CAMBIAR LA EDUCACIÓN PARA CAMBIAR LA CIUDAD _ Parte 2/3
En el anterior post (aquí) intentábamos dar un breve repaso de los hitos más importantes que encontrábamos al echar una mirada atrás en el apasionante mundo de la arquitectura y la educación. En dicho texto nos paseábamos por casi todo el siglo XX hasta llegar a los años ochenta y es ahí donde hoy queremos recoger el testigo e intentar plantarnos en la actualidad. Para ello, echaremos una mirada a lo que sucede en países en vías de desarrollo de los que, sin duda, podemos aprender muchísimo. A su vez, entender la escuela como uno de los principales espacios públicos y la importancia del edificio educacional como gran maestro, en sí mismo, nos parecen temas bonitos sobre los que profundizar.
La idea original era terminar el artículo metidos de lleno en lo que es la educación expandida y el edupunk, pero, visto que se nos alargaba demasiado, hemos decidido dejar este apasionante tema para una tercera entrega.
Así que, si os animáis, estaríamos encantados de que nos acompañaseis en dicho viaje.
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Como bien es sabido, uno de los aspectos más interesantes de la arquitectura educativa es comprobar cómo ciertas “ambigüedades” aportan mucho más al proyecto que una serie de espacios de dimensiones fijas e inflexibles programas. La relación con el exterior, el estar fuera pero con la sensación de estar dentro y viceversa o el estudio correcto de la iluminación natural son mecanismos arquitectónicos que no salen en las normativas, y que, desde un punto de vista cuantitativo, son muy difíciles de evaluar. De hecho, como casi siempre ocurre en la arquitectura, lo más importante no es aquello que se puede medir y reglar sino los aspectos cualitativos de los proyectos. Por ello, queremos rescatar algunas intervenciones que hacen de la indefinición del espacio colectivo de las escuelas una de las armas más poderosas de su arquitectura. A su vez, esta actitud a la hora de proyectar va de la mano de actuales sistemas educativos que heredan lo mejor de métodos como Montessori y Waldorf y que la arquitectura no puede dejar de lado sino que se tiene que convertir en una fiel traductora de ideas y pensamientos pedagógicos.
Igualmente interesante nos resultan aquellos edificios en los que lo que rodea a la propia arquitectura es tan importante como ella y, de hecho, en muchos casos es lo que hace que realmente humildes pero intensas obras se conviertan en grandes proyectos arquitectónicos.
Así que, si os parece, vamos con el primer proyecto que traemos hoy ponemos encima del tablero.
Si nos trasladamos hasta Bangladesh podemos encontrarnos con la escuela que Anna Heringer proyectó para dar respuesta a las necesidades de l@s más pequeñ@s. En esta ocasión el espíritu de comunidad se ve reafirmado y consolidado desde la misma construcción del edificio ya que en él participan los miembros de la comunidad.
De esta forma, la identidad de un pueblo se ve consolidada, y el sentimiento de pertenencia se acrecenta al ir aumentando el orgullo de saberse participes de la construcción del edificio que sacará del analfabetismo a l@s hij@s de quienes lo están construyendo. La autoconstrucción se convierte en el mejor detonante de la toma de conciencia del sentimiento de comunidad.
Igualmente interesante nos parece el cuidadoso uso de que se hace de los materiales locales, así como de las técnicas de construcción del lugar.
