LA SOMBRA DEL KURSAAL LLEGO HASTA OSLO
A pesar de ser cierto que la arquitectura que propone el estudio de arquitectura Snohetta, está impregnada por el respeto al lugar donde insertan sus edificios y la relación con el paisaje, a nosotros nos parece que en su opera de Oslo, algún recuerdo de tierras lejanas se les pasó por la mente mientras proyectaban este excelente edificio.
El edificio de la Ópera y Ballet Nacional de Oslo les aupó a conseguir el flamante premio Mies van der Rohe, el cual les fue entregado hace poco mas de un mes en Barcelona. Y sospechamos que el proyecto del Kursaal de Rafael Moneo para sus auditorios en San Sebastian, pudo servir de inspiración para tal hazaña.
En 1989 se convocó una consulta técnica a la que se invitó a seis arquitectos de nivel internacional para terminar eligiendo la propuesta de Rafael Moneo. Estos cubos donostiarras, que su autor soñó como dos rocas varadas que dejaba el mar en la orilla de la playa de la Zurriola se convirtieron en uno de los mejores proyectos del arquitecto navarro. Esta preciosa metáfora hizo que su edifico perteneciese más a la propia naturaleza que a la arquitectura de la ciudad.
Esta lucida premisa ha ayudado a convertir el edificio en un ejemplo de icono hecho por arquitecto estrella, donde la mesura y la corrección estuvieron siempre presentes. Lo cual lo diferencia de otras actuaciones donde el ego del arquitecto y del político de turno deja sin interés las intervenciones supuestamente arquitectónicas.
A du vez los arquitectos noruegos del taller de arquitectura Snoetta están convencidos que una buena arquitectura puede incluso cambiar a la propia sociedad, gracias a su capacidad revolucionaria. En sus propias palabras; “si no nos relacionamos con la sociedad, los arquitectos perderemos el contacto con el público”.
Su proyecto para la Opera, fue fruto de la victoria en concurso internacional del año 2002. Esta fulgurante victoria tardó más de cinco años en hacerse realidad, abriendo sus puertas finalmente en Abril del año 2008.
El proyecto cuenta con un espacio dedicado a la música, danza y teatro, abarcando también todos los géneros musicales, a la vez que interacciona con su alrededor a través de una enorme rampa que da vida al espacio público, convirtiéndose en un mirador en su punto más alto, relacionando así la ópera con su paisaje circundandante. Éste es su elemento más representativo y también el más cuestionado en el momento en que ganó el concurso, pues muchos veían imposible un espacio público al descubierto con esa pendiente en un clima como el del Oslo. De esta forma no es necesario ingresar dentro del edificio, de manera propiamente dicha, sino que simplemente se puede recorrer mediante esta tira que asciende hasta el techo, actuando como un atractivo mirador – terraza.
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