Hay libros que te enganchan y te llevan por caminos inesperados; este es el caso de Proyectos encontrados, una exquisita publicación a cargo de Juan José López de la Cruz, acompañado por su inseparable Ángel Martínez García-Posada. En ella, se pone de manifiesto su capacidad de atar cabos sueltos y nos regala una estupenda historia de encuentros proyectuales y vitales, publicada por la prometedora editorial sevillana de Recolectores Urbanos.

Juanjo, a su vez, es socio junto a María González del requetepremiado estudio Sol 89.

Si queréis saber un poco más sobre esta joyita, ya sabéis ¡a seguir leyendo!

Las famosas tres R, reducir, reutilizar y reciclar, que se popularizaron a principios de este siglo, poco a poco, se han ido metiendo en la cabeza de los habitantes de gran parte del planeta. A su vez, este acto de aprovechar lo que se tiene a mano y hacer mucho con poco, ha sido constante a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, con la llegada de la modernidad y pensar que todo era posible, nos hemos visto enredados en una vorágine de consumo y despilfarro que ha puesto en jaque a nuestra propia civilización.

Por ello, creemos que este libro tiene la especial virtud de hilar fino en la búsqueda de momentos precisos en los que, volviendo a los orígenes, grandes artistas y arquitectos han hecho uso del sentido común y han izado  la bandera de la sensatez en sus propuestas. Así, Juan José López de la Cruz comenta que “ideas como empezar de cero o tabula rasa se antojan insuficientes; nuestro universo es una acumulación, el descubrimiento desde la nada es irreal y el vacío una ficción, siempre habrá algo por encontrar que podamos reinterpretar.” Y sobre ello va el texto en su poderoso arranque, sobre la alteración del significado de las cosas,  sobre el recurso creativo en la reutilización, sobre la serendipia y sobre el reciclaje como oportunidad para repensar las cosas.

De esta forma, la mirada inquieta del autor nos hace navegar por varios proyectos y acciones sin aparente conexión, pero que terminan cobrando un sentido extra en la puesta en común. Como bien dice López de la Cruz, “un arquitecto proyecta cuando piensa en sus proyectos propios y, sin duda, cuando relee los ajenos”. En realidad,  eso es exactamente lo que hace el autor; un continuo proyectar más allá de su actividad como responsable del estudio de arquitectura Sol 89. Su  mirada transversal y global va fluyendo armoniosamente por las páginas del libro.

En las mismas se van sucediendo muchas de las debilidades del autor, dando cabida, por ejemplo, a la Fontaine de Duchamp y metiéndose de lleno en conceptos de significado y significante, cercanos a las teorías Lacanianas.  Por supuesto, para tal cita no podían faltar Gordon Matta-Clark y sus jardines relámpago o los cada vez más actuales Green Guerrillas.

Esta secuencia, se plantea con un ligamen muy especial: la memoria y su capacidad evocadora. Así,  se afirma que  “cada objeto de nuestras visas es un relato de nosotros mismos”; como si, de alguna manera, tuvieran un alma que se nos escapa y que, sin duda,  “la reutilización de objetos pretéritos puede ser también la oportunidad de transmitir la memoria que encierran”.

Propiciar una nueva coyuntura al propio material para que siga enriqueciendo su existencia y la de los demás, seguramente, está muy cercano a la  idea oriental de la reencarnación en la búsqueda del zenit espiritual.

En este sentido, pero cambiando la escala del objeto por el de la arquitectura, Juanjo afirma que “la arquitectura lleva siglos revelando otros tiempos, encontrándolos y superponiéndolos, probablemente sea la disciplina que más lleve haciéndolo, tal vez inconscientemente, cuando la acción precedía al discurso, antes de teorizar sobre la conveniencia de reutilizar lo usado o la oportunidad del descubrimiento como acción creativa.” Ciertamente, la arquitectura “observa el tiempo como materia de reflexión” y como bien decía Octavio Paz, quedará como testigo mudo e insobornable de la historia. Arquitectura, tiempo y materia irán de la mano hasta el final de los tiempos.

