DE LA CIUDAD PATRIARCAL A LA CIUDAD CONVIVENCIAL
Hoy queremos seguir profundizando en la “trastienda” de lo que han sido nuestras ciudades, para ver si sacamos algo en claro y evitamos repetir los mismos errores que nos han conducido a la normalización de ciudades duras y deshumanizadas.
A su vez, intentaremos poner encima de la mesa alguna de las reflexiones y acciones que hemos visto más interesantes y que, en nuestra opinión, pueden servir de referencia para tiempos venideros.
1_ REBOBINANDO
Pero, antes de entrar de lleno en el tema, y siguiendo con la reflexión de las últimas semanas, nos parecía apropiado rescatar las palabras con las que Miguel Fisac, hace más de cuarenta años, comenzaba su fantástico libro la “Molécula urbana”:
“Nuestras ciudades están enfermas. No funcionan. Fueron haciéndose durante siglos, para ser vividas y convivir en ellas de una forma distinta a la actual. El gigantesco crecimiento demográfico, el absentismo del campo y la concentración industrial, han hipertrofiado algunas ciudades, que se encuentran al borde del colapso.
Otras están creciendo vertiginosamente y muchos pueblos quedándose desiertos…
Es urgente que se estructuren teorías urbanísticas, no utópicas y para un futuro lejano, sino posibles hoy y que puedan orientar, con bases reales y asequibles, los proyectos de remodelación, expansión e incluso creación de nuevas ciudades para el futuro próximo.
Dada la rapidez con que evoluciona la tecnología, todo planteamiento urbanístico basado en ella condenaría a las ciudades del futuro no sólo a envejecer rápidamente, sino incluso a nacer ya viejas.”
Moléculas urbanas de Miguel Ficac.
Y efectivamente, estas ciudades, como bien se anunciaba, nacieron ya viejas importando modos de vida surgidos al abrigo de la sociedad de consumo. Así que, el futuro ya llegó y de hecho, ya pasó. Como consecuencia de ello fuimos espectadores de lujo de la eclosión de una burbuja inmobiliaria de magnitud insospechada.
Con todo ello, poco a poco, nos fuimos habituando a un modelo de ciudad Trumanizada, que no reunía los parámetros básicos para que la vida en ella surgiera. De hecho, de enfermas que nacieron, a unas se les llamó ciudades dormitorios, otras repitieron desafortunadamente la tipología de ensanche (café para todos) y otras muchas se encargaron de destrozar gran parte del litoral español.
Con la excusa del progreso, y entre chiste y chiste de Esteso y Pajares, se pensó que estas nuevas formas de habitar traerían la prosperidad y el progreso a una España que todavía estaba sacudiensose el peso de la dictadura.
Resort con la laguna artificial más grande del mundo.
Algarrobo, Chile.
Imagen procedente de http://foro.capitalsim.net/
2_ DE CIUDADANOS A PEATONES
Así que, rindiendo pleitesía a una incipiente globalización, hicimos que el nuevo rey de la ciudad (el vehículo privado) nos hiciera olvidar nuestra condición de ciudadanos para convertirnos en peatones.
Esta veneración convirtió a nuestras urbes en lugares contaminados, donde los niños ya no podían salir a la calle con un mínimo de seguridad. Se planificaron ciudades y crecimientos urbanos hechos enteramente por hombres. Hombres que no dieron su sitio a los más pequeños de la casa, ni a las mujeres, ni a los discapacitados ni, mucho menos, a las personas mayores. Y lo peor de todo, es que el nuevo modelo nacía viciado al amparo de una Ley del suelo que facilitaba la construcción indiscriminada y a cualquier precio (literalmente).
