrato, horas extra, lactancia, conciliación, asalariada, seguridad social o trabajadora por cuenta ajena no sean ya rarezas sino la normalidad.”

Parra-Müller arquitectura de maternidades.

Foto:  David Frutos

También, reconocer que se van dando pasitos y este año Parra-Müller arquitectura de maternidades se ha llevado el premio de Arquitect@ del Año.

¡Ahhh!! y mola mucho el calendario de arquitectas ocultas (ver aquí)!

 

Pero antes de entrar en harina, quizás sea mejor que comience por el principio.

En la carrera de arquitectura la mayoría de los profesores eran hombres. En determinadas asignaturas, como Proyectos -para much@s la más importante-, sólo daban clase hombres.

Ciertamente, aunque la mayoría eran talluditos, también había profes más jóvenes. Para ser justa, la mayoría de estos últimos eran atentos y cuidadosos (sin mirar si eras chica o chico).

De los más mayores, no puedo decir lo mismo. He visto humillar sin piedad a varios alumnos. En verdad, lo han hecho tanto con alumnos como con alumnas, pero mucho más con alumnas. Sintiéndose el macho alfa de la manda y sin ningún atisbo de empatía. Misóginos que sacaban pecho de su cobardía en forma de agresión, abusando de su posición.

Por otro lado, las chicas lloramos con más facilidad y este hecho parecía ponerles todavía más. Tremendo.

 

También, he visto profesores babosos que ante los encantos de más de una jovencita perdían la poca razón que tenían y prácticamente quedaban a merced de la susodicha. En esto del machismo, las chicas podemos serlo todavía más que los chicos y quienes se aprovechaban de ello, pues quedaban al mismo nivel que estos rancios profesores. Pero vaya… que el poder lo tenían ellos; así que, sigo cargando contra esta tropa de profesores sin vergüenza.

De mis compañeros de clase, más allá de los típicos chistes machistas, ni una queja. Siempre me sentí vista y respetada.

 

Una vez fuera de la Escuela, pisé bastante obra y, a la vez, fui pisoteada por contratistas, constructores y también por más de un técnico de la administración. Recuerdo que las visitas de obra las hacía siempre con el aparejador, un hombre honesto, claro y con mucho arraigo. Si no hubiera sido por él, la mayoría de mis obras, se hubieran ido a la mierda. Me costó horrores hacerme respetar y que mi autoridad tuviera un mínimo peso.

 

En la mayoría de las direcciones de obra, la única chica en toda la obra era yo, y más de la mitad de las veces que hablé ni se dignaron a contestarme. Si había otro hombre en la mesa con quien conversar sobre cualquier problema de la obra, la mirada siempre era para él.

Lo pasé muy mal y nunca encontré mi sitio.

A su vez, es cierto que yo no tengo un carácter fuerte e impositivo. Mi fortaleza principal es la sensibilidad y la creatividad y, la verdad, no me servían demasiado en este entorno.

 

En este sentido, el ser tan joven, complicaba todavía más la situación. En este sentido, apuntaba hace un tiempo Maite Borjabad, en el Blog Fundación Arquia, con su estupendo post: Mujer y joven y arquitecta:

“Es el género lo que marca la discusión, lo que marca la diferencia, lo que marca la exclusión. Escribo desde el yo, que es antes que cualquier otra cosa mujer, luego joven y luego arquitecta. Y es este orden el que determina mi realidad. Un yo que engloba una realidad disonante, tal vez menos evidente como estudiante que como profesional, donde los agravios comparativos se hacen explícitos.”

 

Así que, después de tanta penuria y de oír que el machismo no existe y que todos somos super-tolerantes y yo vivir justo lo contrario, decidí tomarme un descanso profesional. Bueno, en realidad quedé embarazada y a pesar de la ilusión que me supuso, también es cierto que fue una época muy estresante y de grandes preocupaciones.

Siendo sincera, la mayoría de la sociedad mira para otro lado ante las condiciones de maternidad, y en este caso más allá de ser arquitecta, a las mamás en España, y a diferencia de otros países, no se nos da ningún tipo de facilidad. El tema de la conciliación es de traca y estamos totalmente vendidas. Lo peor es que siempre se pasa por este tema de puntillas.

Por suerte, cada vez surgen más plataformas online que nos sirven de apoyo como la comunidad de Mamá nido, con varias arquitectas al frente compartiendo cientos de consejos. Por cierto, la Co-fundadora y directora de este blog, Agnieszka Stepien, creo que algo tiene que ver con esta aventura.

Pero bueno… no quiero seguir con los momentos complicados de mi maternidad, y prefiero quedarme con la alegría que ha supuesto poder criar a nuestra niña de manera consciente y respetuosa.

 

Así, una vez perdido el ritmo de la obra, decidí comenzar mis cursos de doctorado y, de esta forma, tener opciones más adelante de ser docente.  Comencé con toda la ilusión del mundo; pero, los profesores de los cursos, salvo excepciones, estaban para hacer el paripé y su implicación era mínima. No tengo grandes quejas pero tampoco puedo hablar demasiado bien de casi ninguno. Mis compañer@s eran muy maj@s y ese año transcurrió con sorprendente tranquilidad.