Hace poco, comentábamos en otro post que Coderch siempre hacía la misma casa; mejor dicho, proyectaba la misma casa, pero le iban saliendo, por las exigencias del guión, casas diferentes. Algo parecido se puede leer en uno de los pasajes del libro, cuando Juan José López de la Cruz comenta que, “el arquitecto hace un único proyecto a lo largo de la vida, sin saber muy bien cuándo empezó, y a medida que pasa el tiempo va acopiando intereses que corrigen el rumbo de ese único proyecto.”

Así, ahondando en uno de los temas recurrentes del autor, las partidas simultáneas de ajedrez – en las que un gran maestro va dando frente a varios tableros a la vez-  tendrían que ver con el trabajo de arquitecto, quien da forma a sus proyectos como si de ese gran maestro, pero en este caso de la arquitectura, se tratase.

Siguiendo este paralelismo, alguno de estos ajedrecistas son capaces de jugar estas simultáneas a ciegas – eso es, sin mirar el tablero -, incluso con temibles rivales. Ahora, la analogía nos llevaría a los maestros de entre los maestros de la arquitectura; aquellos que supieron leer su contexto más allá del resto con una mirada profunda que siempre ha sido el germen de la Arquitectura con mayúsculas.

De esta forma, sumergidos en este apasionante y apasionado relato, las historias enlazadas se van sucediendo y, como si de una única gran obra teatral se tratase, van sucediéndose los distintos actos y actores que no son otra cosa que  las narraciones de los proyectos elegidos. Así, por ejemplo, los residuos físicos y de la memoria de la antigua construcción que se encontró Le Corbusier cuando llegó en helicóptero por primera vez al emplazamiento de lo que, posteriormente, sería el templo más hermoso jamás soñado por la arquitectura moderna, Ronchamp, pasan a ser protagonista principal. Posteriormente, esta escena queda hermanada con los residuos que los Smithson usaron para dar vida y relieve al espacio comunitario de su radical planteamiento en Robin Hood Gardens.

Con todo ello, tal como afirma el autor, “en el proceso de reciclaje del material queda algo de su vida anterior que establece relaciones temporales y espaciales que van más allá de la simple reutilización útil y que, como campos de atracción, generan vínculos invisibles entre la nueva realidad y la pasada.”

Esos vínculos invisibles son los que también unen a las personas y, en este caso, el libro queda rematado, a modo de homenaje, por las reflexiones de Ángel Martínez García-Posada, que más que actuar como compañero de batallas de Juan José López de la Cruz,  lo hace desde el corazón hermanado que han ido forjando a lo largo de los años. En la recta final del libro apunta, “en ocasiones, pese a lo improbable, ocurre el emocionante encuentro con otros que transitaban la misma senda”. En este caso, la senda del amor por la arquitectura, la curiosidad cercana a la de un niño que todo lo quiere saber, y, sobre todo, el compromiso por la enseñanza, es lo que ha unido sus caminos, apostando por el compromiso profesional lejano a muchas  modas y modos del momento presente.

Como podéis ver, para nosotros Proyectos encontrados ha sido algo más que un libro; un paseo por los pensamientos y obsesiones de Juanjo y Ángel, pareja de intensos arquitectos que destacando como tales, lo hacen aun más como grandes personas.

En fin, esperamos que esta humilde reseña sirva para dar fe de las bondades de un libro que tanto nos ha hecho disfrutar y aprender. Por todo ello, os animamos a meteros de lleno con él, ya que su lectura no os dejará indiferente!

Autores de la entrada: Stepienybarno _ Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

María Gónzalez + Juan José López de la Cruz

* A buen seguro, este libro no hubiera sido el mismo sin la presencia de María González, socia de Juanjo en Sol 89. Conocemos a ambos y sabemos que muchas de las líneas de este libro serán tan del uno como del otro.

web del estudio: http://sol89.sol89.com/

Reseña previa del libro:

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