LA CABAÑA DE GANDHI, POR IVAN ILLICH
Hoy queremos centrarnos en el texto de “la cabaña de Gandhi”, donde se ponen en común las visiones de estos dos pensadores en temas de tanta relevancia como la pérdida de las culturas vernáculas, una nueva economía local o la protección del medio natural.
Este tipo de mensaje pretende ir en favor de la defensa de las economías regionales, en un mundo cada vez más tendente a la globalización y la perdida de identidad local y por otro mostrar su repulsa a cualquier tipo de violencia gratuita adopatando como forma de lucha la – no violencia – , “no hay camino para la paz, la paz es el camino”. Debe llegar a imponerse un compromiso entre lo local y lo global, como una opción sostenible, que apueste por medidas que ayuden a los pequeños agricultores de países en vías de desarrollo. Así conseguiremos crear redes de seguridad y programas de protección social para población más vulnerable a la crisis.
El presente texto, publicado en la década de los ochenta en el periódico El Día y leído en su discurso inaugural de una de sus conferencias en Sevagram, es el resultado de su larga meditación en la choza del Mahatma
El mensaje de la choza de Gandhi
Esta mañana, al estar sentado en esta choza donde vivió Mahatma Gandhi, trataba de absorber el espíritu de sus conceptos y empaparme de su mensaje. Hay dos cosas de ella que me impresionaron grandemente. Una es el aspecto espiritual y otra la que se refiere a sus enseres. Trataba de comprender el punto de vista de Gandhi cuando hizo la choza. Me gustaron muchísimo su sencillez, belleza y orden. La choza proclama el mensaje de amor e igualdad de todos los hombres. Como la casa en la que vivo en México se asemeja en muchas formas a esta choza, pude comprender su espíritu.
Aquí encontré que la choza tiene siete tipos de lugares. Al entrar hay uno en el que se colocan los zapatos y se prepara uno, física y mentalmente, para entrar. Luego viene el cuarto central que es lo suficientemente amplio para alojar a una familia numerosa. Esta mañana, a las 4, cuando estaba sentado ahí, listo para rezar, había cuatro personas sentadas conmigo recargadas en una pared y, del otro lado, había suficiente espacio para otros cuatro sentados muy juntos. Este es el cuarto al que todos pueden acudir para reunirse con los demás. El tercer espacio es donde Gandhi se sentaba y trabajaba. Hay otros dos cuartos -uno para visitas y el otro para enfermos. Hay una veranda abierta y también un cómodo y espacioso baño. Todos estos espacios tienen una relación intensamente orgánica.
Siento que, si viniera gente rica a la choza, se burlaría de ella. Cuando veo las cosas desde el punto de vista de un indio común, no veo por qué una casa deba ser más grande que ésta. Está hecha de madera y de adobe. En su construcción no fue la máquina la que trabajó, sino las manos del hombre. La llamo choza, pero en realidad es un hogar. Hay una diferencia entre casa y hogar. La casa es donde un hombre guarda equipajes y mobiliarios. Sirve más para la seguridad y la conveniencia de los muebles que para las del hombre mismo. En Delhi me alojé en una casa que tiene muchos objetos cómodos. El edificio está construido desde el punto de vista de lo que se requiere para alojar esos objetos cómodos. Está hecho de cemento y ladrillo y es como una caja en donde caben bien muebles y otros enseres. Debemos entender que todo el mobiliario y demás artículos que colectamos a lo largo de nuestras vidas nunca nos darán una fortaleza interior. Por decirlo así, son los muebles los que ayudan a sostener a un tullido. Mientras más objetos cómodos tengamos, mayor será nuestra dependencia de ellos y más restringida será nuestra vida. Por el contrario, el tipo de mobiliario que encontré en la choza de Gandhi es de un orden distinto y hay pocas razones para depender de ellos. Una casa instalada con todo tipo de objetos cómodos muestra que nos hemos vuelto débiles. En la medida en que perdemos la capacidad de vivir, dependemos más de los bienes que adquirimos. Es como si dependiéramos de los hospitales para conservar la salud del pueblo y de las escuelas para la educación de nuestros hijos. Desafortunadamente, tanto los hospitales como las escuelas no son un índice para medir el grado de salud ni la inteligencia de una nación. De hecho, el número de hospitales indica la mala salud de la gente y las escuelas hablan de su ignorancia. En forma similar, la multiplicidad de instalaciones de servicio para vivir reduce al mínimo la expresión de la creatividad de la vida humana.
