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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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ARQUITECTURA Y NECOGIO.

NEGOCIO  empresa ARQUITECTURA STEPIENYBARNO 350

Hasta hace cuatro días hemos vivido tiempos de desenfreno económico sustentándoos en una económica del ladrillo. En ellos,  la arquitectura, en muchos casos, tenía muy poco que decir y era suplantada por una construcción de batalla y  botellón. Por ello, hoy queremos traer a primer plano un tema que nos parece interesante: ¿puede la arquitectura, la buena arquitectura, convivir de manera digna con intereses económicos? A partir de aquí, el tema se puede entender de muchas maneras y para ello hemos convocado a cuatro  arquitectos que nos dan su visión sobre la jugada: Alfonso Mollinedo, Rocío tapia, Julen Asua, Lourdes Bueno y Miguel Villegas.

Así que, agradeciendo, nuevamente, su aportación, os animamos a tod@s vosotr@s a dejarnos vuestra opinión para ver si se puede generar un buen debate sobre el tema.

1. Autor: Alfonso Mollinedo

Entiendo el negocio de la arquitectura  como una capa más dentro de un nuevo archivo dwg, como una parte indispensable dentro de la estrategia empresarial en cada estudio de profesionales, como un estadio de ámbito privado de equilibrio entre subsistencia-creatividad y enfocado a un beneficio económico controlado.

No entiendo  el negocio en la arquitectura, como gran parte de los implicados lo suelen entender … como ese criterio de todo vale, da igual, acelerado, más … eso, entre otras cuestiones, nos lleva a la basura cedida gratuitamente por la frivolidad del negocio rápido, mal pensado,  sin criterio de conjunto y sin visión de futuro.

Creo, y así lo practico, que la arquitectura es una vocación y que no sirve para hacer cualquier intervención, negocio-beneficio para otros y a costa de la pérdida o destrucción de beneficios futuros. Nuestra responsabilidad social, urbana, humana y legal  debe llevar a pensar en algo más que en el $ y en el beneficio de lo inmediato.

Me interesan sólo un tipo de comisiones: las de la honradez, las de la honestidad, las del  trabajo bien pensado y el de la dedicación.

He cometido errores en los 19 años de mi profesión, pero creo que se debe ir más allá, y, cada día, replantear las decisiones tomadas. Se está siendo esclavo de la mirada al otro lado, para olvidar además que cerca hay más oportunidades, ya que creo que el negocio está en una arquitectura bien pensada, bien dirigida, trabajada e integrada, aunque sea poca .… es preferible no hacer o deshacer antes que mal hacer.

La arquitectura no es gratis y tampoco lo que se ha cedido…. Incluso ahora, en estos tiempos complejos, se pisotea la esencia….No hablo de grandes empresas de arquitectura o de otros grupos, ya que me extendería por la abstracción, sino desde este punto de vista cercano que es incluso  más complejo.…. Creo-espero que, poco a poco, la visión cambiará….

2. Autor:  Rocío Tapia.

Un negocio consiste en una actividad, método o forma de obtener dinero, a cambio de ofrecer bienes o servicios a otras personas.

Dinero es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad usado para el pago de bienes y servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas e impuestos).

Una creencia es un punto de vista que aplicamos sobre nosotros, los demás y el mundo. Digamos que son los filtros a través de los cuales decodificamos nuestro escenario y lo que pasa en él.

¿En qué te enfocas para creer, ver y entender el mundo? ¿Qué te han enseñado y en dónde lo hicieron? ¿Con quién has vivido o vives? ¿Qué escuchas o te dices a ti mismo todos los días?

Con las percepciones o creencias conjuntas sobre la arquitectura, el dinero, el negocio y el servicio hay que tener cuidado.
Vivimos en una sociedad muy dispar con percepciones sobre la vida contradictorias. Tenemos que ganar el pan con el sudor de nuestra frente, el dinero es sinónimo de usura, egolatría, gurús y ambición, o todo lo contrario, éxito y promesa del cielo más allá de la muerte. Hay un padre que nos cuida o bien que nos castiga, y el servicio se regala para ganarnos el cielo y su aprobación, como reminiscencia del primer cielo de todos, el cariño de nuestros padres que como seres indefensos que éramos necesitábamos de ellos para sobrevivir. Hay sociedades y sociedades. En unas no existe el PIB sino el FIB, la felicidad interior bruta de sus habitantes, y en Japón, pueblo de guerreros samuráis y conquista, y estando formado por el archipiélago de islas que es, se prefiere que por el bien común te dediques a algo relacionado con el comercio exterior en vez de a la arquitectura.