En este sentido, Sabrina Gaudino, desde el blog de Arquitasa, reivindica la necesidad de entender las calles como un lugar amable para el ciudadano,
“Con la creciente necesidad de mejorar las condiciones del espacio público, surge en 1999 la organización Walk21 desde la que se han desarrollado conferencias por distintas ciudades del mundo para promover la conciencia del caminar como medio saludable. Estos eventos dieron pie para elaborar en 2006 la «Carta Internacional del Caminar», una herramienta basada en el andar como derecho que sirve como referencia para políticos, organizaciones, colectivos, asociaciones y ciudadanía en general. En este documento, que han firmado cerca de quinientas ciudades, se recogen visiones y principios en una serie de acciones concretas dirigidas a mejorar la movilidad, la seguridad vial, la planificación urbana, el diseño y gestión de los espacios públicos; en definitiva: la calidad de vida de las personas.” (ver post)
Con todo ello, hemos creado ciudades y pueblos sin una participación consciente del ciudadano. A lo sumo nos han dejado hacer como que participábamos eligiendo entre tres propuestas –que en el fondo ni se presentaban correctamente para ser entendidas-. Esto ha dado como fruto desarrollos urbanísticos que nadie entiende y de los que nadie se siente partícipe.
Así que, como bien apuntan desde Paisaje Transversal, vale la pena apostar por una ciudad que de espacio a una participación real,
“Cuando se trata de diseño los canales que se abren para la recogida de información son vitales en el éxito del proceso. La diversidad y la amplitud del público al que van dirigidas nuestras preguntas, cuestiones e interrogantes es tan amplio que debemos pensar en procesos que permitan que tod@s aporten y, además, lo hagan de modo constructivo sobre un tablero de juego común, ya que sólo así podemos alcanzar a un diseño colectivo.» (ver post)
3_ DE LA CIUDAD PATRIARCAL A LA MIRADA DE GÉNERO Y GENERACIÓN.
Hace tiempo, en una intensa conversación, nuestra amiga urbanista Susana García insistía en que uno de los males de nuestro tiempo, radicaba en la raíz misma del propio sistema: una ley que dejaba en manos de unos pocos la decisión de por dónde crecerían nuestras ciudades.
De repente, quien tenía suelo era millonario. ¿Y quienes eran estos afortunados? Evidentemente no era la gente más humilde ni quien tenía el suelo en terrenos más apropiados para el crecimiento urbano. No, no. Se trataba de la gente más adinerada (o con mejores contactos), que convencían a los alcaldes de turno para que sus pueblos y ciudades crecieran por donde “más interesaba”. Si el terreno estaba unos kilómetros alejado del casco urbano o si tenía una topografía más bien abrupta, a quién le iba a importar. Lo que importaba es que se construyese mucho y rápido.
De esta forma, el P.I.B español se empezaba a cimentar en la propia esencia del sistema especulativo. En poco tiempo, el dinero generado por el sector inmobiliario llegaba a ser el 25 por ciento de este mágico índice que nos vendieron como uno único referente para saber si España iba bien.
Los Angeles
Autor: Edward Burtynsky
Por lo tanto, y sabiendo que en muchos casos la repercusión del suelo en el precio de la vivienda ha llegado a ser casi de la mitad de su valor de venta, veremos como estos pocos propietarios se han forrado sin la protesta de prácticamente nadie. Como consecuencia inmediata de ello, todos los demás han tenido que asumir el nuevo sistema financiero que nacía para dar servicio a este desaguisado. Es decir, las hipotecas y las tarjetas de crédito, a una velocidad de vértigo se hicieron un hueco en el día a día de todos nosotros. Era demasiado tentadora la idea de gastar tanto como se quería sabiendo que algún lejano día se terminaría de pagar.
