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ENTREVISTA CON ALEJANDRO ARAVENA

 

ALEJANDRO ARAVENA - STEPIENYBARNO 350

 

Está a  punto de iniciarse el congreso de arquitectura: Más por menos, en el cual tendremos la oportunidad de entrevistar en exclusiva a uno de nuestros arquitectos de cabecera, Alejandro Aravena. Así que mientas preparamos el ansiado encuentro, no nos hemos podido resistir a rescatar parte de la entrevista que le realizaron Armando Caroca y Francisco j. Quintana y fue publicada originalmente en cientodiez. En ella, se hace un interesantísimo análisis de la enseñanza en arquitectura. Esperamos que os guste!

 

«Habría que estar educado y preparado para estar en buen nivel en ambientes no arquitectónicos.»

 

FQ – De tu época de estudiante, ¿qué fue lo que más te sirvió de la escuela?
AC – En un momento dices que después de salir tuviste que sacar la cabeza por encima del despliegue formal de la escuela.

AA – Es raro. El peligro de lo que voy a decir va en que uno tendría que suponer que habría que hacer mal las escuelas para tener buenos estudiantes. Porque los profesores que yo tuve, salvo excepciones, eran bastante mediocres. Algunos bastante malos. Y porque eran tan abiertamente malos, tú inventabas una especie de actitud contestataria casi por el sólo gusto de probarle al profesor que estaba equivocado. Eso te obligaba a armar tu universo mental con independencia. De 70 profesores, 5 buenos. De lo que esos 5 profesores te dicen, ciertamente que hay ahí un cierto capital de aprendizaje, pero también había aprendizaje en los que eran muy malos. Recuerdo haber hecho talleres sistemáticamente para sólo llevar la contra, “a  ver qué hago en este curso que sea exactamente lo opuesto a lo que hace el profesor, porque sé que es malo”. Entonces generas una actitud, una cierta independencia, una cierta autonomía, que a lo que podría llevar a pensar entonces, es que hay que hacer una escuela muy mala para que los alumnos tengan que superarse por escasez. Entonces viene el tema de por qué pagar, si lo puedo hacer en mi casa, en fin, lo que la escuela te da es una cierta densidad. No hacías las cosas por tu cuenta, te juntabas con otros 10 que estaban en la misma. Yo creo que era una escuela muy competitiva, no sé qué tan competitiva sea la escuela ahora, o cuánto le interesa a la gente ser competitivo, pero una cosa que marcaba esa generación era “tengo que hacer un proyecto que le gane al resto”. Había una especie de ambiente que esperaba eso. Las correcciones finales de taller eran con mucha gente, y no quizás por hacer escuela, sino porque venían a ver quién ganó, y cómo los proyectos tenían una cuota de riesgo, era una buena competencia. No sé que tanto de eso se dé hoy.

 

FQ – Competitividad existe muchísima, pero no tanto a nivel de proyecto de arquitectura, se da más bien a un nivel de “la mejor nota”. En las correcciones de taller hay muy poca gente, cero interés. Y eso pasa porque el alumno medio de la escuela es muy apático. No sé si antes también habrá sido así, o será propio de nuestra generación, pero la apatía que se vive tiene a esta escuela vacía, por ejemplo es muy difícil traer gente a las charlas. En rigor, la motivación  para la mayoría termina siendo la nota, y lo diario de estar en la escuela es el simple hecho de venir, sacarse un 6 (como sea) y a la casa de vuelta.

AA – No se si será por el ambiente político de esos tiempos. Sentías en  el aire que había algo por lo que te la jugabas, que no era estrictamente práctico, y no era necesariamente político. Eventualmente podría ser “voy a demostrarle algo a alguien”.

Eso podía ser al resto del taller, a tu profesor, al mundo de la arquitectura, al país, lo que sea. Había algo de querer demostrarle algo a alguien de forma generalizada. Eso no hay ahora, tal vez sea signo de los tiempos, más que problema de escuela. Difícil de entender porque se cae en lo sociológico.

Pero por otro lado, no está mal que sea así, porque viene re poca competencia detrás de uno, y esto influye en la cantidad de pega que yo puedo esperar tener si sale gente apática. Porque hay algo muy extraño en hacer clases, ¿por qué yo querría preparar un tipo que me puede quitar la pega? Entonces, no está mal que esta generación sea tan apática, porque estoy corriendo carreras ganadas en el ámbito profesional.

 

AC – Se espera demasiado que sólo por hecho de haber entrado a la Católica uno ya sale y tiene los proyectos ganados.

AA – Y que fue lo que pasaba al principio de los 80, que tu universo era Chile. Si le ganabas a los otros chilenos ya estabas OK. Campeonato nacional OK, Copa Libertadores o clasificar al Mundial, era mucho tema. En cambio supongo que el verdadero ámbito donde están compitiendo Klotz, Radic, Izquierdo, no es el chileno. Ellos están en otra carrera, en otro circuito. Izquierdo en el MOMA, Radic y Klotz publicando en el extranjero. Están apuntando a otra cosa, otra escala.

 

AC – En ese sentido, respecto la escala fuera de chile, cuál  es la imagen qué se tiene de la escuela de arquitectura de la Católica?

AA – Bastante buena. Yo lo he escuchado ya de muchos lados y en distintos rangos. Desde la mejor de Latinoamérica, de las mejores del mundo. Yo creo que hay una escuela bastante atractiva.

 

AC – ¿Y eso se mide por la escuela en sí misma, o más bien por la gente que ha salido de ella?

