LA LUZ Y EL ESPACIO EN ALVAR AALTO
Aprovechando que hoy se cumplen 36 años sin uno de nuestros arquitectos de cabecera, nos animamos a publicar este articulo que no quiere ser otra cosa que un pequeño homenaje al maestro finlandés.
El uso de la luz y el espacio en Alvar Aalto es el factor determinante a la hora de terminar de entender cómo es su arquitectura. Hay que tener en cuenta que todas sus propuestas, tienen puntos de anclaje en determinadas arquitecturas del pasado, pero a la vez son totalmente novedosas.
Quizás, el referente más importante en la obra de Alvar Aalto, es el arquitecto Gunnar Asplund. Una de las características más importantes de esta influencia, es el uso de interiores de generosas dimensiones abiertos al paisaje mediante ventanales de grandes dimensiones, que provocan una intensa relación con el exterior. Si tomamos como ejemplo, el espacio a doble altura del Sanatorio antituberculoso de Paimio, se puede observar cómo la continuidad espacial aparece de manera muy clara. En esta obra, de principios de los años treinta, se dota al espacio de una cualidad lumínica que aporta tranquilidad, calma y sosiego a los usuarios del sanatorio.
Estamos hablando de un espacio interior que difícilmente se puede apreciar en ningún otro edificio anterior a esta realización. A partir de esta obra el “interior” siempre será relativo, pues la luz y la climatización que consiguió Aalto, nos traslada a una nueva concepción de la relación dentro – afuera en la arquitectura.
Con Gunnar Asplund, también comparte Aalto su pasión por los espacios donde predomina una luz neutra y homogénea. Ambos maestros, nuevamente, marcaron las pautas de lo que será este tipo de iluminación a partir de estos primeros años treinta.
De alguna forma, Alvar Aalto recrea un espacio natural en sus interiores. ¿Y cómo lo hace? Pues intentando atrapar la luz con una serie de lucernarios que garantizan una uniformidad en todo el espacio. Sus techos son emboscadas para los rayos del sol. Verdaderas trampas de luz que no permiten la incidencia directa de estos rayos en sus espacios.
Así, gracias a la refracción que se produce dentro de sus tragaluces, la luz desciende de manera mansa y densa (casi como si tuviese peso propio) en los recipientes lumínicos que Aalto construye con sus edificios.
El resultado son espacios muy llamativos para la época. De líneas muy puras y donde, evidentemente, había un alto grado de abstracción. Sorprendentemente para un arquitecto tan vanguardista, todos y cada uno de los edificios de Aalto, fueron muy bien acogidos por la crítica pero sobretodo por el usuario de a pie. Eso dice mucho a favor del maestro, pues a pesar de plantear un mundo casi mágico con sus entradas de luz, nunca perdió los pies en la tierra y siempre tuvo presente la parte más pragmática de la arquitectura haciendo edificios extremadamente funcionales.
Otra característica propia de la obra de Aalto, es hacer convivir luces cenitales con luces perimetrales en un mismo espacio. Cuando el uso y dimensión lo permite, además de usar todos los mecanismos ya descritos, para proporcionar a sus espacios la mejor luz neutra, en muchas ocasiones diseñaba ventanales que relacionaban el interior con el exterior, de una manera muy inmediata.
Son muchos los ejemplos donde estos mecanismos se pueden apreciar, pero quizás uno de los espacios donde con mayor acierto se ven, es en el comedor que proyectó para el Edificio universitario del MIT, durante su etapa americana. Nos encontramos con un espacio muy dinámico, donde su propio uso le hace tender hacia un cierto bullicio, con lo cual los huecos perimetrales resultan muy afortunados ya que potencian la relación con el exterior. Por otro lado, el espacio se sigue centrando gracias a la luz que proporcionan los lucernarios diseminados de forma homogénea por todo el techo. De esta forma, este vacío central se llena de luz convirtiéndose en el auténtico corazón del edificio.
Otro aspecto importante, en este comedor, es el uso de la luz artificial que como recuerda Luis Fernández Galiano, “Aalto, en cada lucernario colocó una lámpara de manera que la luz natural por la noche era sustituida por la luz artificial. De esta forma, se garantizaba este juego de luz tantas vez imitado a partir de este momento”
Esta obsesión de Aalto por provocar una correcta luz en sus proyectos le lleva a estudiar el tema de cuál es la mejor iluminación para una tipología como la biblioteca, de la cual rápidamente se convirtió en un auténtico experto. Sobre este tema el mismo comentaba,
“El problema de leer un libro es más que un problema del ojo; una buena luz de lectura permite al cuerpo posicionarse de muchas maneras, adaptándose a todas las relaciones entre el libro y el ojo. La lectura de un libro implica una peculiar clase de concentración, el deber de la arquitectura es eliminar todos los posibles elementos perturbadores.”
En sus bibliotecas, Aalto, busca una luminosidad especial que produzca auténticos remansos de paz. Esta homogénea y difusa luz debía bañar a los libros apilados en vistosas estanterías, que en muchas ocasiones tienen la doble misión de servir de almacenaje y a la vez se encargan de salvar los habituales pisos a diferente nivel, tan del gusto del maestro finlandés. En este tipo de espacios se produce un interminable juego de diagonales, que hacen que el lector siempre tenga sensación de un espacio continuo.
