¿PODEMOS SER LOS ARQUITECTOS UN SUPERORGANISMO?
Que los arquitectos no son la profesión más unida del mundo, no es ningún secreto. Cada vez está más claro que ir cada uno a nuestra bola no hará otra cosa que empeorar la situación. Pero qué se puede hacer para que la situación mejore, no es algo tan evidente. Por eso, hoy nos apetecía adentrarnos en estos inciertos terrenos, aún a sabiendas de que, según dónde pisemos, se pueden convertir en arenas movedizas.
Antes de entrar en materia, os queríamos hablar de las hormigas. ¿Sabéis cuál es la razón de que existan desde hace 100 millones de años? La explicación no es otra que su capacidad de organización. Ninguna de ellas dice lo que se tiene que hacer y, aun así (o, quizás, por ello), ni una sola, jamás, antepone su propio beneficio al de la comunidad. Alguno de vosotros seguro que estará pensando que la reina algo mandará ¡para eso es reina! ¿no?, Pues no. No manda nada, ella también se “sacrifica” durante toda su vida viviendo en una triste y oscura habitación, donde se hincha a poner huevos durante muchos años. Sí, ya, que tampoco es para tanto. Bueno, pues aquí va otro ejemplo a ver que os parece. Cuando la marabunta (una de las especies más violentas de hormigas) sale a la carrera para capturar alguna presa, un buen número de ellas se va sacrificando voluntariamente metiéndose en los agujeros que se van encontrando por el camino (aun a sabiendas de una muerte segura por aplastamiento), para que el resto de la comunidad pueda avanzar con más velocidad para ser así, realmente, eficaces en la misión. En fin, hablamos de un superorganismo, en el que lo único importante es la supervivencia del colectivo.
Pero a nuestro colectivo, el de los arquitectos, eso de que la unión hace la fuerza, le suena muy bien, pero en la práctica, parece que cuando uno de nosotros mueve ficha lo hace pensando, principalmente, en su propio beneficio. Hasta aquí, nada muy diferente a lo que ocurre en otras profesiones. Lo que sí que nos diferencia es que muchos componentes de nuestra “comunidad” tienen una percepción completamente diferente de lo qué es (y no es) arquitectura y, por lo tanto, de lo qué es ser arquitecto. Existen unos cuantos arquitectos que creen que lo que ellos hacen (más que hacer, piensan, y más que pensar, hablan) es lo más de lo más. Mientras que lo que hace el resto de compañeros, no son más que intentonas, con más o menos gracia, de hacer arquitectura. Creemos que hay (y ha habido) demasiada envidia y vanidad dentro del colectivo.
También es verdad que, a la vez que en ciertos sectores se respiraba este tipo de ambiente, esto no ocurría en todo el panorama arquitectónico. Sin lugar a dudas, en una realidad paralela ha habido otros profesionales, que aun teniendo “éxito”, no miran por encima del hombro al resto de compañeros. Y en él nos encontramos con un sinfín de arquitectos que lleva mil años luchando por hacer las cosas bien. Éstos han trabajado en silencio y alejados del mundanal ruido de la parafernalia mediática. Aún así, entendemos que también este sector ha ido un poco a lo suyo, sin tener un pensamiento en el que prime la colectividad.
Por otra parte, nos encontramos con otro grueso del pelotón que han hecho lo que han podido, dentro de un sistema en el que los políticos y promotores se han encargado de que la arquitectura no haya sido ni sombra de lo que podía haber sido. Y ya por último, tenemos el grupo de los no colegiados y, por tanto arquitectos que trabajan al servicio de otros (en general también arquitectos). Está claro que, durante años, son los que han ido sacando las castañas del fuego de más de un estudio de relumbrón, y ahora no es el momento de olvidar las pésimas condiciones laborares en las que, en muchas ocasiones, han estado trabajando.
Hoy nos toca vivir una situación muy complicada, y el futuro parece una losa que se va acercando a toda velocidad. Por lo tanto, seguir pensando que unos arquitectos son mejores que los otros o velando únicamente en favor de nuestros intereses, no nos hará lo suficientemente fuertes.
Seguramente, debemos mirar hacia otros campos, y es el momento de valorar trabajos que han realizado estupendamente muchos compañeros y que ahora, más que nunca, deben estar presentes y ser reconocidos. ¿Alguien ha oído a algún profesor en una escuela de arquitectura hablar de la importancia que tienen los técnicos de las administraciones? Sin embargo, en una entrevista que hace unos meses leíamos al archipremiado, José María Sánchez, decía que “es muy importante la figura del arquitecto municipal ya que, al final, son quienes realmente hacen la ciudad, porque marcan la pauta y, a su vez, es necesario que haya tiempo de debate y reflexión”. Sensatas palabras del joven arquitecto que no debieran caer en saco roto.
