La extraordinaria vida de Guastavino, el arquitecto pícaro de Nueva York
Por: Ferran Bono
Desde: El País
Los escritores Javier Moro y Andrés Barba coinciden en la publicación de sendas obras biográficas sobre el constructor valenciano, pero con puntos de vista casi divergentes
Su vida fue de película y su obra, también. Por eso, Rafael Guastavino ha dejado de pertenecer en exclusiva al mundo de la arquitectura y de la construcción para convertirse también en objeto de interés literario. Hasta el punto de que dos conocidos escritores españoles, Javier Moro y Andrés Barba, han publicado en apenas un mes sendos libros sobre la extraordinaria historia de este encantador de serpientes que huyó con su criada a Nueva York en el siglo XIX, sin contactos ni hablar inglés. Guastavino llegó a codearse con las mayores fortunas gracias a su ingenio para patentar, con la imprescindible ayuda de uno de sus cuatro hijos, un sistema constructivo de bóvedas tabicadas conocido en el Mediterráneo hacía siglos.
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* Stepienybarno está formado por Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó y desde mayo del 2009 estamos en la red con la presente publicación digital (Blog) de arquitectura.
Nuestra actividad se sustenta en tres pilares básicos: la investigación, la publicación y la redacción de proyectos de arquitectura.
A su vez, somos socios cofundadores de SINERGIA SOSTENIBLE y directores del blog de FUNDACIÓN ARQUIA.
15 años en la red no es poca cosa.
En el 2003 montamos nuestro estudio de arquitectura, en el 2008 llegó la crisis que lo cambió todo y en el 2009 nacía, con toda la ingenuidad del mundo, nuestro blog de SYB.
Han sido muchos años de red y, sobre todo, de hibridar el mundo offline y el online.
Alberto Campo Baeza es referente de toda una generación de arquitectos. Un ejemplo vivo de amor por la arquitectura.
Para nosotros siempre ha sido inspiración. Así que, hacer esta entrevista ha sido un honor inmenso. Nos sentimos tremendamente agradecidos. Ver a un hombre tan grande siendo tan humilde nos llena el corazón de gozo.
Muchas gracias, Alberto, por tanta generosidad.
Nuestras aulas se adelantaron muchos años al ahora habitual sistema de trabajar por proyectos. Enseñar y aprender arquitectura siempre ha sido algo particular. No se puede ser buen arquitecto siguiendo un esquema rígido. Nuestra disciplina aúna técnica, arte y sobre todo mucha humanidad.
Humanidad que, por desgracia, no siempre ha estado presente en las aulas. Muchos profesores han tirado de ego y autoritarismo para transmitir su única manera de ver la arquitectura.
Por suerte, nuevos tiempos han llegado y ahora podemos hablar de una enseñanza líquida y expandida. Y, sobre todo, en algunas Escuelas de una enseñanza donde prima la persona y todo es mucho más humano.
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