ENTREVISTA A EMILIO TUÑON
Estupenda entrevista desde la revista Palimpsesto.
Aquí van algunos extractos de la entrevista:
– ¿Os ha sorprendido en alguna ocasión la arquitectura construida frente a la arquitectura concebida hasta el punto de retroalimentar el proyecto?
Los arquitectos pensamos arquitecturas y las llevamos a cabo. Algunas veces lo pensado y lo construido se parece, pero el verdadero placer de la arquitectura es cuando la construcción, la confrontación con la realidad, te da algo más, lo inesperado, lo que no fue planificado, la sorpresa… y ese es el verdadero patrimonio de la vida.
– ¿Podremos bajarnos ideas vuestras por internet?
Decía Federico García Lorca: “los verdaderos poemas del cante jondo no son de nadie, están flotando en el aire como vilanos de oro y cada generación los viste de un color distinto, para abandonarlas a las futuras”.
Nuestras ideas de arquitectura, como los poemas del cante jondo, flotan en el aire, no nos pertenecen, no son de nadie.
– La apuesta por un cierto optimismo colectivo que realizáis, ¿se podría diferenciar del de los 60 por sus raíces en el individuo –en referencia a vuestro texto “El rostro de lo colectivo” frente a la noción de sociedad? ¿Hasta qué punto las redes sociales pueden influir en un nuevo tipo de planteamiento arquitectónico?
Creemos en el optimismo colectivo como expresión de una insatisfacción. Creemos en el optimismo colectivo porque desde la indignación la gente no puede dejarse pisotear. Creemos en el optimismo colectivo de una tecnología que, orquestada desde grandes multinacionales, ha sido transformada por las personas para potenciar la comunicación y su capacidad de organizarse.
Creemos en el optimismo colectivo porque creemos que los arquitectos somos capaces de hacer, citando a Yona Friedman, una “arquitectura con la gente, por la gente y para la gente”.
Y creemos en el optimismo colectivo como una herramienta de transformación de la sociedad.
– El arquitecto ya lo está. ¿La arquitectura se puede indignar?
¿No debería salir a las plazas…? ¿Estás seguro de que el activismo puede ser creativo?
Cuando se iniciaron las protestas, el 15 de mayo, el ochenta por ciento de la población estaba con los indignados. Pero igual que hoy hemos socializado la indignación del 15M, anteriormente habíamos socializado la avaricia y la falta de solidaridad de la cultura del exceso. Teniendo casi todo no sólo no fuimos capaces de hacer un mundo mejor sino que convertimos este mundo en un lugar insolidario, egoísta e injusto, y los arquitectos tuvimos nuestra culpa en este sinsentido que hemos construido. La indignación es creativa, pero si pudiéramos hablar de arquitectos indignados, deberíamos hacerlo dejando a un lado todas nuestras vanidades y miserias, y aceptando la condición de la arquitectura como servicio a la sociedad; un servicio que representa el único valor posible de nuestro trabajo.
– ¿Estáis igual de satisfechos de vuestras obras que reescriben un contexto que de aquellas que pueden entenderse desde una mayor abstracción?
Estamos muy interesados en la memoria, como experiencia individual, y la historia, como experiencia universal. Para nosotros es difícil separar lo que uno piensa de lo que uno hace, por eso, sin duda, los proyectos a los que nos sentimos más próximos son aquellos que precisamente son más sensibles al contexto. Toda nuestra arquitectura es profundamente contextual, entendiendo el contexto como concepto ampliado de la realidad próxima.
– En este enfoque colectivo que apunta a las capacidades blandas que identificó Richard Sennett, ¿no podría también integrarse la idea del oficio?¿Y si nos olvidáramos por unos años de la creatividad?
La creatividad es una facultad inherente al ser humano que no puede ser ni ignorada, ni menospreciada. El ser humano puede desplegar su creatividad en su vida diaria, en su trabajo, en su relación con las cosas, las personas y el mundo. Hoy nos ha tocado convivir con tres grandes crisis: una crisis climática, una crisis energética y una crisis financiera. Pero también los arquitectos estamos inmersos en una crisis de creatividad, precisamente por una artificial e innecesaria sobrevaloración de la creatividad. Estoy totalmente de acuerdo en que hay que poner en cuarentena la artificiosa sobrevaloración de los aspectos creativos de la arquitectura para volver la mirada a la sociedad, el medioambiente y la construcción.
– ¿Cuál es en tu opinión la posición que deben adoptar las escuelas de arquitectura? ¿El sistema anglosajón es para ti el mejor modelo?
(…) Hoy las escuelas de arquitectura españolas comienzan a ofertar másteres, oscuro objeto del deseo de los diferentes departamentos, cuyo objetivo final está más cerca del negocio encubierto que de la enseñanza práctica.
– ¿Cómo entiendes el aprendizaje? y en tu caso, ¿qué aprende un profesor de sus alumnos?
Tras muchos años dando clase pensamos que lo único que un profesor de proyectos puede trasmitir a sus alumnos, por medio de la conversación, es el entusiasmo por esta disciplina en la que desarrolla mos nuestro trabajo. Más allá, si el profesor es capaz de contagiar a los estudiantes un entusiasmo auténtico, de este se derivará el ansia por conocer el mundo, la honestidad en el trabajo y la generosidad con la sociedad. Y, como justo intercambio en medio de ese proceso conversacional, los alumnos te ampliarán el campo de visión, enseñándote a mirar el mundo desde otros puntos de vista.
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Septiembre, 2011
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* Fotografía tomada de este sitio web, aquí.
Noticia seleccionada por el Canal de arquitectura STEPIENYBARNO.
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