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ARQUITECTURA Y EDUCACIÓN 4/10 _ Alberto Ruiz + Raquel Martínez

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Con el post de este nuevo lunes llegamos a la cuarta entrega de #Eduarq10 que está resultando de lo más apasionante. Como veréis, nuestra pareja de hoy mantiene el listón en lo más alto con un artículo de lo más original. Mil gracias a Raquel Martínez  y Alberto Ruiz   por su aportación a la serie.

¿QUÉ LE PUEDE ENSEÑAR LE CORBUSIER A UN ESTUDIANTE DE ARQUITECTURA DEL AÑO 2014?

En alguno de los artículos anteriores de esta serie sobre Arquitectura y Educación se ha mencionado este regalo del cielo que le ha caído a las Universidades llamado Espacio Europeo de Educación Superior (“Bolonia” como lo conocemos en plan cariñoso). Su planteamiento de “café para todos” tan bienintencionado como imposible de aplicar en algunas enseñanzas un tanto especiales, como lo es la de la Arquitectura, implica, como indicaba Blanca Espigares hace unas semanas, una brutal reducción, por ejemplo, de las horas de Taller en la enseñanza de Proyectos. Se ha sustituido la docencia impartida (o al menos tutorizada) por el profesor por un vago concepto de “trabajo personal del alumno”, que en el fondo no deja de significar que se pagan créditos de matrícula por quedarse trabajando en casa.

Si en el mundo de las asignaturas “taller” esta circunstancia es grave, en el de las materias de corte humanístico es, simplemente, desolador. El tiempo que se puede dedicar a la historia y análisis de la Arquitectura es, en algunos planes de estudios, casi anecdótico. Y sí, se le puede recomendar al alumno que se lea por su cuenta el Benévolo y, si es capaz de terminarlo, que se atreva con Complejidad y Contradicción, pero se trata de formar arquitectos, no de hacerles huir.

Más allá de la queja, somos conscientes de que hay que aprovechar ese tiempo escaso, dejar fuera temas, aunque uno los considere importantes, y centrarse en lo que de verdad le puede servir al alumno. Y aquí llega la gran pregunta. ¿Con quién nos quedamos? Prescindamos de Vitrubio, que, total, las columnas dóricas ya se las han contado al estudiar a los griegos. Boullée no construyó nada y Schinkel suena como muy antiguo. Fuera. Todos estamos de acuerdo en que el siglo XIX quedó un poco aburrido. Tachado, que a fin de cuentas Durand solo dibujaba cachitos de edificio. El Movimiento Moderno, superado, el Posmodernismo, superado, el High-Tech, superado… Si le preguntamos a los propios alumnos por sus intereses, tendremos que dejar de lado todo lo que no se haya diseñado con Grasshopper o haya salido en la última revista. ¿Hacemos un curso de análisis de arquitectura sobre Zaha?

Nosotros tampoco nos ponemos de acuerdo…

A favor de los “clásicos”

Cuando nos tuvimos que plantear este problema, nos decidimos por Le Corbusier. No desarrollamos un curso monográfico sobre el divino calvo, entiéndase bien, sino que utilizamos su ejemplo y el de muchos de sus contemporáneos para ilustrar algo con lo que creemos que se podían sentir identificados. Los arquitectos de principios del siglo XX eran los “estudiantes de primero” de nuestra arquitectura contemporánea. Tuvieron que enfrentarse a una forma de vivir y, por tanto, a una forma de proyectar y concebir la arquitectura completamente nueva. Algo así como ese alumno, acostumbrado a la arquitectura que le rodea, que descubre en su primer año de Universidad que los tejados a dos aguas y las balaustradas no son admisibles en clase de Proyectos. Tuvieron que inventar, que adaptarse, que arriesgarse. Soportaron críticas despiadadas, no les quedó más remedio que matar a sus maestros y proponer cosas que creían que funcionarían, aunque nadie les creyese.