Es importante destacar la relación que existe entre lo que ocurre en el techo (y cómo son las entradas de luz) y los “acontecimientos” que se producen en los planos horizontales.
De la misma forma que a Aalto le gusta crear espacios ensimismados y un tanto autónomos para usos o circunstancias que así lo requieren, en otras circunstancias cambia totalmente de planteamiento y lo que propone son espacios con una relación muy fuerte con el exterior. A este respecto Federico Prieto comenta,
“El edificio extiende sus efectos sobre el paisaje. La arquitectura se transforma en medio para alterar la naturaleza y crear un espacio –naturoartificial- de una sola vez. Aalto intenta forzar los limites y los consigue.”
Así que, estos límites de sus edificios son los que van configurando las entradas de luz y la forma en que su arquitectura se relaciona tanto con los típicos paisajes nórdicos, como con los espacios que Aalto “atrapa” con sus edificios. El tamaño y forma de estos huecos, como afirma Antonio Armesto será decisiva,
“Aalto con sus huecos facilita la entrada del débil y rasante sol nórdico y encuadran las vistas hacia el impresionante paisaje”
Pero para hablar de luz en la arquitectura de Aalto, es necesario entrar de la Biblioteca de Viipuri. En este proyecto nuestro protagonista apuesta por un ensimismamiento casi total, diseñando una luz difusa que garantice la adecuada lectura.
Al espacio de las salas principales se accede después de un intenso “peregrinar” bajo un techo bajísimo, que va comprimiendo el espacio, para que, una vez el lector se encuentre bajo los 57 “soles”, se produzca una fuerte descomprensión. Con este mecanismo arquitectónico, Alvar Aalto, consigue provocar una sensación de un espacio mucho más grande, alto y luminoso de lo que, realmente, es.
Sobre este espacio Antón Capitel comenta, “la eficaz y atractiva disposición y el protagonismo y libertad que toma la famosa sala de lectura, espléndidamente iluminada por la colección de –soles- que se sitúan en el -firmamento- está permitida por el gran acierto de concebir la planta baja como un basamento y hacer que a dicha sala se penetre desde abajo y en posición central.” Y al penetrar en ella, lo que se descubre es que ese “acantilado del soles” lo que produce es una luz homogénea en todo el espacio.
Si hiciésemos una retrospectiva de toda la obra de Aalto, quizás se podría afirmar que el uso de la luz y del espacio se va haciendo cada vez más complejo. Se pasa de la rotundidad de esos espacios ensimismados y autónomos de los primeros años treinta, a otros planteamientos donde además de conseguir esa luz neutra juega mucho más con la relación con el exterior.
En su propio estudio, a mediados de los años cincuenta, se ve cómo busca una luz homogénea para la sala de trabajo, pero ésta ya no proviene de tragaluces cenitales, sino que apuesta por una doble iluminación. Por un lado, sitúa altas claraboyas que proporcionan una nítida y neutra luz, a la vez que permiten ver el cielo desde el puesto de trabajo, y por otro lado, abre grandes ventanales en la fachada que da hacia el patio del estudio.
El mismo Federico Prieto, nos habla de la manera en que estos ventanales componen sus alzados, “los huecos aaltianos se insertan de modo sutil sobre cada alzado y mantienen cada uno ejes de relación vertical y horizontal.” y es que los huecos de la arquitectura de Aalto siempre tienen mucho más que ver con el interior, que con el exterior. Evidentemente que, a su vez, existe un cierto equilibrio, pero quien lleva la voz carente siempre son las necesidades interiores de sus proyectos.
Y esto ha sido todo. Esperamos que os haya resultado interesante este repaso por uno de los temas fundamentales de la obra de Aalto. En próximos artículos seguiremos diseccionando al finlandés desde otros puntos de vista ¡Os esperamos!
Artículo redactado por Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó.
Dos libros recomendados de Alvar Aalto por Stepienybarno:
ALVAR AALTO
Por Antonio González Capitel
Este fue el libro que nos enganchó al gran Aalto en segundo de carrera.Comprar: Alvar Aalto
ALVAR AALTO. PROYECTAR CON LA NATURALEZA
Por José María Jové Sandoval
Otra joya que no puedeo faltar en ninguna biblioteca que se precie. Eso sí, como comiences a subrayar, no paras!! El nuestro está hecho un cuadro!Comprar: ALVAR AALTO. PROYECTAR CON LA NATURALEZA
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6 COMENTARIOS
StepienyBarno
11/08/2016Gracias!!
Supernobel
11/08/2016Muy bueno
zaloo
10/03/2013Me gusta mucho como describís el tratamiento de la luz 🙂
fernanda gomez
06/07/2012me inspira
Arantxalara
12/05/2012Ay que me gusta Alvar Aalto…
Estupenda entrada!
gustavo
12/05/2012Lo más interesante de las obras de Alvar Aalto, y que me ha quedado como enseñanza, es esa relación que existía entre el espacio en planta y el espacio en alzada. es decir, uno podía darse cuenta como era el interior (en planta) con solo mirar la fachada.