Desafortunadamente, la paradoja de la situación es que los que tienen más «artículos domésticos» son considerados criaturas superiores. ¿No se consideraría inmoral la sociedad donde la enfermedad tuviera más importancia y en donde el uso de piernas artificiales se considerase superior? Al sentarme en la choza de Gandhi sentí tristeza al ponderar esta perversión. He llegado a la conclusión de que no es correcto pensar que la civilización industrial es el camino que conduce a la plenitud del hombre. Se ha demostrado que para el desarrollo económico no es necesario tener más y mayores máquinas para la producción ni tampoco más ingenieros, médicos y profesores. Estoy convencido de que son pobres de mente, cuerpo, estilo de vida los seres que desean un espacio más grande que esta choza en la que Gandhi vivió y siento lástima de ellos. De esa manera, se rinden ellos mismos y su yo animado por la estructura inanimada. En el proceso pierden la elasticidad de su cuerpo y su vitalidad. Tienen escasa relación con la naturaleza y cercanía de sus congéneres.
Al preguntar a los planificadores de hoy por qué no comprenden este sencillo enfoque que nos enseñó Gandhi, dicen que su camino es muy difícil y que la gente no sería capaz de seguirlo. Pero la realidad es que, en virtud de que los principios de Gandhi no admiten la presencia de ningún intermediario o de un sistema centralizado, planificadores, gerentes y políticos se sienten poco atraídos por ellos. ¿Cómo es que no se entiende ese principio tan sencillo de verdad y de no-violencia? ¿Es porque la gente siente que la no verdad y la violencia los llevará al objetivo deseado? No, no es así. El hombre común comprende plenamente que los medios correctos lo llevarán al fin correcto. Únicamente quienes tienen intereses creados se rehúsan a comprenderlo. Los ricos no quieren comprender. Cuando digo ricos me refiero a todos los que tiene «artículos domésticos» en la vida, que no están al alcance de todos. Se trata de «artículos domésticos» para vivir, comer y transitar; y sus medios de consumo son de tal naturaleza que han quedado privados de la capacidad de comprender la verdad. A ellos les resulta difícil comprender y asimilar la propuesta de Gandhi. La sencillez no tiene sentido alguno para ellos. Desafortunadamente sus circunstancias no les permite ver la verdad. Sus vidas han llegado a ser demasiado complicadas para permitirse salir de la trampa en que cayeron. Afortunadamente, para la gran mayoría de la gente no hay ni tanta riqueza que los haga inmunes a la verdad de la sencillez, ni viven en tal penuria que carezcan de la capacidad de entender. Incluso cuando los ricos ven la verdad se rehúsan a comprenderla. Es porque han perdido el contacto con el espíritu de esta realidad.
