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Blog de STEPIEN Y BARNO – publicación digital sobre arquitectura
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ENTREVISTA CON TOKI, PARTE 2.

 

3. toki - stepienybarno - interior zubimuzu  10_IMAGENEDIFICIO - 350 - parte 2

 

Hoy continuamos con la entrevista de TOKI. Después de la gran expectación que despertó ayer su visión del mundo de la enseñanza, esta segunda parte os va a encantar. En ella se adentran tanto en cómo son sus procesos de trabajo como en la propia obra construida.

 

“Los arquitectos tenemos que demostrar que realmente somos necesarios”

 

– Si os animáis, nos gustaría saber cuales son los rasgos de vuestra personalidad que os complementan el uno al otro. ¿Cuáles son vuestras fortalezas y debilidades?

La fortaleza de Amaia, es que allá donde va siempre resulta encantadora (risas). Tiene una gran capacidad de empatizar con el otro.

Como debilidad de Ibon diría que  es un tanto desordenado y como fortaleza que es muy realista con el cliente, sobre todo a cumplir el tema de organización y precios. Esto es fundamental, aunque a muchos arquitectos nunca les ha importado si el constructor se arruina. El trabajo no puede ser caprichoso, sino que tiene que ser responsable.

Otra virtud es su generosidad, no se guarda nada para él, le gusta compartir. Por ejemplo el tema de nuestro blog, va en esa línea. Cuanto más compartas en la red más recibes. Si yo comparto otros comparten, y si se vuelca en la red un detalle constructivo igual alguien hasta te lo corrige. Lo que te da la red es siempre imprevisible, pero siempre intuyes que algo llegará.  Hay que cambiar el chip. Las ideas no se pueden copiar tal cual, al coger algo interesante y luego desarrollarlo se cambia la idea inicial en gran medida.

 

–  ¿Cómo es vuestro día a día?

Más o menos venimos a las 8.30 y aquí estamos hasta la noche, y algunos días incluso comemos en el estudio, a la hora que nos entre el hambre, no hay horarios rígidos para nada. Disfrutas de tu espacio ya que te organizas como quieres. El estudio tiene un aire doméstico que le viene muy bien, e incluso eso anima a que aparezcamos por aquí el fin de semana. Eso si, a pesar de que tenemos un sofá-cama con previsión de posibles noches en vela, nunca lo hemos hecho. Los sábados los aprovechamos para avanzar con  temas más “improductivos” como ordenar el blog. Los jueves y viernes, nos toca ir a la escuela.

 

– ¿Cómo os complementáis a la hora de redactar los proyectos?

No discutimos nunca sobre la forma o la estética de nuestros proyectos. Lo que sí que discutimos es cómo cuestionar al cliente las necesidades que cree que tiene. Tenemos plena confianza el uno en el otro, y lo que hacemos es matizar las propuestas. Los proyectos van pasando de uno a otro sucesivamente y van evolucionando poco a poco. Todo lo hacemos de una manera muy natural y fluida.

 

– Sabemos que os gusta tener un trato muy cercano con el cliente ¿Cómo suele ser esta relación?

Con los clientes tenemos mucho contacto. Les solemos decir que nos escriban sus necesidades, e incluso alguna vez les hemos pedido que escriban todo lo que hacen durante el día, para que así sean conscientes de cuales son sus hábitos actuales. Intentamos ser lo mas objetivos posible para organizar el espacio. Nos gusta que el cliente se plantee seriamente  si lo que está pidiendo es una verdadera necesidad.

 

– ¿Cómo se lleva que vuestra profesión en gran medida sea también vuestra pasión?

La arquitectura para nosotros es algo superpasional, que tiene como objetivo que el cliente se quede satisfecho. En nuestro caso es cierto que se mezcla tu pasión con lo productivo, y a veces los conceptos chocan. Esto es como la religión, que cada uno la debería guardar en su casa como práctica íntima.  Hay que aprender a hablar otros lenguajes para que todo el mundo te entienda.

En este sentido somos muy poco pedantes. Para nosotros lo importante es llevar a cabo unas ideas, a las que hemos llegado de la mano del cliente. Son necesidades que se pueden controlar, y al cliente le ayudamos a que se plantee situaciones futuras, para responder con la arquitectura.

 

– Desde vuestra experiencia en el mundo laboral ¿Cómo veis actualmente la profesión de arquitecto?

Los arquitectos tenemos que demostrar que valemos, y que realmente somos necesarios. En cada oportunidad que tenemos hay que hacerlo lo mejor posible sin vendernos a la mera producción constructiva, aunque con esta actitud corras el riesgo de perder algún trabajo.

La figura del arquitecto, ha pasado una actitud de semidiós a una actitud de irresponsabilidad. Hay muchos arquitectos que ejercen la ley del mínimo esfuerzo, y ahí nunca aparece la arquitectura.

Para que la arquitectura aparezca es necesario el tiempo. El rendimiento de tiempo real de producción no es ni la mitad del tiempo que estamos en la oficina. Muchas veces tenemos la sensación de ser poco “productivos” desde un punto de vista empresarial.