En contra de los “clásicos”

Le Corbusier ya no les puede enseñar nada. Si el docente, como dice Santiago de Molina, debe mirar hacia donde lo hace el alumno, es hora de que Le Corbusier y sus contemporáneos pasen a acompañar a Palladio y Bernini en los libros de historia: una fecha y un par de obras a lo sumo.
Analicemos la villa dall’Ava en lugar de la Savoye, estudiemos la Mediateca de Sendai y olvidemos Exeter, dejemos que el Rolex Center sustituya al Crown Hall. Arrinconemos el discurso sobre los cinco puntos de la arquitectura y hablemos de hibridación, de acupuntura urbana, de reprogramación de espacios y de diseño computacional.
Los alumnos miran con avidez el último proyecto publicado, no tiene sentido empeñarnos en que viajen al pasado con la promesa de que es crucial para su futuro (Marty McFly y el Delorean tampoco son ya sus referentes).

…¿Y tú? ¿Qué opinas?

Texto: Alberto Ruiz @arcol00 + Raquel Martínez @rqlmartinez

http://arquitecturaconminusculas.wordpress.com/

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11 COMENTARIOS
  1. vanarq

    Cuando empece a estudiar arquitectura, me llamo la atencion que no empezaramos por los griegos, y nos explicaron el porque no tendria tanta importancia e injerencia en nosotros como futuros arquitectos, pero creo que no pensaron en nosotros como futuros urbanistas. Y por arriba pasamos a Bernini y Borromini, y se nos hizo dificil luego comprender la perspectiva, Palladio, la belleza, la funconalidad o la tecnica formaron parte de debates que siempre dependen del interes del alumno por seguir informandose, de apasionarse y apropiarse de cada tema para poder realmente comprenderlos. Tambien por que no dibujar la obra completa de algun arquitecto, para despues humildemente empezar a crear. Porque para escribir poesia, primero hay que conocer el alfabeto, asi la mejor musica nace a partir de una escala musical. No solo es intuicion, hay que ser artista, creador, conocedor, analista, pensador, y tal vez un poco loco y valiente tambien, porque como decia le corbusier «Solo tiene sentido aprender, lo que se puede explicar”

  2. Sandoval

    Le Corbusier vivió, triunfó, nos metió a todos dentro de un modulor y murió.

    Como no me gusta mucho la abstracción conceptual y la ambigüedad lo diré claro: Le Corbusier, hoy, NO APORTA NADA.

    Su herencia ha quedado reflejada en otras acciones y obras(nótese que no se menciona ya la palabra arquitectura) que son las que realmente pasan a ser dignas de estudiar.

    Pero uno es muy matraca, e insiste en que, además de mirar hacia las estrellas debemos de mirar hacia la tierra que nos sustenta e incorporar el estudio de las pequeñas obras locales, del trabajo de los peritos, los tasadores, los directores de obra, diseñadores, funcionarios, docentes, y si, también proyectistas.

    Se impone estudiar más del arquitecto anónimo y enterrar de una vez al tipo de las gafas redondas.

  3. Manu Barba

    ¡Oh! La verdad es que planteáis una pregunta curiosa.
    Como alumno que todavía soy de una ETSA he tenido un affair bastante intenso con el movimiento moderno, que a día de hoy, todavía es un hit del aprendizaje. Al igual que mis compañeros, he tenido que aprenderme los edificios de gente como Mies o Le Corbusier al dedillo (de hecho tenía un profesor que nos daba clases monográficas de tres horas sobre la Roche Jeanneret. Obra maestra, si, pero contada así, insufrible)
    Cuando llegas a un cierto punto de la carrera más avanzado de lo que me gustaría admitir tienes que descubrir por ti mismo a los grandes arquitectos contemporáneos, porque NADIE, salvo alguna excepción, los explica. Oyes cosas de Siza, Tadao Ando, Aalto y si tienes suerte, los Smithsons. Entre los españoles priman la veneración de Campo-Baeza y Moneo, y tengo la sensación de que el excesivo estudio del primero junto al mov. moderno es la causa de la «cubítis blanca» por la que solemos pasar en los primeros cursos de la carrera al proyectar
    Ojalá me hubieran explicado antes a Asplund y los Smithsons, a Jacobsen, a de la Sota, Oiza y Fisac, o a Bo Bardi, Neutra…etc. Los que siempre se quedan en el tintero, probablemente hubieran condicionado más aún mi forma de proyectar actualmente.
    Ante esta carencia brutal de las escuelas de «contemporaneidad» solo me puedo inclinar a favor de estudiar el movimiento moderno como un clásico, un clásico especial, pero un clásico.
    Es cierto que el movimiento moderno ha sido el punto de inflexión de la arquitectura contemporánea, pero tiene casi un siglo, y hay corrientes posteriores a las que se le puede sacar mucho jugo, que quedan ensombrecidas por el gran Corbu y sus secuaces.
    Pero ojo, tampoco estoy diciendo que este movimiento no se estudie, al revés, la casa se empieza por los cimientos, que son sin duda este periodo.