Escuela en Bangladesh _ Obra de Anna Heringer
Y no podíamos hablar de Heringer sin traer a primer plano otro arquitecto con el que parece mimetizarse en su pensamiento, discurso y obra: Diébédo Francis Kéré. Este joven y entusiasta arquitecto, originario de Burkina Faso, tiene una obra muy comprometida socialmente, en la que destaca el buen manejo de la escasez de medios económicos, el respeto por la tradición y el empleo de mano de obra social. A su vez, hay que destacar que Keré creció en un pequeño poblado de la capital junto a otros doce hermanos en la más absoluta de las miserias. Aun así, su padre se empeñó en que fuera a la escuela y por lo que vemos el hoy arquitecto no perdió el tiempo. Fue el primer habitante del poblado en superar el analfabetismo y con el tiempo, una vez terminados sus estudios como carpintero, tuvo la oportunidad de estudiar arquitectura en Berlín dónde llegó a crear la asociación «Schulbausteine für Gando» («Ladrillos para la escuela en Gando») con la ayuda de sus compañeros de promoción. Desde ella, consiguieron fondos para levantar la primera escuela en su poblado natal y desde el año 2004 ha seguido comprometido con sus raíces ayudando a cientos de niñ@s a tener una oportunidad en la vida, impensable pocos años atrás.
Ampliación de escuela en Dano _ Obra de Diébédo Francis Kéré
Otro proyecto que nos parece, especialmente, sugerente es el jardín de infancia del arquitecto italiano Giovanni
D’Ambrosio en Kerobokan, Bali. Nuevamente, la escasez de recursos del lugar no supone un hándicap para el proyecto sino más bien un todo un reto. Con unos materiales muy contenidos y ningún exceso formal el proyecto se genera en torno a un gran “viga – macetero” en la que incrustan sus raíces las plantas trepadoras que se deslizan a 40 centímetros de la cubierta. De esta forma, la vegetación va dando sombra a la chapa metálica y cobija una más que necesaria corriente de aire continua que hace que no se caliente en exceso el ambiente interior.
A su vez, la escuela encierra en su interior una pequeña huerta con plantas autóctonos que hace que los alumnos se conviertan en sus únicos y felices cuidadores. Así, los niños como agricultores y la arquitectura hermanada con la naturaleza forman un tandem perfecto para que la sabiduría y el juego estén siempre presentes en la escuela.
Jardín de infancia en Kerobokan, Bali _ Obra de Giovanni D’Ambrosio
Y después de este recorrido por países en situaciones de extrema vulnerabilidad, volvemos a occidente y nos plantamos en Rivas Vaciamadrid. El proyecto de la agencia madrileña de arquitectura Ecosistema Urbano, surge con el doble reto de convertirse, por un lado, “en una fuente de aprendizaje para los ciudadanos, educando en el ahorro energético y la optimización de los recursos naturales” y, por otro, llegar a ser un verdadero lugar de interacción social.
Rivas Vaciamadrid _ Obra de Ecosistema Urbano
Para terminar este pequeño viaje arquitectónico-educativo, lo haremos de la mano de los arquitectos suizos Rosan Bosch y su nada convencional escuela Vittra en Estocolmo. En ella llevan al extremo la dinamización de los corredores, halls o pasillos, haciéndoles perder su habitual condición de paso y transición, para convertirlos en lugares de estancia donde jugar aprendiendo y aprender jugando.
De esta forma, el espacio abierto y flexible vuelve a ganar la batalla a los espacios cerrados y abocados a una única función. A su vez, dentro de estos lugares colectivos aparecen otros espacios con un carácter más íntimo e introvertido pero que se consiguen con sutiles manipulaciones del espacio general y no con la compartimentación habitual del mismo. Igualmente, los desniveles, anfiteatros e innumerables nichos y recovecos se convierten en perfectos escenarios que l@s niñ@s hacen suyos con extrema facilidad.
Escuela Vittra _ Obra de Rosan Bosch
En fin, esperamos que este pequeño análisis de obras de arquitectura educacional, desde el punto de vista de lo comunitario y la apropiación de los espacios de manera alternativa haya sido de vuestro agrado y, como siempre, estaremos encantados de recibir vuestros comentarios al respecto.
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Autores del post: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó
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2 COMENTARIOS
Soy Hotel
03/09/2017LA verdad que la educación como bien han dicho antes es la base de todo. Este proyecto me recuerda a infinidad de hoteles los cuales he visitado por toda España. Un gran trabajo 🙂
AC Ingenieros
23/08/2017La educacion es la base de todo