La arquitectura es un negocio, entre otras muchas cosas, y no por ello, pierde su razón de ser. Entiendo que decir lo contrario es como decir que el dinero es malo cuando es lo que hace viable seguir haciendo arquitectura sin perder de vista el propósito de servicio, y para dar un buen servicio, hace falta que sea negocio. Hasta aquellos sistemas sin ánimo de lucro como las fundaciones u ONG’s requieren de dinero para que sean posibles.

El «dinero» es un valor, como la «libertad», la «familia», el «afecto», la «amistad», el «servicio», el «liderazgo» o el «prestigio», por citar algunos… y hay que tener en cuenta que los valores se construyen a si mismos con otros valores. Por eso, la creencia negativa que tenga sobre el dinero mermará o bloqueara o limitará mi comportamiento para poder nutrir otros valores, como por ejemplo pueden ser, el «servicio» desde mi actividad a los demás mediante los proyectos de arquitectura en los que me implique, que a mi «familia» no le falte de nada y para ello preocuparme por buscar nuevos horizontes e internacionalizar mi estudio, que me preocupe por invertir en mi «formación» a la hora de especializarme tanto en mi crecimiento competencial técnico (especialización en estructuras, instalaciones, arquitectura sostenible, edición de textos de arquitectura, …) como personal (gestión emocional, motivación, creatividad, comunicación…), para ejercer bien como profesional libre, el «Liderazgo» con mi equipo de trabajo o pueda hacer «colaboraciones» con compañeros, porque mi empatía la tenga fuertemente desarrollada ya que mi valores principales sean la «amistad», la «cooperación» y fomentar el desarrollo de mi red de contactos.

La pista para saber cuál creencia tienes con el dinero se encuentra principalmente en cada sistema familiar nuclear donde aprendimos las primeras estrategias de supervivencia y apoyo, (y en muchas ocasiones las últimas porque ni nos planteamos si son adecuadas al entorno actual o no).
El entorno ha cambiado, ciertas creencias o filtros con los que entendamos la realidad también deben cambiar por ciclo natural para bienestar vital individual y de conjunto.

3. Autor:  Julen Asua.

Durante casi toda mi vida profesional he tenido que escuchar millones de veces a muchos arquitectos afirmando lo siguiente: «Nosotros no somos empresarios». Lo proclamaban a los cuatro vientos. Sacando pecho y seguros de sus palabras. Con la tranquilidad de quien se sabe inocente de haber cometido un pecado capital.

Sinceramente, no sé qué hay de malo en tener un estudio de arquitectura, una oficina o un [ponga-aquí-el-palabro-que-más-le guste] y llamarlo por su nombre. Tienes gente a tu cargo, tienes encargos, tienes clientes, haces la declaración de la renta como profesional por cuenta propia, tienes responsabilidades muy serias derivadas del trabajo que desarrollas, tienes plazos de entrega y cobras un precio por el desarrollo de tus trabajos. ¿Qué demonios es eso más que una empresa?

Nunca he entendido muy bien por qué a ciertos arquitectos les parece tan peyorativo juntar en una misma frase las palabras “Arquitectura” y “Empresa/Negocio”.

Conozco a muchos grandes profesionales (tanto aquí en China, como en España) que no se dedican a la arquitectura y que han logrado, con esfuerzo, pasión y una gran dedicación, crear una empresa de la nada y que luchan día tras día por mantenerla viva, adaptarla a los cambios que van surgiendo, optimizarla y mejorarla. Insisto: casi ninguno de ellos se dedica a la arquitectura pero sí que ponen su corazón en cada cosa que hacen, como nosotros… sí que buscan la belleza y trabajan con pasión en todas y cada una de las decisiones que toman, como nosotros… sí que tratan de hacer lo mejor que saben en cada uno de los trabajos o problemas que se les plantean, como nosotros… y sí que tienen que lidiar semana tras semana con multitud de imprevistos, cambios, situaciones negativas y también muy positivas, para sacar adelante cada proyecto en el que se ven involucrados, como nosotros… Y os aseguro que todos ellos están muy orgullosos de ser emprendedores y de haber puesto en marcha un negocio con mucho esfuerzo, trabajo e ilusión, a pesar de que en la mayor parte de los casos no les genera tantos beneficios (económicos) como los que uno pueda creer. Como digo, ellos se enorgullecen de lo que han creado y cuando dicen lo que son, lo hacen con la cabeza bien alta y con un brillo en los ojos digno de admiración.