Qué importante que los arquitectos se adentren en otros terrenos que no sean específicamente la redacción de proyectos, como bien pudieran ser, realizar mobiliario, la investigación, el cálculo de estructuras, convertirse en especialistas de instalaciones o valoraciones y tasaciones. Estas tareas, dejadas, hasta hace cuatro días, un tanto de lado, no han debido ser nunca trabajos de segunda fila y mucho menos lo pueden ser ahora. Necesitamos juzgar y criticar menos, ser creativos a la vez que realistas y caminar de la mano para tener más opciones de sobrevivir. En todos estos campos nuestra capacidad de hacer grupo será decisiva.
Aún con todo, realmente, se nos hace complicado que cualquiera (sea o no arquitecto) anteponga “la comunidad” ante su propio bienestar, pero quizás debiéramos, cuando menos, aspirar a la radicalidad de las hormigas, aun a sabiendas de que es un sueño inalcanzable. Pero como afirma François Roche “no podemos negar la capacidad de la utopía o de la ideología como herramientas transformadoras.” Tomar a las hormigas como ejemplo, para ver si el colectivo se pudiera llegar a convertir en un superorganismo, nos parece una bonita utopía a la que poder llegar.
Y vosotros, ¿cómo veis el tema de las hormigas y los arquitectos?
Autores de la entrada: Stepienybarno
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*Stepienybarno está formado por Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó. Nuestra actividad se sustenta en tres pilares básicos: la investigación, la publicación y la redacción de proyectos de arquitectura.
A su vez, somos socios cofundadores de SINERGIA SOSTENIBLE y redactores de LA CIUDAD VIVA.
9 COMENTARIOS
Víctor Hernández Pérez
31/05/2011“Cuando un sistema es incapaz de tratar sus problemas vitales,
o bien se desintegra,o bien es capaz d e metamorfosearse en
un metasistema más rico, capaz de resolver sus problemas»
Edgar Morin.
La sociedad ya es un superorganismo complejo donde interaccionan cada vez más elementos que no cesan de generar nuevas conexiones en un sistema global. Por descracia, los arquitectos y muchos otros profesionales, aún no nos hemos dado cuenta de que si nos unimos, ganamos todos, pero para eso hay que superar estas vanidades cultivadas a lo largo de muchos años y el individualismo inculcado en nuestras escuelas de «arquitectos estrella».
Pero pienso que -ahora más que nunca- hay esperanza en construir esta utopía. Lo estamos viendo en nuestras plazas donde ciudadanos sin más interesas comunes que el rechazo al sistema económico-socio-político que tenemos, se reunen sin saber muy bien por qué, para alzar numerosas opiniones sobre la política. Creo que hay esperanza porque la necesidad está haciendo que muchos estén comenzando a cambiar el culto a lo individual por el poder de lo colectivo, donde la cooperación e interconexión mutua es capaz de generar autoorganización en el sistema social.
En fin, al igual que los arquitectos hablamos de hormigas y sistemas sociales, tenemos que admitir que otros hablen de hábitats y comenzar a escuchar aquello que está comenzando a expresar una sociedad que ha permanecido callada durante mucho tiempo. Creo que la superorganización es posible y además necesaria y no sólo entre arquitectos sino inter-poli-transdisciplinar donde las fronteras competenciales se transformen en líneas cooperacionales de intercambio de saberes entre disciplinas… pero primero, tenemos que vencer el individualismo, si no lo hacemos, pienso que cualquier construcción de este tipo se desmoronará.
Un fuerte abrazo a Stepien y Barno y enhorabuena por el post.
Aparejadores Valencia
27/05/2011El problema que expones no es exclusivo del colectivo de Arquitectos, desafortunadamente prima el individualismo en muchos otros casos, que buscando el propio beneficio, acaba afectando el funcionamiento óptimo de determinados grupos de trabajo, y encima, son malos tiempos para la lírica…
Luis Carrasco
27/05/2011Nosotros también vivimos en nuestro propio terrario.
Lo que nos diferencia de las hormigas es que podemos llegar a darnos
cuenta e intentar solucionarlo.
Tomás Fernández
24/05/2011Uffff, díficil y peligrosa comparación. Existen muchos aspectos en este artículo en el que puedo estar de acuerdo y sin embargo en otros no puedo más que estar radicalmente en contra, sin paliativos. Cuantos estudios no se han aprovechado de jóvenes arquitectos, quemándolos y sacrificándolos en el favor del desarrollo de su estudio; tan importante es el desarrollo del colectivo como el desarrollo del individuo, ese término medio en donde está la virtud, (como aseguraba Platón) es el que hay que buscar y conseguir. A partir de este punto creo que es dónde los Arquitectos deberíamos debatir y desde aquí conseguir nuevamente tener relevancia en la sociedad en general y en el desarrollo del urbanismo de nuestras ciudades y poblaciones en particular. Si conseguimos que cada uno de nosotros se sienta desarrollado en su profesión y a su vez conseguimos establecer un esfuerzo de diálogo dentro del colectivo, dejando de mirarnos nuestro propio ombligo y empezando una colaboración entre nosotros y otros colectivos como aportaba Cris, para la renovación de nuestros tejidos urbanos, todo podría volver a empezar a funcionar nuevamente. Claro que para ello el político ha de dejar de pensar en sí mismo y esa es otra cuestión.