AA – Yo diría que es más por la gente que ha salido de la escuela. Pero está bastante bien considerada. Bastantes signos objetivos que lo explican, desde la bienal de Venecia, hasta opiniones personales de gente que no tendría porque estar haciendo cumplidos a la Católica.

 

AC – ¿Existe una cierta línea de la Católica, así como uno ve en  la UCV una postura definida?

AA – No  lo sé, pero sí cuando miras algo y preguntas quién lo hizo reconoces una cierta calidad de la producción. Más que una cierta manera, ves una cierta intensidad de obra, porque formalmente hay muchas cosas muy distintas. No se reconoce una especie de mano, como sí pasa en la UCV, donde se escribe y croquea igual. Eso no pasa aquí, aquí hay un nivel de intensidad de la obra que uno reconoce, pero no sólo de la obra, también puedes ver ese nivel si miras las publicaciones de la escuela, revistas, libros, etc. En las obras físicas de la Universidad hay una cantidad de acumulación de calidad que uno reconoce, más que una manera de hacer o un estilo.

 

FQ – Respecto a lo del estilo, la forma de enfrentar los proyectos dentro de la escuela tiende a ser a través de demasiado referente que te llevan a un proyecto. Taller 1 contigo era distinto, se buscaba un hecho arquitectónico que llevar a forma, y eso no se ha vuelto a repetir con la misma intensidad en otros talleres.

AA – ¿Y eso lo encuentras distinto?

 

FQ – Claramente distinto

AA – A mí en ese sentido me sigue interesando mucho más, porque probablemente sea el rasgo distintivo que a mí me interesa, del cual me interesa colgarme. Esta cuestión de formular bien el problema, de leer bien los datos de la pregunta, de intensificar la pregunta. Las preguntas del arquitecto no están formuladas a priori. Hay un encargo, pero no necesariamente una pregunta.

En ese demorarse en trabajar la pregunta es lo que más me interesa. Y probablemente esta es la cosa que me interesa más comunicar, yo creo que en la Católica debiéramos adelantarnos a muchos otros lugares del mundo, adelantarnos en la disciplina.

Lo he discutido con otras gentes, pero no necesariamente es una cuestión compartida por la disciplina de la arquitectura en general. Debemos dejar de competir con otros arquitectos, debemos dejar de correr la carrera por ganarles a los arquitectos en la meta. Caricaturicémoslo, en la meta está “El croquis”, si es que creemos que la carrera que tenemos que correr, es la carrera para que te publiquen en una Croquis, estamos en la carrera equivocada. No debe ser la única opción. Debiéramos correr una carrera en que en la meta estuviera la revista “Times” o en el “Economist”.

 

 El punto es que, como gremio, habría que estar educado y preparado para estar en buen nivel en ambientes no arquitectónicos. En esos ambientes, la apatía no te sirve. Digamos que a otros arquitectos les ganas con “look”, pones los cartones lo más cool posible, y les ganaste. Pero al no arquitecto no le ganas con eso, no le haces ni mella. Más cool, menos cool, no le haces nada, y en ese ámbito hay que ser bastante mas punzante. Finalmente lo que la apatía arma es una existencia roma, no haces nada, eres inofensivo.

 

La entrevista fue publicada en la revista digital cientociez, y en ella podéis encontrar la versión completa.

http://cientodiez.cl/revistas/vol01/entrevista_aravena.html

 

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3 COMENTARIOS
  1. Sergio

    A mí personalmente me parece fatal que diga que los alumnos sólo buscamos sacar nota, y que somos apáticos, que no tenemos interés ni nos implicamos en nuestros proyectos, porque no es nada cierto. Me gustaría recordale al señor Aravena la presión que se siente siendo estudiante de arquitectura, para poder ir avanzando en la carrera y sacarse las asignaturas luchando siempre por sacar el máximo tiempo posible para el proyecto. La asignatura de proyectos tanto para mí como para mis compañeros es la más interesante y con la que más nos implicamos y nos esforzamos, aunque muchas veces no pase lo mismo con los profesores, ya que a lo largo de la carrera me he encontrado con profesores realmente buenos, ejemplos a seguir, y con otros que desearía que alguien con autoridad los observase durante sus clases para ver cómo se las gastan.

    Sólo digo que siempre hay que intentar ver las cosas desde más puntos de vista a parte del propio.
    Saludos, y enhorabuena por vuestro trabajo.

  2. soft – eva chacon

    Me ha interesado mucho la entrevista no sólo por los recuerdos e impresiones que Aravena relata, sino además por las reflexiones que sugiere.

    Me pregunto, cómo sería la enseñanza en las escuelas si estuviera orientada a formar a los futuros arquitectos para el mundo en todas sus dimensiones y no sólo para la burbuja de los colegios profesionales y revistas especializadas.
    La calle es la prueba de fuego que diferencia esencia de apariencia, y desde luego es una de las primeras cosas que aprendes al salir de la escuela!

    Como Esti, espero vuestra entrevista con grandísimo interés.

  3. Esti

    Entrevista muy interesante. Aunque no estoy de acuerdo con que los estudiantes de ahora sean apáticos. Sí que es cierto, que van mas a lo suyo, pero también han cambiado las cosas, ahora existe el arquitecto autodidacta, eso es todo.
    Lo que dice al final de la entrevista es totalmente cierto, a la gente de la calle, no se la gana con unos planos bonitos, sino con propuestas reales y que den respuesta a los problemas planteados.

    :.) esperando vuestra entrevista

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