Pero por contra los arquitectos (no todos, claro está) evitan constantemente cualquier alusión que relacione sus arquitecturas con el mundo empresarial.

Sinceramente, por más que lo intento entender, no puedo.

Porque lo cortés, amigos arquitectos, no quita lo valiente… y aunque ciertos personajes nos han querido transmitir la idea contraria, cobrar por el trabajo que uno hace no es que no sea un delito, es que es justo y necesario.

Quizá deberíamos tratar de enorgullecernos de lo que SOMOS (sin dejar de seguir tratando de hacer nuestro trabajo lo mejor posible) y no preocuparnos tanto por explicar, describir y justificar a todo el mundo qué es lo que NO SOMOS.
Shanghai, 5 de Junio de 2012.

4. Autor: Arquitectonica _ Lourdes Bueno y Miguel Villegas
Para tratar de elaborar ideas sobre este tema necesito plantear algunos preceptos porque me temo que la mayor dificultad de este tema estriba en que sus implicaciones son más éticas que profesionales.

Un negocio tiene como «fin» el lucro. Si no, no es negocio. Es intercambio, transacción mercantil o profesional, pero no negocio. Y esto abre dos preguntas.

¿Es el lucro un fin ilegítimo? Ahí podríamos debatir, pero podemos estar de acuerdo que si es «desmedido» se convierte en avaricia y no suele ser sana. Cuando el lucro está es una justa compensación por el trabajo, en principio no plantea problema.

Sí lo hace cuando introducimos el concepto de plusvalía. Lucrarnos “por encima del valor”, directo, porque la economía de mercado ya se encargó de acuñar diversas justificaciones para ese afán de lucro futuro como son el valor de uso o el de mercado, no solo nos parece mal como apreciación personal, si no que nos parece una de las causas de la situación económica actual.

La otra pregunta es ¿podemos modificar el orden y eliminar la finalidad de lucro?

Creemos que sí. No estamos hablando de trabajar gratis, ni de utopías sociales trasnochadas. Estamos hablando de justa compensación. Y aquí cada uno debe entender lo que crea. Un afamado promotor que ganaba muchos millones mientras su empresa estaba en concurso de acreedores decía que el debía ganar “Eso y mucho más. Porque él era muy bueno”.

En nuestra opinión, si conseguimos equilibrar la balanza entre trabajo y compensación económica, entre recursos y resultados, atender a criterios de frugalidad, no de austeridad, y tener estos conceptos de equilibrio presentes constantemente en nuestro trabajo diario, ya sea la producción de arquitectura o la promoción de la misma, podremos llegar a darnos cuenta de que no solo la arquitectura, si no todo, puede dejar de ser negocio.

Posiblemente cuando saquemos el lucro de la ecuación, volverán a aparecer las personas.

* Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo y sin ningún tipo de ánimo de lucro. Así que si te apetece compartirlo en cualquier otro medio, estaremos encantados de que lo hagas siempre y cuando cites el lugar donde lo has encontrado.

Autores de la entrada: Stepienybarno

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6 COMENTARIOS
  1. Miguel-Angel Alvarez Perez

    Como veterano en esto de la profesión de arquitecto (terminé la carrera en la ETSAM en 1974) y como gran amante y seguidor de las teorías del Project Management desde hace mas de 15 años, mi opinión es que plantearse la disyuntiva entre arquitectura y negocio es para mí un síntoma inequívoco de que nuestra profesión como no reaccione está fuera del mercado y se quedará solamente en algo lírico y al margen de la sociedad.

    Este problema viene de nuestra formación en las Escuelas de Arquitectura, que yo creo que si bien en España es buena, incluso diría que muy buena, en aspectos de proyecto y técnicos, ignora de forma sistemática y suicida, todo lo que se refiere a los aspectos de negocio y management, que son los que van a ocupar entre un 70 y un 80% de nuestra actividad profesional como arquitectos, simplemente las asignaturas relativas a estos temas se convierten en «marías», no existen o no nos interesan.

    En el mundo anglo-sajón mediante el RIBA o el AIA y otras instituciones esto está resuelto hace ya más de 50 años, perfectamente entendido y desarrollado a través de los estudios de Architectural Management. Sí se trata de ser project managers de nuestra propia profesión de arquitectos, se trata de aplicar procedimientos de management para ser más competitivos y eficaces profesionalmente hablando.

    Esto ¿está reñido con hacer buena arquitectura desde el punto de vista de diseño y técnico? En absoluto, lo que consigue es dar un mejor servicio a nuestros clientes, el proyecto y la técnica son la base, pero no lo único y nuestros clientes nos juzgarán también por la forma en la que prestemos nuestros servicios.