Pero lo peor de todo era que únicamente las migajas de la operación inmobiliaria serían la recaudación del sector público. Un mísero diez por ciento de los aprovechamientos urbanísticos era (y es) para la administración. Mientras tanto los propietarios de esos dudosos suelos habían llenado sus arcas con la mitad del pastel. Para más inri, hay que recordar que aunque fuera poco, ese 10% era, en demasiadas ocasiones, el único dinero que muchos ayuntamientos han tenido para poder hacer frente a sus pequeñas (o no tan pequeñas) intervenciones urbanas. Casas de cultura o polideportivos han dependido para su financiación de este porcentaje. O sea, que sin ese dinero, no había edificios que construir (ni cinta que cortar). Un sistema perfecto que se completaba con unos arquitectos dispuestos a firmar lo que en muchos casos eran absurdos Planes Generales, en los que se dibujaban cuadraditos por donde decía el concejal de turno.
Y mientras todos nos acostumbrábamos a ver la vivienda como una inversión (por no hablar de especulación, que no queda bonito) en vez de entenderla cómo un bien de primera necesidad, se produce la explosión de la burbuja. Aun así, y en vez de aprender de nuestros errores, nos seguimos empeñando en intentar resucitar los dos sectores que nos llevaron a la gran crisis: el inmobiliario y el automovilístico.
Barrio de Sanchinarro
Pero mientras hay vida, hay esperanza, y cada vez son más frecuentes los ejemplos que nos hacen soñar con una ciudad sana y, verdaderamente, habitable.
Llevamos ya muchos años viendo actuaciones como “estonoesunsolar” en Zaragoza o “Cidade dos barrios” en La Coruña o campo de Cebada por poner solo dos ejemplos, que van dando pequeños pero intensos fogonazos de luz.
A todo ello, hay que añadir que, por suerte, cada vez hay una conciencia más clara de que nuestra sociedad patriarcal ha creado urbes que facilitan la vida de un tipo de ciudadano, mientras otros sectores más vulnerables quedan fuera de juego. Por ello, necesitamos ya una mirada de género y generación que humanice nuestros obsoletos planes urbanísticos.
Siguiendo esta línea, y apostando por una ciudad con mirada de género, Ana Asensio, en el blog de Fundación Arquia, reflexionaba,
“Si nos trasladamos a los sectores informales de países en desarrollo, que representan una fracción demasiado extensa de la ciudadanía, el replanteamiento feminista de la ciudad se está llevando a cabo desde el reconocimiento y mapeo de la ciudad y sus espacios de seguridad y bienestar, así como desde asambleas y grupos de trabajo para reformular la planificación urbana, especialmente desde las barriadas, con líneas de acción- investigación como formación y capacitación, intervención comunitaria, difusión, incidencia en políticas, fortalecimiento institucional, que son claves y comunes para estas organizaciones (como Ciudad colectiva y Género).” (ver post)
Con todo ello, es fundamental hacer fuerte a la ciudadanía provocando un “urbanismo emergente” que ya no sea solamente de arriba hacía abajo, sino que se pueda producir (por lo menos en parte) de abajo arriba.
Uno de los talleres del colectivo AJO arquitectos.
EL trabajo con l@s más pequeñ@s resulta fundamental para poder confiar en un futuro diferente.
Así que, si somos capaces de fijar las reglas de este nuevo urbanismo, quizás esa ciudad que Miguel Fisac tuvo a bien llamar “Ciudad Convivencial” no esté tan lejana como pudiera parecer.
Pasamos palabra y ya nos contareis cómo lo veis vosotros.
Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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Post publicado originalmente en la Plataforma de La Ciudad Viva.
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* Stepienybarno está formado por Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó y desde mayo del 2009 estamos en la red con la presente publicación digital (Blog) de arquitectura.
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2 COMENTARIOS
StepienyBarno
04/12/2018Gracias, Iñaki, por pasarte por el blog!!
Iñaki Virgós Sotés
03/12/2018Escribo como abogado urbanista. Repararlo, modificó planes etc. Es mi parte favorita de mi es p rivalidad, el Derecho Administrativo. Sería como si a vosotros os gustan… los hospitales. Quería mencionados un libro de título gracioso del catedral de Administrativo de la Facultad de Valencia. La gallina de los huevos de cemento.