Puede compatibilizar bastante bien la crianza con las clases y la pequeña Alba crecía con su mamá y papá muy cerquita. No somos los papás; yo no soy papá. Somos la mamá y el papá.

 

Luego comencé la tesis doctoral y durante cuatro años me empleé a fondo con ella, mientras sobrevivía dando particulares. Nuevamente, pasar el mayor tiempo con mi niña, era prioridad absoluta; por suerte, su papá, no es arquitecto y, por aquel tiempo, tenía una jornada laboral decente y nos daba para vivir sin muchos agobios.

Todo bien, hasta que me tocó montar el tribunal. Momento complicado en que no estuve fina y me dejé organizar el tribunal en vez de haberme preocupado yo de este tema tan importante.

Con ello, y casi sin intuir la que se me venía encima, aparecieron dos viejas glorias como miembros del tribunal a cada cual más trasnochada. Se leyeron mi tesis por encima (siendo muy generosos) y con el único objetivo de buscar algún gazapo con el que poder machacarme. Evidentemente, en 500 hojas no hay uno, hay cientos de puntos débiles y se cebaron conmigo. La defensa fue tremenda y no lloré por los pelos. La comida con ellos fue un puto suplicio, y los chistes machistas campaban a sus anchas.

 

En cualquier caso, al final, conseguí el apto y, a pesar de ellos, ya soy doctora arquitecta, que no doctor arquitecto. Porque por mucho que les joda a algunos, el lenguaje sí es importante y aunque entiendo que es más cómodo decir arquitecto a una mujer, no es lo suyo; así que, animo a hacer el esfuerzo.

Sobre este mismo tema, los propios responsables de este blog, reflexionaban en un viejo post comentando:

“(…) por desgracia, en algunos idiomas (culturas) siguen teniendo tanta fuerza que, sin ir más lejos, la forma femenina de nuestra profesión suena raro y muchas mujeres se niegan a usarla.”

 

Ahora, estoy dando clases en la Universidad y veo más mujeres en el profesorado que cuando yo era estudiante. A su vez, las alumnas casi rondan un 60% del total de los estudiantes.

Eso está bien, pero cuando miramos el número de doctoras arquitectas ya la cosa cambia –menos del 30%- y cuando nos centramos en lo verdaderamente importante, el número de catedráticos o catedráticas, pues eso… casi todo son hombres. Creo recordar que el número oficial de arquitectas catedráticas es menor del 5%.

La mayoría son hombres muy mayores que se han encargado de montar su chiringuito para que otros hombres un poco más jóvenes que ellos, les deban muchos favores y, así, asegurar su reino de taifas. Lo de la jubilación no va con ellos, se intentarán agarrar a la poltrona tanto como haga falta.

Además, aunque tengan contrato de exclusividad, seguirán firmando sus proyectos y dirigiendo sus estudios. ¿Esto es legal? Entiendo que no. ¿Alguien dice algo? Silencio por respuesta y vista gorda al poder. Si además pueden tirar de mano de obra barata o gratis con los mejores alumnos de la escuela, mejor que mejor. Todo un mundo que convendría destapar y dejar con el culo al aire a más de uno.

Así que, toca ponerse las pilas y pelear, porque como apuntaba Zaida Muxi, hace exactamente un año en un post para el blog de Fundación Arquia: “Los avances conseguidos por las mujeres a lo largo de la historia nos enseñan que no es el tiempo sino la lucha lo que nos ha permitido conseguir los derechos que tenemos.”

 

Y así podríamos seguir, pero lo mismo es suficiente, ¿no?

Creo que, con lo que he dicho -y lo que he callado-, es más que suficiente para estar cabreada.

Por cierto, y para que no se vaya nadie de rositas, también me animo a señalar a algunos colegios de arquitectos como otro centro de machismo importante. Veo que hay y ha habido maravillosas decanas, aunque muy pocas. Por suerte, las cosas van cambiando.

También veo que esto del CSCAE más allá de otras cosas, huele a testosterona a más no poder. Bueno el poder es lo que suele tener.

Imagen de la Constitución de un Grupo de Trabajo de Género en el CSCAE, donde curiosamente se ven pocas mujeres.

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Foto de portada:

Alejandro Aravena, Jean Nouvel, Glenn Murcutt and Lord Peter Palumbo

Por: John Parra/Getty Images for Pritzker Architecture Prize.

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3 COMENTARIOS
  1. StepienyBarno

    Lucha y educación!! Una suerte que te hicieran ver a Charlotte Perriand. Gracias por pasarte por el blog.

  2. Emmanuel

    Creo que por desgracia tienes toda la razón. El máximo problema es que incluso los hombres conscientes nos dejamos llevar por la banda del machismo sin querer. Tenemos que esforzarnos en cada momento, en cada pensamiento.
    Así que lo más importante es la lucha para que las nuevas generaciones vean únicamente ser humanos. Lucha y educación.

    Para la nota, estudie en Francia, tampoco había ninguna mujer de profesora de proyectos ni en ningún cargo importante. Pero tuve una profesora que nos hizo descubrir a Charlotte Perriand en su verdadero sitio. Y esto a cambiado bastantes perspectivas.

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