Cris
23/05/2011No puedo estar más de acuerdo con vostros dentro del espíritu de lo que estamos todavía viviendo en la Plaza de Madrid, en Clave de Sol. El trabajo en equipo es mucho más divertido, posible, efectivo y motivador que el trabajo individual. Aunque también hay que dejar espacio para esto último ya que se necesita. para luego volver al equipo. Yo añadiría algo más: el superorganismo del que habláis (o mejor dicho escribís) tendría que implicar a la ciudadanía o por decirlo de otra manera a la sociedad a la que los arquitectos / as, servimos. Equipos pluridisciplinares formados por jóvenes y menos jóvenes, arquitectos, sociólogos, urbanistas, artistas, ciudadanos, gestores, filósofos, etc son los que deberíamos diseñar las ciudades. Entre todos. Y… entre nosotros ser más respetuosos y valorar el trabajo de todos. Un beso y como siempre !enhorabuena por la reflexión!
fernandohv
23/05/2011El verdadero problema de la sociedad (de cualquiera) es precisamente que acaba anteponiendo el superorganismo al individuo: se puede sacrificar a los componentes para que sobreviva el sistema.
Ya somos hormigas.
Ahora toca volver al individualismo: se trata de buscar el bien de cada uno de nosotros (de todos y cada uno de nosotros), no de una entidad (ajena) formada por el conjunto de nosotros.
***
«Oso hormiguero: Madame Cologne d’Or Migas (…) me dijo que me sirviera las hormigas más jugosas que pudiera encontrar. (Ella siempre ha sido muy generosa con sus hormigas.)
Aquiles: ¡¿Sí?!
(…)
Oso hormiguero: De modo que me serví algunas de las hormigas (…) que eran parte de aquellos que habían expresado el pensamiento, ‘Sírvase cualesquiera de las hormigas que se vean apetitosas’.
Aquiles: ¡¿Sí?!»
Douglas R. Hofstadter, «Gödel, Escher, Bach. Un eterno y grácil bucle»
Rafael Cubillo
23/05/2011Estoy de acuerdo con el post, aunque yo diría que la individualidad del Arquitecto se fomenta desde la facultad, esas cosas se notan desde el 1º dia en el que la mayoría son tan individualistas en sus trabajos que no te comentan nada… cuando se debería fomentar mas el debate dentro de las aulas que el ver quien es el que tiene el mejor proyecto. De esa manera se rompen vínculos entre los estudiantes/futuros arquitectos que ven mas hacia su ombligo que a los demás que es como se aprende mas, cuando ahí fuera uno debe ver mas hacia al sociedad que al beneficio de uno mismo… Eso es lo que pienso.
Les dejo un post que escribi para la facultad de la ETSA de la Coruña.
http://iala1011.blogspot.com/2010/12/estudiar-compartir-arquitectura.html
Un saludo!
María Ramos
22/05/2011No podría estar más de acuerdo con vosotros. Entre mis deseos siempre está el trabajar en una cooperativa de arquitectos. Yo soy de esas personas que creen que es posible, si… y aunque he osado comentárselo alguna vez a algún@ compañer@, siempre me han mirado con extrañeza. A pesar de todo no pierdo la esperanza de realizarlo algún día… No he perfilado los detalles, porque creo que habría que pensarlos muy bien, la riqueza y la diferencia está en los detalles. Habría que definir estatutos, delimitar cargos, búsqueda de clientes, reparto de trabajo y de beneficios… estos y muchos más…
La idea es no ser jef@ de nadie, ni trabajar para nadie. Me parece más interesante el trabajo en equipo, a ser posible interdisciplinar, me gusta trabajar con la gente y a su vez tener mi espacio… Sea como sea, os reconozco que no es tarea fácil… Pero merecería la pena, nos dejaría más tiempo para diversificar, para ser eficaces y para seguir aprendiendo.
Un saludo,
María R.
Miguel Villegas
22/05/2011Terrible, lo veo terrible queridos amigos. En este mismo momento estamos enfrascados en un proceso electoral rico y diverso como hace mucho que no se ve en el Colegio de Sevilla. Y mi principal temor es el pensamiento monolítico. Las hormigas queridos SyB no son seres pensantes, son seres instintivos que pueden ser manejados por seres superiores (he ahí los terrarios)
Si algo se hace necesario en este momento, en mi humilde entender, es la pluralidad de ideas y el consenso. No la unidad cerrada. Las ideas son herramientas potentísimas, las ideologías, son armas capaces de despertar utopías o de arrasar a las personas.
Ideas, diálogo, entendimiento, cueste el tiempo que cueste. Eso es lo que nos hará fuertes, entender nuestra diversidad, construir nuestro sitio y el del «otro».
El beneficio del colectivo es mejor construirlo desde que todos cedamos un poco para los demás antes que en conquistar por nuestro número.