    PD: Los que no pasan de moda son Marty y su Delorean!

  4. Alberto

    Gracias a todos por los comentarios.
    Parte del objetivo de plantear este artículo tipo «Frazier vs. Ali» era intentar menear un poco nuestras ideas preconcebidas sobre la enseñanza de la arquitectura, algo que nunca debemos perder de vista a la hora de analizar esto que a todos nos gusta tanto. Seguramente, y a riesgo de caer en un exceso de aburrida corrección política la virtud esté en el término medio. O mejor dicho: ni clásicos ni modernos. Como muchos habeis señalado, no tiene demasiado sentido estudiar la historia de la arquitectura como una sucesión de proyectos aislados temporal y geográficamente. Desde Calícrates hasta Bjarke (anatema!) todo sigue un hilo. Quizá baste conseguir enganchar a nuestros alumnos a ese hilo y animarles a que avancen o retrocedan para encontrar respuestas a sus preguntas. Y esperar que por el camino, al menos, disfruten de las vistas…

  5. pablo

    Ahora deberíamos preguntarnos si hay alguien que pueda superar o igualar a le corbusiere como para poder tomar como referente de un estudio

  6. Susana García Bujalance

    Estupendo debate Alberto y Raquel. Nunca debemos olvidar la capital importancia de contextualizar. Sin preguntas, las respuestas no tienen sentido. Y por supuesto estoy de acuerdo con lo que se viene debatiendo. Es básico que sepamos valorar las enseñanzas del Movimiento Moderno como herramientas útiles que ya han sido ensayadas….siempre y cuando no olvidemos que deben servir para dar respuesta a nuevas preguntas. Se trata de utilizar las tablas de multiplicar para cosas distintas hoy que hace 100 años.

  7. Paco Casas

    Yo voy a alinearme con Iván como ya avancé off the record durante el fin de semana (sin saber lo que iba a escribir Iván, claro) a la coautora del texto. Creo que es un error seguir estudiando sólo de forma lineal y aislada los hechos y sobre todo este que venimos llamando nuestra nueva antigüedad que no es otro que el movimiento moderno. Tal como dice Iván, a Koolhaas por mucho que no queramos, se le entiende mucho mejor si reconocemos los desafíos de los que habla Juan Antonio Cortés en «Nueva Consistencia», a los que se han enfrentado tanto Le Corbusier como él (de la planta libre a la sección libre) y creo que esta es la forma donde la enseñanza un poco habitual de la historia de la arquitectura puede funcionar, vinculando de una forma clara y fehaciente una realidad moderna y otra contemporánea. En cambio, no sé si entiendo bien a mi buen amigo Miguel Ángel, ya que no me atrevo a estar en desacuerdo con él porque seguro que soy yo el que está equivocado entonces. En todo caso, mi atrevimiento es señalarle como buen profesor de proyectos que es que las herramientas para la historia y la teoría son otras y desde mi modesta experiencia, aún no es posible enseñarlas sin un orden y unas jerarquías que desde luego las preguntas que lanzas no soportan sino es en una tesis. Desde mi experiencia, los estudiantes aún se pierden si las etiquetas y los conceptos son otros (más propios de proyectos aunque seguramente tal como sugieres, mucho más arquitectónicos y seguro que útiles) y si los hechos son presentados de manera transversal a través de conceptos -llamémosles así- secundarios como la transparencia o elementos como el podio o el patio. El lío, si ya es grande ahora, sería fenomenal. Un abrazo.

  8. Verónica Sánchez

    ¡Cuántos temas!
    Ante un espectro tan amplio, quizá debemos formarnos en el discernimiento argumentado.
    Enhorabuena!