 

– Os gusta hablar de que el proyecto no termina cuando se entrega en el colegio, ¿cómo veis el desarrollo de vuestros proyectos?

Para nosotros el proyecto no termina cuando lo visamos, luego viene lo que denominamos el proyecto del proyecto. Supone un largo proceso, que se prolonga a la propia obra en la que en muchos casos volverán a aparecer nuevos planos para ajustarse a la realidad del día a día. Cambia bastante el proyecto del básico al de ejecución, todo evoluciona.

Buscamos la manera en que la arquitectura se adapte exhaustivamente al cliente.

 

– ¿Tenéis alguna preferencia o gestos en vuestros proyectos?

Lo del nombre de “Toki”, por un lado significa “lugar” y por otro “situación”. Por ello intentamos meternos siempre en la situación de cada proyecto, que es algo que traspasa al mero discurso del contexto.

Por otro lado siempre aparecen temas recurrentes como los espacios compartidos (tanto exterior como interior), hacer más con lo mínimo, concentrar los ingredientes, que pasen muchas cosas en poco espacio y sacarle el mayor rendimiento a cada metro cuadrado.

 

– Se ve en vuestros proyectos una actitud comedida y muy consciente del costo global de la obra. ¿Podríais contarnos como enfocáis este tema en vuestro trabajo?

La preocupación por tema económico de la obra debe estar muy presente en el proyecto. Nuestros clientes son gente muy joven y por lo tanto adquirimos mucha responsabilidad, para que la gente no se gaste más dinero de la cuenta.

No le damos mucha importancia a la estética, lo importante es concentrar, limpiar, y que todo sea muy útil. Si el acabado es de una madera mejor o peor, no nos importa mucho y  si hay que ir con el cliente a elegir el material se va.

 

– ¿Cuál es vuestra actitud ante tradición en vuestra arquitectura?

Teniendo la capacidad técnica que tenemos hoy en día, no podemos construir como hace un siglo. Hay que ser consecuentes con el entorno y no ser tradicionales por imagen. ¿Hay que preguntarse como queremos vivir?

Lo “japones” nos gusta por eso. Para ellos la lectura de los espacios de hoy es igual que antaño, no se supeditan a la estética. Sin embargo, aquí parece que se nos exigen que la arquitectura para no ser rompedora se tenga que someter a una falsa estética de los caseríos tradicionales. De los caseríos podemos heredar ingenio pero no podemos olvidar que eran viviendas y auténticas fábricas en un mismo elemento y lógicamente tenían las limitaciones  técnicas de su época.

 

– ¿Cómo veis el tema de la participación ciudadana?

En el espacio urbano está habiendo propuestas muy buenas de participación, en las que se le pregunta a la gente como puede ser este espacio. También es cierto que si se hace la pregunta mal y a destiempo, es un desastre. A las administraciones les encanta regular todo, cuando en general las cosas tienden a autorregularse. El problema es que se plantea la pregunta después de pensar, y tenemos que preguntar antes de pensar. La participación no consiste en dejar votar a las personas por el proyecto que más les guste, lo que se debería hacer es introducir el concepto de  participación en el proceso del proyecto. 

 

– Y para terminar  ¿Cuáles son vuestros planes y expectativas para le futuro?

¡Complicadas!.

No pensamos mas allá de dos meses, y eso quizás no es bueno, algunos proyectos que tenemos terminados no se van a ejecutar por la crisis. No tenemos expectativas de crecer, y eso es lo que nos salvará económicamente ya que no tenemos que alimentar una gran estructura. Si no entra ningún proyecto, lo generaremos.  No sería la primera vez. Quizás si no entra nada, ¡tenemos la oportunidad de escaparnos un año fuera!

 

Fotografía cedida gentilmente por el fotógrafo Asier Larraza.

 

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5 COMENTARIOS
  1. Ricardo

    Una vez leído el intenso debate anterior, sólo puedo decir que estoy de acuerdo con el cambio del término «corregir», en el que se dá por sentado el error, al de «discutir» o «dialogar», donde no se cierra ninguna puerta.

    Es evidente que la sociedad está en cambio constante, pero lo que ha ocurrido últimamente es que hemos tomado conciencia de ese cambio, puesto que ha sido más radical y ha venido con una crisis de la mano. Estamos pasando del modelo «exponencial» al modelo «sostenible» (éste último en cuanto a la capacidad de sustenatarse y equilibrio que tiene que haber en todo, frente al desequilibrio del modelo de crecimiento ilimitado).

    Esto viene a colación de lo comentado sobre el modelo de estudio, que no por ser pequeño tiene que significar anticuado, sino que, dejando de lado el tamaño, debe saber responder, de manera lógica y acorde a su tiempo, a los cambios que la sociedad/cliente demanda.