Debe ser claro que la dignidad del hombre será posible únicamente en una sociedad autosuficiente y que disminuye al desplazarse hacia una industrialización progresiva. Esta choza denota el placer que es posible derivar cuando se está a la par con la sociedad. Aquí el autovalamiento es la regla del juego. Debemos comprender que los artículos y bienes innecesarios que posee un hombre reducen su capacidad de derivar felicidad del entorno. Por ello, Gandhi dijo en repetidas ocasiones que la productividad debe mantenerse en los límites del deseo. EL modo de producción de la actualidad es tal que no tiene límites y aumenta sin cortapisas. Todo esto ha sido tolerado hasta ahora, pero ha llegado el momento en que el hombre debe comprender que al depender más y más de las máquinas está avanzando hacia su propio suicidio. El mundo civilizado, en China o en Alemania, ha empezado a comprender que, si queremos el progreso, no lo tendremos por este camino. El hombre debe darse cuenta de que, para bien del individuo y de la sociedad, es mejor que la gente conserve para sí sólo lo que es suficiente para sus necesidades inmediatas. Tenemos que encontrar un método en que este pensamiento pueda expresarse, a fin de comprender los valores del mundo actual. Este cambio no podrá producirse por la presión de los gobiernos o a través de instituciones centralizadas. Tiene que crearse una atmósfera de opinión pública que permita a la gente comprender aquello que constituye la sociedad básica. Hoy, el hombre que tiene un automóvil se considera superior a quien tiene una bicicleta, pero cuando vemos esto desde el punto de vista de la norma común, la bicicleta es el vehículo de las masas. Por lo tanto, debe de considerarse de primordial importancia, y toda la planeación de carreteras y de transporte debe hacerse con base en la bicicleta, mientras que el automóvil debe ocupar un lugar secundario. Sin embargo, la situación es a la inversa y todos los planes se hacen para beneficio de los automóviles, dando segunda prioridad a la bicicleta. En esta forma se ignoran los requerimientos del hombre común en comparación con los de los que están arriba. la choza de Gandhi muestra al mundo cómo la dignidad del hombre común puede salir a flote. También es un símbolo de la felicidad que podemos derivar de la práctica de los principios de sencillez, servicio y veracidad.
5 COMENTARIOS
silvia perea
04/10/2011De Ruskin a Gandhi…de Gandhi a Illich…de Illich a…
silvia perea
04/10/2011«De hecho, el número de hospitales indica la mala salud de la gente y las escuelas hablan de su ignorancia».
Más bien, en continuidad con el argumento que el autor del texto pretende hilar, el número de hospitales/escuelas, aún siendo éstos/éstas públicos, indica lo lleno/vacío que está el bolsillo del individuo o del Estado, según corresponda. No hay más que echar un vistazo por la ventana…
Agustin Bolaños
16/07/2011Uno de los hombres mas lucidos que he tenido la suerte de conoser y a demas leer su obra fue Lanza del Vasto fundador de la comunidad del Arca, recomiendo la obra «El Arca tenia por vela una viña» entre otras como «Umbral de la vida interior» o «Las Cuatro Plagas»
Marina
02/07/2009Este texto me hice acordar unas cuantas situaciones adversas…
Cerca de mi ciudad hay muchas poblaciones de índios, que viven en cabanas, con muy pocos objetos, y los niños estan siempre entretendose en los ríos, y en la naturaleza… Esta es una situación.
Por otro lado, he visto ayer una entrevista com Michael Jackson en la Tele, en que él estava haciendo compras en Las Vegas… Y empezó a comprar tantas cosas (el video está en http://www.youtube.com/watch?v=6zavNUM-gXE y esta parte de las compras empeza en el minuto 1:26)…
Dejo a vosotros la interpretación de estas dos realidades tan antagónicas.
(Perdona por errores del castellano)
Edna
23/06/2009La verdad es que es muy interesante este articulo y en mi opinion muchos arquitectos deberian leerlo mas de una vez e incluso pasar alguna que otra noche en la cabaña les vendria bien!
En referencia a este tema he descubierto hace poco a un arquitecto egipcio que me parece muy interesante. Su nombre es Hassan Fathy (1900-1989) y fue denominado como «el arquitecto de los pobres». La verdad es que su discurso es muy interesante y como su interes fue siempre apostar por la arquitectura tradicional, la economia de medios, los productos del lugar y realizar con ellos arquitecturas atemporales y muy contemporaneas en mi opinion.
Pues aqui os dejo un par de enlaces para que le echeis un vistazo, sobre todo merece la pena el proyecto Gourna Village es muy interesante.
http://www.geocities.com/arc.hassanfathy/gourna-e.html
http://www.amarquia.org/El-testamento-de-Fathy-la-muerte