  9. alfonso mollinedo

    …bien por los autores y tanto por Miguel Angel como por Iván, mis felicitaciones…
    …aprendo descubriendo, analizando, estudiando, observando, rompiendo, dibujando, escuchando, preguntando, viajando, investigando….me aburre hablar de arquitectura a no ser que exista una idea detrás, me aburre mucho más encasillar….
    …la arquitectura no se hace por divina providencia o con estupendos programas….todo depende de todo, todos y todo suma, rechazar origenes es como nacer sabiendo…perdonazme, pero estoy un poco aburrido de tonterias dogmáticas y de los autoproclamados directores del mundo acadėmico…Hay que pensar, hay que mostrar el camino hacia el razonamiento, dentro de cada edad histórica, recursos utilizados, planteamiento de problemas…etc…creo que mucha maquinita sólo puede llevar a al autoenamoramiento….LA ARQUITECTURA ES TAN FRAGIL….
    ?..creo, y perdonad si este comentario genera tensión, pero no estoy de acuerdo que las directrices las marque un alumnado,…pasar de lo intelectual a lo inmediato convertirá a esos futuribles en muy buenos delineantes y al que los tutela en sólo un cabezal sin sonido…Le Courbusier como tantos otr@s tendrían mucho que decir….y si estoy equivocado disculpad…….
    …conciencia, estudio, análisis y humildad ….

  10. Miguel Ángel Díaz Camacho

    Enhorabuena por el post Raquel y Alberto. Entiendo que la arquitectura se basa en instrumentos, herramientas y estrategias al margen de la época o del arquitecto que ha sabido utilizarlas: ¿es el patio una herramienta moderna o clásica? ¿tradicional? ¿y el podio? ¿la transparencia? ¿el uso de la naturaleza? ¿la participación? ¿los diagramas? Sin instrumentos adecuados no se puede operar, cuantos más recursos tenga el arquitecto más capacitado estará, aunque sin duda su actitud ante la contemporaneidad, vendrá determinada por su lectura subjetiva y personal del mundo ¿Lo importante son pues las herramientas? ¿saber cómo y cuándo usarlas? ¿la lectura personal y subjetiva de la realidad? …to be continued…

  11. Iván Capdevila

    “Madre mía, otro temazo!!! Me gustaría añadir una serie de notas al mini artículo.
    Creo que deberíamos evolucionar en la posición aparentemente enfrentada de «los clásicos sí» vs «los clásicos no» Uno de los grandes errores, en mi opinión, es la de estudiar a los grandes personajes de la transición arquitectónica (Movimiento Moderno) como un hecho aislado (ya sea positivo o negativo). Es importante saber que muchos de los grandes arquitectos del momento dibujan sus celebradas plantas y/o secciones porque antes han dibujado las de aquellos de la transición. Koolhaas, por mencionar a alguien, no sería Koolhaas sin haber dibujado a Le Corbu, por ejemplo; pero también dibujó a Superstudio, Archigram, Friedman, Constant o incluso Los Smithsons, fans incondicionales del suizo, por cierto. Podríamos seguir así con Kazujo Sejima, Toyo Ito… Foster, Piano, Rogers… H&dM… los franceses… nuestros españoles… pero también podemos pensar en otros que no tienen el Pritzker…
    Una de las cosas más importantes que nuestros alumnos han de aprender, entiendo, es que si quieren ser Koolhaas deben estudiar no sólo sus resultados sino su trayectoria completa. Querer copiar a Zaha Hadid (Patrik Schumacher) sin haber estudiado antes a sus referentes en la AA de Londres es estar abocado al fracaso.
    Entiendo que el estudio de «los maestros» o «clásicos» en estos convulsos tiempos cobra sentido, especialmente, desde su
    actualización permanente en el trabajo de aquellos que en la actualidad nos fascinan.
    Un ejercicio que me encanta es reconocer de quién se copian aquellos que tanto admiramos, ya sean de un sitio o de otro, de un bando o de otro, de un clan o de otro, de un lobby o de otro. Porque al final, todos nos copiamos. La diferencia es que unos lo hacen con «conocimiento» y otro no. Es ese «conocimiento» crítico el que deberíamos desarrollar con nuestros alumnos.
    Bueno, ese es el apunte para empezar la semana.”

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