    Modestamente he escrito en mi blog un poco sobre el tema: http://www.agarquitectura.wordpress.com y lo he incorporado a mis clases en el MeDIP de la ETSAM, creo firmemente que es una aportación positiva y necesaria para la profesión.

  2. F.Crescini – A.González

    Julen Ausua aborda el tema por el flanco que encontramos más interesante ahora mismo: el clásico “Nosotros no somos empresarios”

    Desde que éramos estudiantes hemos percibido un gran rechazo al mundo de la empresa por parte de los arquitectos. El considerarse empresario se asocia a la sobreproducción, a procesos poco «éticos» o poco artísticos.

    Recordamos a un profesor que afirmaba con orgullo: «yo no tengo un estudio comercial, habría que diferenciar el estudio artesano del estudio comercial». Como si el hecho de comercializar la arquitectura fuera de por si un pecado de especuladores perversos.

    Este alejamiento del mundo de la producción, las técnicas para captar clientes y la organización de una empresa etc. es el resultado de un colectivo que hasta hace poco no necesitaba entrar en este juego. Por una u otra vía acababas trabajando sin el menor conocimiento empresarial.

    Y no solo pasa en nuestra disciplina, es posible constatar como diseñadores o artistas jóvenes escapan a considerarse empresarios, aun queriendo montar una empresa. Perece que si lees sobre «coaching coactivo» automáticamente te quedas calvo, engordas 20kg, te crece un traje de chaqueta y te brota un teléfono móvil en cada mano…

    Nosotros estamos cambiando nuestra acérrima afición a la revista «El croquis» por algunos ejemplares de la revista «Emprendedores»:

    http://www.emprendedores.es/var/em/storage/original/application/7911ace4b57a68a05965369c07775954.pdf

    Gracias Stepien y Barno por fomentar el debate sobre estos temas
    Francisco Crescini y Ángela González

  3. LetraLoggia

    Saludos

    ¿Cómo no va a ser un negocio la prestación de servicios de Arquitectura? Si no lo es, que nos saquen del I.A.E. Ejercer esta profesión es establecer una relación comercial con un cliente, es así de sencillo. La mejor arquitectura es aquella que proporciona a su cliente una respuesta técnica satisfactoria para con las necesidades que éste tenía.
    Ahora, ¿es esto posible en un entorno hostil y degradado, en el que el afán de lucro DESMESURADO gobierna en el alma de las personas? Porque honestamente, el hambre de dinero está en todos los negocios: en el de la Construcción en España, con unas características muy determinadas que empiezan en la picaresca del ladrón que adultera las mediciones y acaban en el comercial que altera un presupuesto ya entregado -aunque esté en pdf-, pero estos comportamientos son los que, desgraciadamente, son detectados en todas las profesiones, cambiando los agentes.
    Un estudio de arquitectura tiene que seguir un modelo de negocio profesionalizado, con una gestión seria. Es así en todas las empresas, y sin beneficios no se puede seguir en el mercado. El problema es determinar, en una sociedad de mercado tan asfixiante, eso que los chicos de Arquitextónica llaman «justa compensación». No hay otro camino sino intentar seguir dando lo mejor de los buenísimos profesionales que tiene este país, que lo han sido la mayor parte de ellos por cierto sin lucrarse desmedidamente, y aún lo son hoy día, dejándose los cuernos por la reforma más pequeña o el informe más modesto.

    Un saludo y feliz semana!

  4. Miguel Villegas

    A Alfonso: Creo que estamos de acuerdo.
    A Rocio y Julen: El dinero no es malo «per se», pero su mal uso, o como pensamos nosotros, anteponerlo como fin primero de nuestras acciones, sí «puede» tenerlas en cuanto puede nublar nuestra dedicación a otras cosas.

    La entrada «casi teológica» de Rocío es muy oportuna. Hace unos meses leíamos un artículo de El País sobre los problemas generados por la ética cristiana de «hago lo que quiera que luego se me perdona» frente a la calvinista (creo) de «mientras más rico y poderoso soy en esta vida más posibilidades tengo de ir al cielo, pero ojito que no se me va a perdonar ni una». ¿No aclara esto las relaciones con el dinero?

    Me parece interesante la segunda opción: Lúcrate, lúcrate todo lo que puedas, pero ojito con salirte del camino recto que te crujo.

    Esa línea moral y ética es la que, para nosotros, no se debe cruzar nunca en persecución del dinero, y creemos que se determina de forma clara si lo colocamos como «consecuencia necesaria» y no como «fin legítimo».

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