    Referente a la enseñanza eso que estáis hablando pero que no termina de materializarse es la transversalidad, que supuestamente está fomentada por Bolonia, como apuntan StepienyBarno, y que lo que busca es un consenso entre todas las asignaturas, intentando acercarse más a la realidad profesional. Sobre si todo esto es capaz de hacerlo Bolonia o si es un bulo para sacar más pasta no lo sé, y tampoco creo que pueda opinar porque tanto se ha dicho que hasta que no llegue, no se sabrá.
    En mi escuela ahora mismo hay un taller de este tipo, que ahora estoy cursando, en el que hay como docentes un profesor de proyectos y uno de teoría, y como profesor invitado una de estructuras. Con esto se pretende fomentar la interconexión entre las distintas partes de una misma esencia, que es el proyecto y que es a lo que los arquitectos se dedican.

    Muy buena la entrevista, es bueno saber que hay gente joven que pone su granito de arena e intenta mejorar las cosas!

  2. StepienyBarno

    Lo que comentas Daniel, no tiene mala pinta, pero parece que sería complicado llevarlo a delante en la práctica.

    De todas formas con Bolonia, se supone que deberían cambiar cosas.
    Nos parece interesante que el profesor tendrá mas libertad para proponer sus sistemas didácticos.
    El que esta arriba de la pizarra, lo que se deberá asegurar es que tendrá un programa docente realmente asequible para el alumno en un número de horas de determinado.
    Visto así, quizás el docente realmente tenga que preparar y estudiar mucho más lo que tiene entre manos.
    De todas formas, estamos contigo que no se puede apostar por una sola materia y que el resto que sean satélites. En realidad creemos que el que haya un equilibrio es algo razonable.

    ¿La cuestión será que entiende cada cuál por equilibrio?

  3. CCAD – Daniel Moyano

    En cuanto al supuesto cambio de modelo, sinceramente, yo no lo tengo tan claro. De hecho mucha gente lo comenta, pero nadie profundiza en ello, ni explica en qué consiste el nuevo paradigma de arquitecto del S XXI. Yo creo que sí, que estamos en un momento de cambio, pero no estoy seguro de que nosotros seamos el cambio. Quizá próximas generaciones…

    En cuanto al debate generado en la primera parte de la entrevista, al que he llegado tarde, querría aportar mi granito, no sin decir que no entiendo muy bien la vehemencia de las partes.

    A toro pasado, teniendo en cuenta que dejé la Escuela hace un tiempo, creo que la propia carrera está muy mal planteada, al pretender separar en «asignaturas» lo que en realidad es un continuum. No se nos debería enseñar proyectos separado de construcción, de instalaciones, de estructura, de economía, de historia… ya sé que no hay otro modelo, pero el que hay no es coherente con la propia profesión, y como he dicho en otras ocasiones, creo que la Universidad debería ser una Formación Profesional del más alto nivel.
    Es ridículo hacer 3 proyectos en 9 meses. Es absurdo hacer un fin de carrera en un año (y que sólo haya un tutor). Es incomprensible tener aprobado proyectos de 6º y que a uno le queden las estructuras de 4º, 5º y 6º y Acondicionamiento de 3º.
    Quizá la carrera se debería dividir en unidades didácticas, en ciclos, en los que haya que completar una serie de objetivos en un conjunto de materias interrelacionadas, que sea o todo, o nada. No sé si me explico. No sé si digo una barbaridad. Sí sé que lo que digo es complicado, pero creo que sería mucho más interesante para alumnos y profesores (se obligaría a una convivencia muy productiva).

    Pero tampoco creo que sea mejor centrarse en otras asignaturas, como creo haber entendido a Brijuni. ¿Por qué es mejor? ¿Por llevar la contraria?
    Si os referís a que es mejor el alumno que lleva todas las asignaturas aprobadas en Junio, aunque sea con un 5, que no el sacan un 8 en Proyectos y suspende el resto…Eso está claro. Y por ahí van los tiros.

    En cualquier caso, me alegra ver gente joven dando clases en las Escuelas, y que al menos intenten aportar algo nuevo.

    Saludos a todos.

  4. Ana

    Estoy de acuerdo con Hans, es ilógico pensar que el trabajo de los arquitectos en el siglo XXI tenga la misma forma que en todos los anteriores siglos.
    Hemos cambiado de herramientas, nuestros clientes también han cambiado, así que ahora tenemos que buscarnos la vida cada uno en esta nueva realidad.
    Es un desafío, pero también un contexto donde podemos hacer uso de nuestra creatividad de la mejor manera.

    Amaia e Ibon, me gusta mucho vuestra manera de afrontar esta cuestión.

  5. hans brinker

    Buenooooo, en la primera parte os sacais las tripas y ahora ni un solo comentario? Ya me animo yo que al otro he llegado tarde pero aqui parezco el primero.

    A mi lo que me llama la atención es que pese a la juventud y «modernidad» de estos dos arquitectos ( no podría estar mas de acuerdo en lo de que si tu compartes otros comparten, y en que las ideas no se pueden copiar), no dejan de responder al modelo «antiguo» de arquitecto: estudio pequeño y propio, siempre trabajando, encargos directos y resueltos con «mimo»…

    Se ve que aunque cambiamos algunas cosas porque creemos firmemente en ellas, otras siguen permaneciendo en nuestro subconsciente y se materializan en la vida que elegimos vivir.

    Un saludo para Ibon y Amaia, que por si no lo habian dicho ya, son unos cracks!

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